13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

25 de diciembre de 2011

Cuento de Navidad

Hay gente que cree que existe el nacionalismo moderado. Que Artur Mas es un moderado. Que al nacionalismo se le puede contentar a base de darle y darle continuamente. Hay gente que cree.

Que cree que en Cataluña no hay dictadura porque cada cuatro años votamos. Que cada minuto que pasa nos roba España. Pero que el nacionalismo, no. Que Laporta es honesto y que tiene ideales catalanistas. Hay gente que cree que Laporta tiene ideales.

Hay gente que cree que Millet desviaba fondos del Palau en solitario para su exclusivo beneficio personal. Que el pueblo es sabio y que nunca se equivoca al elegir a sus gobernantes. Que el catalán está en extinción y por eso se impone. Que lo del 23-F fue un golpe de Estado, y que el Rey nos salvó de él.

Es gente que cree.

Gente que cree que la ETA ha dejado las armas y ahora es bondadosa. Que los atentados del 11-M los cometió Al Qaeda. E incluso que esto es una democracia.

Que Pujol no se llevó el dinero de Banca Catalana. Y que contribuyó valiosísimamente a la gobernabilidad de España. Que no es un mero negocio el nacionalismo, y que Rajoy meterá en cintura a los nacionalistas. Que con un concierto económico se acabaría el separatismo catalán para siempre. Se lo creen.

Por lo significativo de las fechas en que estamos, a ninguno de ellos, absolutamente a ninguno, le contaremos quiénes son en realidad los Reyes Magos para no pervertirle la inocencia.

11 de diciembre de 2011

Manual del buen catalibán

Hará un par de inviernos, leí un recomendable libro sobre los mercados de valores escrito por el analista financiero y ex comandante del Ejército José Antonio Fernández Hódar, que se titula Manual del buen bolsista. Bueno, pues esto que viene a continuación es algo parecido, pero en versión “paleto”: un compendio de comportamientos que ningún nacionalista de pro debería dejar de cumplir. La lista se abre con este encabezamiento:
«Un camino para avanzar hacia la normalización social y política».
Es decir, que la situación de Cataluña es “anormal”. El descriptivo subtítulo tampoco hay que perdérselo:
«Pequeñas acciones cívicas y sociales que debemos hacer todos los catalanes conscientes para defendernos».
Desconocemos de qué tienen que “defenderse”. Pero como ellos viven en otra dimensión, plagada de invasiones castellanas, expolios, agravios históricos y monstruos imaginarios varios, es muy probable que nunca lleguemos a enterarnos. La suya es una realidad paralela a la nuestra, en la que se debaten librando febril batalla contra molinos de viento un día sí y al siguiente, lo mismo. El documento en cuestión lleva varios años circulando en ambientes fanáticos y por Internet. Ha sido bautizado con el nombre de Fórmula de Girona, y dicta lo siguiente:
«Entorno lingüístico:
1. Hablar catalán con todos, aunque no lo entiendan mucho, y hacer que nuestra lengua sea necesaria para vivir en los Países Catalanes. No cambiar jamás de lengua.
2. Animar a los inmigrantes a hablar en catalán y a integrase haciendo que dejen pronto de ser unos forasteros. Son parte también del futuro de nuestro país.
3. No entrar en tiendas que tengan el rótulo en español, o bien reclamar la lengua propia.
4. Reclamar el uso del catalán en todos sitios: actas notariales, menús de restaurantes, propaganda recibida, estanterías y carteles guía de los supermercados y establecimientos, etc.
5. No pagar facturas, recibos, letras de cambio, tickets de caja, etc. en lengua española si se han reclamado antes en catalán, con el argumento “cada lengua en su país”.
6. Mejorar el dominio de la lengua leyendo prensa, libros y acudiendo al teatro y al cine en catalán.
7. Suscribirse a diarios y revistas catalanas como El Punt, Avui, Serra d'Or, El Temps, L'Avenç, Sàpiens, etc., y Cavall Fort y Tretzevents para los niños.
8. Cambiar los nombres castellanos en el Registro Civil y en el DNI español. Resulta vergonzoso que un Joan sea Juan; una Caterina sea una Catalina; un Jordi, Jorge; o una Roser, Rosario.
9. Catalanizar los apellidos españolizados por la ignorancia y el centrismo de hace siglos. Por ejemplo: Castañer, Alsina, Carreras, Suñer, etc. Mejor con el acuerdo previo de familiares y parientes.
10. Conectar exclusivamente con cadenas de radio y TV catalanas. Nos mejoran el habla».
En el ámbito económico manda hacer:
«1. Denunciar y combatir, de palabra y por escrito, el expolio fiscal que padece Cataluña. Nos empobrece y es el más injusto de Europa, según manifiestan los economistas.
2. Comprar artículos de producción catalana o de los Países Catalanes, y dar preferencia a los etiquetados en catalán. La buena marcha económica nos beneficia a todos.
3. Retirar las cuentas de los bancos españoles, que, si bien hacen un servicio, se llevan lejos los beneficios; hacerse cliente de cajas y bancos catalanes, que incrementan la riqueza del país y realizan Obra Social».

