13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

31 de octubre de 2011

Arturo Manostijeras

Llevamos meses de drásticas restricciones presupuestarias en el oasis catalán. Hay que reducir el enorme agujero dejado por los políticos del tripartito, uno casi tan hondo como aquél que engulló al barrio de El Carmelo. Y las consecuencias del dispendio estamos pagándolas los súbditos, naturalmente. No podía ser de otro modo. Cualquier dirigente medianamente sensato, y que no fuese un desalmado, combatiría el déficit reduciendo gastos superfluos: televisiones y radios públicas, ingeniería identitaria, pancatalanismo anexionista, aquelarres victimistas como los del 11 de septiembre, actos institucionales ostentosos, o subvencioneo multimillonario a asociaciones de amiguetes y prensa servil (casi toda aquí), por citar sólo algunos. El nuevo inquilino del Palacio de la Generalidad, no. Al contrario, lo que está haciendo es aumentar la cantidades para muchas de esas partidas, mientras cercena en educación y sanidad. Lejos de cerrarlas, se plantea fundar todavía más pesudoembajadas (en Nueva York, el Vaticano... y reabrir la de Rabat). A la vez que ha duplicado las ayudas económicas a la muy necesaria, e incluso imprescindible, promoción del catalán en el extranjero. Arturo Caracemento.

Quien no se ha bajado el sueldo y sigue cobrando el doble que el Presidente del Gobierno de España, recordémoslo, ha suspendido temporalmente los pagos a los abogados del turno de oficio, las farmacias, y las residencias de ancianos y discapacitados. Está cerrando ambulatorios, quirófanos, y plantas hospitalarias. Y servicios de urgencias también, entre otras muchas cosas. Y nos tienen advertidos de que esto no ha hecho más que empezar. Los minutos que tarda hoy una ambulancia en acudir por una emergencia médica se han multiplicado, y hay ya pacientes en listas de espera de hasta un año y medio para operarse de según qué males. Medidas todas éstas que, para un enfermo o accidentado, pueden representar la diferencia entre vivir y morir.

¿Y cuál está siendo la reacción popular a tan singular elección de prioridades en el gasto, que antepone la construcció nacional a lo vital? Pues los de barretina vertical la justifican y apoyan incondicionalmente, que ya sabemos todos cuán libidinoso placer les provoca a ellos eso de jugar a las nacioncitas; a otra parte de la sociedad le importa un pepino, un rábano, un calçot —o nada dice, al menos—; y el resto, el resto... la indignación del resto es convenientemente apagada por el sonido ambiente del Régimen para que apenas resulte audible.


Vista interior del Gran Teatro del Liceo
Pero algo resulta harto sospechoso. Mientras quienes no podemos permitirnos enseñanza ni medicina privadas por carecer de patrimonio en Liechtenstein venimos padeciendo esta canallesca situación, la plantilla al completo de alcahuetes, creadores de opinión y voluntarios anónimos del propagandismo, nos acribillan más que nunca con la patraña del expolio fiscal. Con lo del robo, el saqueo, el atraco. Con esos 22.000 millones de euros que, supuestamente, cada año parten de tierras catalanas cual golondrina de Becquer, para no regresar jamás —60 millones al día, 2,5 millones por hora, 3.000 euros anuales por persona, han calculado por nosotros, a ver si así nos alteramos más—. Y nos insisten, nos remachan, nos repiten hasta la saciedad, desde todos los minaretes desinformativos funcionando a pleno rendimiento, cuantísimas infraestructuras podrían construirse en esta Autonomía con todo ese dineral, y el elevadísimo nivel de atención médica y educativa de que gozaríamos. La inabarcable cantidad de hospitales, residencias para ancianos, colegios y parvularios, que se extendería ante nuestros alborozados corazones. La de fondos que nuestros líderes derramarían sobre nosotros en forma de gasto social para probarnos lo mucho que nos aman y centuplicar nuestro bienestar. Cataluña transformada en la Shangri-La del Mediterráneo.

Todo este atronador trompeteo coincide, además, en el tiempo con unos pronósticos de creciente y masivo apoyo de la población catalana a la secesión que a la Generalidad le ha dado por venir publicando trimestralmente, a través de unos dudosos sondeos de un engendro bautizado como Centro de Estudios de Opinión.

Más que pretender el ahorro y la contención, tal parece que esta estrategia de recortes precisamente en las áreas fundamentales busca, en realidad, soliviantar a la población de Cataluña contra el resto de España. Agitar a las masas, fomentar un clima de descontento y desafección, que poder luego esgrimir como elemento de presión en la negociación del concierto económico a la vasca con el que CiU acecha al próximo Ejecutivo que salga de las urnas el 20-N.

El pasado 4 de mayo, según consta en el expediente de adjudicación de abono número 2011042, la Presidencia del Gobierno de la Generalidad formalizó la renovación del alquiler del palco número 16 en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, al precio de 91.788,00 euros, para que los gerifaltes de la taifa puedan continuar solazándose durante la temporada 2011-2012. A eso no le han aplicado tijeretazo alguno. A eso, no.