Publicidad de un modelo de ficticio carné de
identidad de los Países Catalanes a la venta
Para el capítulo denominado «entorno cívico», el último, reserva estas otras edificantes actuaciones:
«1. Hacerse el DNI catalán, utilizarlo siempre. No sacar nunca el carné español. Si nos piden otro documento, hay que identificarse con el carné de conducir.
2. Propagar el DNI catalán entre familiares, amigos y compañeros de trabajo. Debemos lograr que lo tenga y lo utilice entre el 25 % y el 40 % de la población. Por el momento, sólo tenemos una identidad: la propia.
3. Pegar el adhesivo CAT en las placas de matrícula de los vehículos. No podemos dimitir de lo que somos.
4. Ingresar en asociaciones de probada catalanidad, como por ejemplo: Òmnium Cultural, Noves Bases de Manresa, Amics de Joan Ballester, Plataforma per la Llengua, etc., y propagarlas.
5. Presionar a los políticos y a los ayuntamientos para que cambien los nombres de las calles y plazas que resultan no idóneos, o incluso ofensivos, para la catalanidad.
6. Antes de votar en las elecciones, considerar a fondo qué políticos y partidos defenderán siempre los intereses de los Países Catalanes, y cuáles son claramente sucursales del españolismo.
7. En viajes turísticos y de vacaciones, dar preferencia a poblaciones y comarcas de los Países Catalanes. Es muy conveniente conocer bien el propio país.
8. Colocar un banderín de las cuatro barras en vuestra mesa del despacho y en un lugar de honor de vuestro domicilio. En las fiestas de Sant Jordi y el 11 de septiembre, honrar el hogar y las oficinas colgando la bandera en balcones y ventanas.
9. Al franquear las cartas, pegar boca abajo el sello de Juan Carlos de Borbón, que dijo que la lengua española jamás había sido impuesta.
10. Fomentar el baile de la sardana, los castillos humanos, y otras tradiciones y costumbres que honran a nuestra cultura. Apoyar a las asociaciones que las fomentan.
11. Reclamar, de palabra y por escrito, la devolución de los “Papeles de Salamanca” robados a Cataluña en 1939 y retenidos “por derecho de conquista”. Los actos de guerra deben corregirse para que haya paz.
12. Enviar protestas escritas, o por otros medios, a los políticos, periodistas y prensa escrita que se refieran al gobierno español como gobierno central. Nuestro gobierno central es el de la Generalidad.
13. Combatir políticamente para que Cataluña pueda tener selecciones deportivas nacionales.
14. Memorizar y hacer que los niños memoricen poesías patrióticas catalanas.
15. En todos los sitios donde sea apropiado y conveniente, poner el rótulo Can Felip [‘Casa Felipe’, en alusión al Borbón que se alzó con el trono de España tras la Guerra de Sucesión: el rey Felipe V] en el WC».
Escalofriante. La radiografía de la paranoia. Una lectura que es puro descenso hacia los confines del catetismo psicopatológico.

20 de noviembre de 2011

El fin de una era

Hoy, día de las elecciones generales, termina uno de los periodos más negros de nuestra historia. Por fin se va del poder el que iba a salvar al mundo mediante la Alianza de Civilizaciones... y ha acabado hundiendo a España. El que dijo que gozábamos del sistema financiero más saludable. El que negó la crisis. El que dijo que Francia e Italia envidiaban nuestra economía. El que dijo que por la izquierda habíamos ya rebasado a los italianos, y se jactó de conducirnos hacia una renta per cápita superior a la de los galos. El que dijo y dijo. El que no dijo una verdad: José Luis Rodríguez Zapatiesta.

El que en 2004 fue elegido presidente del Gobierno por el terrorismo. El que resucitó a las dos Españas a base de reabrir viejas heridas, y las echó de nuevo a pelear. El que reivindicó la memoría histórica mientras se olvidaba de las víctimas del terrorismo. Y hasta las pateaba dejándolas sin subvenciones.

El de la ceja, el cejista, el chequista. El anticlerical. El guerracivilista. El vallisoletano que se ha hecho pasar por leonés. El de la cúpula de su amigo Barceló, a 80.000 la estalactita. El mecenas de la SGAE. El de la Z, el de la P. El del Plan E. Con e de estafa, de engaño, de embuste. De total esperpento.

El cursi de lo de que la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento.

El que consiguió localizar a la mayor colección jamás conocida de inútiles, y les nombró ministros. El papá de Leire, de Moratinos, de Bibiana Aído. Y también del gasolinero Pepiño.

El hijo de Rubalcaba. Y hermano de cuantos tiranos hay desde Venezuela hasta Irán, pasando por La Habana; no nos olvidemos de La Habana. El promotor del inconstitucional Estatuto de Cataluña. El que se declaró conforme con las multas lingüísticas a los comerciantes, y ha excitado como nadie antes la voracidad de los nacionalismos. Que de aquellos polvos vienen estos lodos, y estamos como estamos por eso.

El del “proceso de paz”, antes y después de la voladura de la T4. El arrodillado ante los asesinos de la ETA, ante los secuestradores y mutiladores de la ETA. El que ha sentado de nuevo a Batasuna en las instituciones. El del chivatazo del Bar Faisán. Por fin se va.

El peor inquilino de La Moncloa. El bobo que se creyó listísimo. El que no sirve para el bien, pero bordaba como nadie hacer el mal. La vergüenza de España. La vergüenza del PSOE. La vergüenza de donde caiga. El que hasta ha sido ocultado por sus compañeros de partido durante la campaña electoral. El ausente, aquél cuya falta no se siente. Menos mal que ya no está.

Muchos de sus destrozos son irreversibles, carecen de solución. Otros, podrían tal vez restaurarse tras décadas de medidas drásticas y buenos gobiernos. Tal es el dañino alcance de su legado.

Ahora bien, que quien viene, y que no accede al cargo por méritos propios, sino por demérito del anterior, causará multitud de decepciones. Sobre todo en lo referente al gravísimo problema nacional de los separatismos. Al tiempo. Tiempo al tiempo.

31 de octubre de 2011

Arturo Manostijeras

Llevamos meses de drásticas restricciones presupuestarias en el oasis catalán. Hay que reducir el enorme agujero dejado por los políticos del tripartito, uno casi tan hondo como aquél que engulló al barrio de El Carmelo. Y las consecuencias del dispendio estamos pagándolas los súbditos, naturalmente. No podía ser de otro modo. Cualquier dirigente medianamente sensato, y que no fuese un desalmado, combatiría el déficit reduciendo gastos superfluos: televisiones y radios públicas, ingeniería identitaria, pancatalanismo anexionista, aquelarres victimistas como los del 11 de septiembre, actos institucionales ostentosos, o subvencioneo multimillonario a asociaciones de amiguetes y prensa servil (casi toda aquí), por citar sólo algunos. El nuevo inquilino del Palacio de la Generalidad, no. Al contrario, lo que está haciendo es aumentar la cantidades para muchas de esas partidas, mientras cercena en educación y sanidad. Lejos de cerrarlas, se plantea fundar todavía más pesudoembajadas (en Nueva York, el Vaticano... y reabrir la de Rabat). A la vez que ha duplicado las ayudas económicas a la muy necesaria, e incluso imprescindible, promoción del catalán en el extranjero. Arturo Caracemento.

Quien no se ha bajado el sueldo y sigue cobrando el doble que el Presidente del Gobierno de España, recordémoslo, ha suspendido temporalmente los pagos a los abogados del turno de oficio, las farmacias, y las residencias de ancianos y discapacitados. Está cerrando ambulatorios, quirófanos, y plantas hospitalarias. Y servicios de urgencias también, entre otras muchas cosas. Y nos tienen advertidos de que esto no ha hecho más que empezar. Los minutos que tarda hoy una ambulancia en acudir por una emergencia médica se han multiplicado, y hay ya pacientes en listas de espera de hasta un año y medio para operarse de según qué males. Medidas todas éstas que, para un enfermo o accidentado, pueden representar la diferencia entre vivir y morir.

¿Y cuál está siendo la reacción popular a tan singular elección de prioridades en el gasto, que antepone la construcció nacional a lo vital? Pues los de barretina vertical la justifican y apoyan incondicionalmente, que ya sabemos todos cuán libidinoso placer les provoca a ellos eso de jugar a las nacioncitas; a otra parte de la sociedad le importa un pepino, un rábano, un calçot —o nada dice, al menos—; y el resto, el resto... la indignación del resto es convenientemente apagada por el sonido ambiente del Régimen para que apenas resulte audible.


Vista interior del Gran Teatro del Liceo
Pero algo resulta harto sospechoso. Mientras quienes no podemos permitirnos enseñanza ni medicina privadas por carecer de patrimonio en Liechtenstein venimos padeciendo esta canallesca situación, la plantilla al completo de alcahuetes, creadores de opinión y voluntarios anónimos del propagandismo, nos acribillan más que nunca con la patraña del expolio fiscal. Con lo del robo, el saqueo, el atraco. Con esos 22.000 millones de euros que, supuestamente, cada año parten de tierras catalanas cual golondrina de Becquer, para no regresar jamás —60 millones al día, 2,5 millones por hora, 3.000 euros anuales por persona, han calculado por nosotros, a ver si así nos alteramos más—. Y nos insisten, nos remachan, nos repiten hasta la saciedad, desde todos los minaretes desinformativos funcionando a pleno rendimiento, cuantísimas infraestructuras podrían construirse en esta Autonomía con todo ese dineral, y el elevadísimo nivel de atención médica y educativa de que gozaríamos. La inabarcable cantidad de hospitales, residencias para ancianos, colegios y parvularios, que se extendería ante nuestros alborozados corazones. La de fondos que nuestros líderes derramarían sobre nosotros en forma de gasto social para probarnos lo mucho que nos aman y centuplicar nuestro bienestar. Cataluña transformada en la Shangri-La del Mediterráneo.

Todo este atronador trompeteo coincide, además, en el tiempo con unos pronósticos de creciente y masivo apoyo de la población catalana a la secesión que a la Generalidad le ha dado por venir publicando trimestralmente, a través de unos dudosos sondeos de un engendro bautizado como Centro de Estudios de Opinión.

Más que pretender el ahorro y la contención, tal parece que esta estrategia de recortes precisamente en las áreas fundamentales busca, en realidad, soliviantar a la población de Cataluña contra el resto de España. Agitar a las masas, fomentar un clima de descontento y desafección, que poder luego esgrimir como elemento de presión en la negociación del concierto económico a la vasca con el que CiU acecha al próximo Ejecutivo que salga de las urnas el 20-N.

El pasado 4 de mayo, según consta en el expediente de adjudicación de abono número 2011042, la Presidencia del Gobierno de la Generalidad formalizó la renovación del alquiler del palco número 16 en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, al precio de 91.788,00 euros, para que los gerifaltes de la taifa puedan continuar solazándose durante la temporada 2011-2012. A eso no le han aplicado tijeretazo alguno. A eso, no.

23 de septiembre de 2011

¿Periodismo de pacotilla?

Si Pepe Gotera y Otilio colgasen sus bártulos y herramientas para dedicarse al periodismo, sin duda trabajarían en la ACN. Y Pinocho, probablemente también.

Fundada en 1999, la ACN (Agència Catalana de Notícies) surgió como un intento del nacionalismo imperante por crear una especie de Agencia EFE, pero en versión catalanista. Una década más tarde, a principios de 2010, esta empresa pública de información difundió un vídeo promocional para anunciar que había abierto nuevas delegaciones en el extranjero y presentar a sus cinco corresponsales. Lo que aparece en él es del todo sorprendente.

Después de visionarlo, alguien podría caer en la tentación de considerar que este vídeo ilustra a la perfección dos de los rasgos característicos de los nacionalistas: que no le dicen una verdad ni a su médico, y cuánto nos toman por idiotas a los demás. Pero nosotros no compartimos esa opinión ni vamos a pensar mal; no, no, de ninguna manera. Optaremos por creer, simplemente, que es que se orientaron mal con el GPS durante la grabación.

30 de agosto de 2011

Zipi y Zapa

Ahora resulta que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, incapaces durante todo este tiempo de haber aunado esfuerzos para atajar problemas muchísimo más graves, se han puesto de acuerdo en un periquete y van a limitar el gasto de las Administraciones Públicas mediante una reforma constitucional. Hala.

Según se dice, será una ofrenda para aplacar a doña Angela Merkel y demorar un poquillo la intervención de nuestra economía por la Unión Europea. Como ya le ha sucedido a Portugal. Como ya le ha sucedido a Irlanda. Pero, ¿qué valor puede tener ese apresurado apaño del artículo 135 en un país donde la Carta Magna no se cumple? En Cataluña, por ejemplo, hay ya cinco sentencias del Tribunal Supremo que declaran inconstitucional la inmersión lingüística. Y la Generalidad lleva meses desacatándolas sin que, ni el Presidente del Gobierno español actual, ni el supuestamente entrante (ay de quienes confíen en que éste es el que nos salvará), hayan movido un solo dedo al respecto. Como para creerse que ésos, ésos mismos, la panda de facinerosos que dirigen la Autonomía catalana, van a respetar techo alguno de gasto a la hora de derrochar y distraer los dineros del erario.

En España, la Constitución no es más que papel mojado. Mojado en la gasolina con que los separatistas le prenden fuego al final de sus manifestaciones.

Y hablando de gasolina —que fue el arma utilizada en el atentado de Hipercor, en 1987—, las noticias recientes parecen indicar que la ETA montará en breve uno de sus sonados engaños. El mayor, seguramente. Presagio el siguiente y muy posible escenario: a pocos días de las elecciones generales del 20 de noviembre, la organización terrorista finge el abandono definitivo de la “lucha armada” —que es como cínicamente le llaman ellos a asesinar, mutilar, secuestrar y extorsionar; el ex líder de Esquerra Republicana de Catalunya fallecido el sábado, Heribert Barrera, llegó a declarar en una entrevista que le más respeto le merecía un etarra que un delincuente común porque «equivocado o no, el de ETA mata por ideales»— para que el PSOE se apunte el tanto del éxito, rebañe varios cientos de miles de votos en el último instante y el PP no gane por mayoría absoluta. Así, para llegar a La Moncloa el compostelano necesitaría pactar con los partidos secesionistas. Los cuales proseguirían con su chantaje sistemático y su labor de desguace de la nación.

En otras palabras, que al igual que en marzo de 2004, el terrorismo volvería a decidir el Gobierno de España. Cómo deseo equivocarme.

26 de julio de 2011

Un millón y medio de pacíficos

La primera mitad del título es mentira. Y la segunda, también. Ya ha transcurrido un año desde la tan cacareada manifestación contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto —que no para pedir la secesión de Cataluña, como arteramente la han presentado luego; pues no era ése, ni muchísimo menos, el lema de la convocatoria— y los separatistas continúan repitiendo incesantemente la falacia del millón y medio de asistentes, de que en unas pocas calles se congregaron casi tantos manifestantes como habitantes tiene Barcelona (1.621.537 censados, según datos del Instituto Nacional de Estadística a 1 de enero de 2010).

Nadie ha aportado todavía una sola prueba que corrobore tan disparatada cifra: ni un análisis de fotografías aéreas, ni un recuento informático efectuado a partir de imágenes, ni un cálculo de superfícies y densidad humana, ni la cuantificación de un organismo oficial u entidad —del extranjero o de aquí— independiente y medianamente fiable. Nada, absolutamente nada. Sólo la misma gran trola, burda y manoseada, que ya hasta hiede de tanto tiempo como lleva en descomposición. Recordemos que ni llenando de manifestantes la Diagonal de Barcelona, una avenida 7 veces más larga (10,2 kilómetros de longitud) y 8 metros más ancha que el Paseo de Gracia (50 metros), sería posible reunir siquiera a un millón (con una proporción de 1,7 personas/m², muy elevada para una masa en movimiento si aspiramos a que no vayan pisándose los talones unas a otras durante la marcha).

Pero es que tampoco resultó una manifestación tan civilizada y modélica como nos la han querido pintar: se produjeron varios incidentes violentos, el más grave de los cuales fue, sin duda, el intento de agresión al entonces presidente de la Generalidad, José Montilla. Sus cincuenta escoltas pasaron verdaderos apuros para repeler a los energúmenos que se abalanzaron sobre él para obsequiarle unas obleas. Frustrados en su propósito, éstos hubieron de contentarse con perseguir al de Iznájar en su huida por la calle Caspe, chillándole irreproducibles lindezas de las que se aprenden en los clubs de carretera, junto con el peor insulto de todos, aquél que los separatistas reservan sólo para sujetos especialmente odiados: español.

Además de dicho conato de linchamiento, ocurrieron otras acciones reprobables, e incluso ilegales. Entre ellas, el ultraje de banderas nacionales, pisoteándolas (como aparece arriba, en la fotografía tomada ese día y publicada en un hipersubvencionado foro secesionista) y quemándolas, delito contemplado con severas penas en el artículo 543 del Código Penal. En diversos puntos del recorrido de la manifestación, se cometió también apología del terrorismo y fratricida incitación a levantarse en armas contra el resto de la nación al irracional grito de: «¡Guerra por la tierra!».

El vídeo (a la derecha), muestra cómo unos embozados prenden fuego a una bandera española de grandes dimensiones —con bastante torpeza, por cierto—, en la confluencia de la calle Aragón con el Paseo de Gracia. Visiblemente excitados por las llamas —no hay concentración catalanista donde no incendien algo—, los presentes prorrumpen en aplausos, y corean vivas a la extinta organización terrorista Terra Lliure y consignas contra España. Hasta que alguien descubre a unos policías de paisano entre la multitud, y ésta reacciona airadamente contra ellos insultándoles, acorralándoles y lanzándoles objetos.

27 de junio de 2011

Nazi.org

Imagen de la página inicial del sitio Nazi.org, capturada hace apenas unos instantes. A la izquierda, en el lateral, puede observarse qué banner o enlace aparece en segunda posición: uno del Partido Nacionalista Vasco.

Desconozco cuánto tiempo lleva ahí. De lo que sí doy fe es de que en el año 2005 ya estaba. Y nadie podría decir que las ideas del fundador del PNV, Sabino Arana, no habrían sintonizado con la corriente política patrocinadora de esa web.

A lo largo de sus 38 años de vida (que comenzó el 26 de enero de 1865), Sabino Policarpo Arana Goiri, procedente del carlismo, divulgó su doctrina a través de casi medio centenar de obras literarias y más de seiscientos artículos: un maniqueísmo de vascos (bizkainos) virtuosos y étnicamente superiores, esclavizados desde antiguo por todos los demás españoles (para quienes recuperó y popularizó el despectivo calificativo montañés de maketos, y a los cuales definía como «la raza más vil y despreciable de Europa»).

La siguiente es una selecta muestra de su pensamiento, que discurre entre la xenofobia, el racismo, la misoginia y el retraso mental:
«La fisionomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español inexpresiva y adusta.
»El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos) o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero).
»El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe.
»El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español, es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras, y sabréis que un bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos».
(«¿Qué somos?». Arana Goiri, Sabino. Obras Completas.
Editorial: Sabindiar-Batza. Buenos Aires, 1965).

«El bizkaino es laborioso (ved labradas sus montañas hasta la cumbre); el español, perezoso y vago (contemplad sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación). […] El bizkaino degenera en carácter si roza con el extraño; el español necesita de cuando en cuando una invasión extranjera que le civilice. […] Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas y civiles y sentiréis regocijarse el ánimo al son del “txistu”, la alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la loca más alegría; presenciad un baile español y si no os causa náuseas el liviano, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de vuestro estómago, pero decidnos luego si os ha divertido el espectáculo o más bien os ha producido hastío y tristeza. […] El aseo del bizkaino es proverbial (recordad que, cuando en la última guerra andaban hasta por Nabarra, ninguna semana les faltaba la muda interior completa que sus madres hermanas les llevaban recorriendo a pie la distancia); el español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año».
(ibíd.).

«La familia bizkaina atiende más a la alimentación que al vestido, que aunque limpio siempre es modesto; id a España y veréis familias cuyas hijas no comen en casa más que cebolla, pimientos y tomate crudo, pero que en la calle visten sombrero, si bien su ropa interior es “peor menealla”. […] Oídle hablar a un bizkaino, y escuchareis la más eufónica, moral y culta de las lenguas; oídle a un español, y si sólo le oís rebuznar, podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias».
(ibíd.).

«Antiliberal y antiespañol es lo que todo bizkaino debe ser».
(Revista Bizkaitarra, nº 1).

«Si a esta nación latina la viésemos despedazada por una conflagración intestina o una guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con fruición y verdadero júbilo, así como pesaría sobre nosotros como la mayor de las desdichas, como agobia y aflige al ánimo del náufrago el no divisar en el horizonte ni costa ni embarcación, el que España prosperara y se engrandeciera».
(Bizkaitarra, nº 5).

«Etnográficamente hay diferencia entre ser español y ser euskeriano, la raza euskeriana es sustancialmente distinta a la raza española».
(Bizkaitarra, nº 11).

«Nosotros odiamos a España con toda nuestra alma, mientras tenga oprimida a nuestra Patria con las cadenas de la esclavitud».
(Bizkaitarra, nº 16).

«Les aterra el oír que a los maestros maketos se les debe despachar de los pueblos a pedradas. ¡Ah, la gente amiga de la paz...! Es la más digna del odio de los patriotas».
(Bizkaitarra, nº 21).

«En odio al español como invasor andamos muy cortos los bizkainos patriotas de hoy, comparados con aquéllos de otros siglos que en su idioma llamaban extranjeros a los españoles y los recibían a flechazos y a tiros».
(Bizkaitarra, nº 22).

«Gran número de ellos parece testimonio irrecusable de la teoría de Darwin, pues más que hombres semejan simios poco menos bestias que el gorila: no busquéis en sus rostros la expresión de la inteligencia humana ni de virtud alguna; su mirada sólo revela idiotismo y brutalidad».
(Bizkaitarra, nº 27).

«¡Ya lo sabéis, euzkeldunes, para amar el Euzkera tenéis que odiar a España!».
(Bizkaitarra, nº 31).

«Vuestros usos y costumbres eran dignos de la nobleza, virtud y virilidad de nuestro pueblo; y vosotros, degenerados y corrompidos por la influencia española, o los habéis adulterado por completo, o los habéis reemplazado por los usos y costumbres de un pueblo a la vez afeminado y embrutecido».
(Reglamento de la Euskeldun Batzokija, centro político que fundó en julio de 1894
bajo la apariencia de sociedad cultural. Capítulo 4, punto 81).

«Al señalar al destructor de nuestras libertades y nuestras cosas, al dominador de nuestra raza, al opresor de nuestra Patria, no podemos fijarnos en una región determinada, con exclusión de las demás, sino en el conjunto de todas ellas que se llama pueblo español, estado español, nación española, en ese todo que se llama España. No es precisamente Castilla, ni Andalucía, ni Galicia, ni Cataluña, ni ninguna otra región española, la que nos ha sometido; sino el poder de la nación que, unidas todas ellas, constituyen y a la cual en lenguaje vulgar llamamos Maketania».
(Reglamento de la sociedad Euskeldun Batzokija. Capítulo 5, punto 121).

«Tanto nosotros podemos esperar más de cerca nuestro triunfo, cuanto España se encuentre más postrada y arruinada».
(Reglamento de la sociedad Euskeldun Batzokija. Capítulo 5, punto 129).

«No el hablar éste o el otro idioma, sino la diferencia del lenguaje es el gran medio de preservarnos del contagio de los españoles y evitar el cruzamiento de las dos razas. Si nuestros invasores aprendieran el Euskera, tendríamos que abandonar éste, archivando cuidadosamente su gramática y su diccionario, y dedicarnos a hablar el ruso, el noruego o cualquier otro idioma desconocido para ellos, mientras estuviésemos sujetos a su dominio».
(Reglamento de la sociedad Euskeldun Batzokija. Capítulo 7, punto 186).

«El roce de nuestro pueblo con el español causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón, apartamiento total, en una palabra, del fin de toda humana sociedad. Y muerto y descompuesto así el carácter moral de nuestro pueblo, ¿qué le importa ya de sus caracteres físicos y políticos?».
(Periódico Baserritarra, nº 11).

«Esos defectos de esta infeliz mitad del género humano son ingénitos en ella e inseparables de su sexo: si la mujer, con lo vana que es, amara, el mundo sería una orgía continua y de sus locuras estaría saturada la vida social; y si es vana e inferior al hombre, es decir, si no tiene tanto seso y corazón como éste, es porque, de suceder lo contrario, la lucha entre el hombre y la mujer sería terrible desde el hogar doméstico hasta las esferas más elevadas del gobierno de los pueblos. La mujer, pues, es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades de la naturaleza humana: por eso fue ella la que primeramente cayó. Pero por eso de ser precisamente inferior al hombre en cabeza y corazón, por eso el hombre debe amarla: ¿qué sería de la mujer si el hombre no la amara? Bestia de carga, e instrumento de su bestial pasión; nada más».
(Carta a un amigo, datada el 13 de noviembre de 1897).

«Nosotros, los vascos, evitemos el mortal contagio, mantengamos firme la fe de nuestros antepasados y la seria religiosidad que nos distingue, y purifiquemos nuestras costumbres, antes tan sanas y ejemplares, hoy tan infestadas y a punto de corromperse por la influencia de los venidos de fuera».
(Semanario La Patria, nº 39).
En la ciudad de Barcelona, una transitada calle de la zona alta de la Diagonal honra a Sabino Arana llevando su nombre. A doña Emilia Aldomà Sans, asesinada el 10 de septiembre de 1987 por la organización terrorista separatista Terra Lliure a la edad de 62 años, no le han dedicado ninguna.

12 de junio de 2011

Las cárceles de la ignorancia

Ayer, escogí convertirme en hombre-masa orteguiano y diluirme entre la muchedumbre que dedica las tardes del sábado a realizar la compra semanal en el supermercado. Como primero siempre hago, encaminé los pasos hacia la sección de pescadería, por ver si la habitaba alguna lubina de buen tamaño que mereciera acomodo en mi cesta. Me confieso admirador culinario de esa exquisita especie. Su nombre deriva de aquél en latín con que la bautizara el naturalista romano Plinio el Viejo, después de observar las similitudes entre su comportamiento depredador y el del lobo.

Mientras los mayores compraban, tres niños se entretenían en jugar con unos bogavantes aún vivos que aguardaban su fatal destino sobre hielo picado. La escena me pareció bastante cómica. La más pequeña del grupo debía de tener siete u ocho años. Me miró, y de sus labios nacieron una sonrisa y una frase ininteligible.

—¿Cómo dices? —le pedí.

Repitió lo dicho, pero nada, yo seguía sin entenderla. Me incliné todavía más para intentar oírla mejor. Y ella correspondió amablemente a mis esfuerzos con un tercer y definitivo intento:

—¿Qué risas?

Mi hilaridad inicial se tornó en lástima y desazón: a la muchacha la estaban educando únicamente en catalán y lo que intentaba preguntarme, sin atinar, es: ¿de qué te ríes?

Ésa es la sociedad que está creciendo en Cataluña, con unas generaciones que hablan el español como los apaches de las películas del oeste. Y todo en aras del delirio identitario y cateto, de la colectivización de la gran memez nacionalista. Generaciones que, casi con toda probabilidad, quedarán condenadas al cautiverio, a no poder salir de este triangulito geográfico, que es la región catalana, para buscarse la vida laboralmente o ir a hacer lo que les venga en gana allá donde prefieran. Imposibilitadas hasta para mantener una simple conversación telefónica con cualquier otra parte de España en reclamación de ese pedido que no llega, o buscando corregir el típico guarismo mal transcrito en el albarán de la única empresa en la que van a poder encontrar trabajo: en una empresa de Cataluña.

Al final van a tener razón quienes sostienen que las barras de la bandera catalana son, en realidad, barrotes.

29 de mayo de 2011

¡A ver si apuntáis mejor!

En la tarde del 29 de mayo de 1991 ―se cumplen hoy veinte años―, tres etarras deslizaron un coche cargado de explosivos en el interior del patio de la casa-cuartel de la Guardia Civil de Vich (Barcelona). El edificio, prácticamente, desapareció por la deflagración. 44 personas resultaron con heridas y mutilaciones diversas. Y de entre los escombros se recuperó una decena de cadáveres, incluidos los de cinco menores de edad. Apenas dos días después del atentado, el 31 de mayo, Josep-Lluís Carod-Rovira, diputado y portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya en el Parlamento autonómico, y ya por aquel entonces hombre fuerte del partido, publicaba en el subvencionado diario Avui una carta abierta a la organización terrorista. Carta que, pese al tiempo transcurrido, sigue estremeciendo leer por los términos en que fue escrita. Tituló aquella monstruosidad como «ETA, Kataluñatik kampora!» (‘¡ETA, fuera de Cataluña!’, en vascuence), y esta es su traducción íntegra:
«Hacía meses que tenía miedo de tener que escribir este artículo. Miedo de volver a defender las razones de los catalanes con nuestra arma más potente: la palabra. Miedo de contraponer los argumentos a las armas. Pero he visto lo de Vich. He oído lo de Vich. He sufrido lo de Vich. Y no puedo callar. He de alzar mi voz de independentista contra la de otros supuestos independentistas. Debo hacerme oír, con los que defienden el derecho de todos los pueblos del mundo a decidir su presente y su futuro sin injerencias, frente a unos extranjeros que pretenden hacer creer que ondean el mismo estandarte, pero que lo hacen con violencia y en mi país. ¿En nombre de qué? ¿En nombre de quién? ¿Con qué derecho? ¿Quién os autoriza?
»Cada tierra hace su guerra, y esta tierra no es la vuestra, ni esta forma de luchar es la nuestra. Habéis vuelto a salpicar de sangre inocente este país. Habéis vuelto a interferir en nuestro lentísimo proceso hacia la liberación nacional, sin importaros lo más mínimo nuestra situación como pueblo, el estado de nuestra conciencia colectiva, la complejidad enorme de nuestro contexto, las dificultades constantes con las que hemos de potenciar nuestro mensaje todos aquellos que, desde siempre, contra toda adversidad, trabajamos para que un día la nación catalana figure con un color propio en el mapa de Europa. Habéis demostrado que os choteáis del concepto de internacionalismo y que la solidaridad entre los pueblos, incluso entre los pueblos oprimidos, ocupados, expoliados, descuartizados, por los mismos Estados, como es el caso vasco y catalán, os trae sin cuidado.
»No obedecéis otra lógica que la vuestra, ni otros intereses que los vuestros. ¿Pero sobre qué podéis basar una lógica que desprecia, con toda impunidad, con una presuntuosidad típicamente española, la lógica de los demás, en su propia casa? ¿Cuáles pueden ser esos intereses que van, objetivamente, contra los intereses de otro pueblo, tan oprimido como pueda serlo el vuestro, en su propio territorio? A ver si, de una puñetera vez, al margen de la dialéctica, tan española por cierto, de los puños y las pistolas, sois capaces de entenderlo: los vascos no sois españoles. De acuerdo. Pero los catalanes, tampoco. Y con acciones como ésta no hacéis otra cosa que españolizar Cataluña. Convertís los Países Catalanes en tierra enemiga y a sus habitantes en gente hostil. Y no lo somos. Deberíais saberlo.
»Cada bomba vuestra en nuestro país es una bomba contra el pueblo catalán, un torpedo contra la línea de flotación del independentismo catalán. Los avances políticos que vamos haciendo, la victoria progresiva en las conciencias de los ciudadanos que vamos consiguiendo, día tras día, se desmoronan gracias a vosotros. Somos nosotros quienes salimos perdiendo. Es la Cataluña nacional, y las personas concretas, quienes padecen sus estragos, y no España y todo su aparato. Pero eso no parece importaros. Tanto da, por lo que se ve, que con la estulticia de vuestras acciones nos perjudiquéis a nosotros y destruyáis nuestro tradicional sentimiento de simpatía hacia el pueblo vasco. Con vuestra torpeza nos lo ponéis imposible. Si os pagasen para hacerlo peor, seguro que no conseguirían que superaseis vuestra impericia. Y habéis ido, precisamente, a Osona, allí donde el nivel de conciencia nacional es más elevado, allí donde el independentismo político obtiene unos mejores resultados electorales y donde las fuerzas de disciplina española están más debilitadas.
»Sabemos en qué situación se encuentra Euskadi. Sufrimos con el pueblo vasco el drama de un pueblo condenado a la aniquilación de su condición nacional. Sufrimos a su lado el negro horizonte de una lengua mermada, de una cultura ahogada, de una nación despedazada. Conocemos ese dolor, porque también es el nuestro. Pero no vamos a Euskadi a interferir en su proceso. Es su país, no el nuestro. Luchando por nosotros, en nuestra casa, a nuestra manera, somos solidarios con su causa y con la de todos los pueblos del mundo que quieren ser libres. Y, del mismo modo que no pretendemos imponer nuestra lógica en casa de otros, no podemos consentir que otros lo hagan en la nuestra».
Nótese que en sus palabras no se trasluce humanidad, preocupación o indignación alguna por los muertos y sus familiares, por esas vidas y cuerpos rotos; por la tragedia de los heridos, como la niña con el pie amputado que aparece en la imagen —fotografía ésta que, en su día, dio la vuelta al mundo—, mientras un ensangrentado agente de la Benemérita la evacua del lugar del horror. Carod-Rovira habla únicamente en términos estratégicos. Les reprocha a los asesinos el contratiempo político que esto supone para el secesionismo catalán, lo mucho que este tipo de acciones obstaculiza su avance. Y, cuando les quiere ofender, recurre a llamarles “españoles” (achacándoles una presuntuosidad «típicamente española», o el uso de una dialéctica —«tan española», según él— como la «de los puños y las pistolas»). Absolutamente obscena, dentro de este contexto de mutilación y muerte provocados por la detonación de los más de doscientos kilos de amonal con que iba cargado el coche-bomba, resulta la utilización que Carod hace de los verbos descuartizar (segundo párrafo), aniquilar y despedazar (ambos en el quinto) para describir la presunta actuación histórica de los Estados español y francés sobre Vascongadas. Igual que su empleo de palabras como sufrir, drama y dolor para referirse a la situación política de dicha región. Y prosigue con el mismo impudismo semántico en los dos últimos párrafos, que vienen a continuación, donde reconoce además haber mantenido encuentros con la banda armada:
«Entendemos que es necesario forzar una negociación política. Que es insostenible la angustia del medio millar de encarcelados y la aflicción de más de dos mil exiliados. ¿Pero, es que creéis, de verdad, que facilitaréis el acceso a una salida pactada poniéndoos en contra, incluso, de quienes, compartiendo los objetivos, se oponen a los procedimientos? Por temperamento personal, por convencimiento ideológico y por eficacia política, soy contrario a la violencia. A toda violencia. Principalmente a la violencia institucionalizada, barnizada, de los Estados. Pero también a la de los oprimidos. Sobre todo cuando, como en vuestro caso, los oprimidos han perdido el sentido de la orientación y matan indiscriminadamente, niños incluidos.
»Nada de lo que ahora os comento resulta nuevo para vosotros. Os dije, hace año y medio, en algún lugar de Euskadi, cuando, en nombre de mi partido, os pedí, formalmente, que no actuaseis más en mi país. Habéis respetado la petición, durante seis meses. Ahora, sólo me atrevo a pediros que, cuando queráis atentar contra España, os situéis, previamente, en el mapa. Los catalanes estamos más que hartos de constatar, a lo largo de la historia, cómo hay quien se siente legitimado para decidir en nuestro nombre. Y nuestro futuro, y nuestro presente, en paz y en libertad, únicamente nos corresponden a nosotros. No cedemos la decisión a los españoles. Pero tampoco os la cedemos a vosotros. Sólo los catalanes podemos hablar, y decidir, en nombre de nosotros mismos. Eso, y no otra cosa, es el derecho a la autodeterminación nacional. Un derecho por el cual, en Euskadi, mucha gente ha dado la vida y ha luchado y lucha con todas sus fuerzas. En los Países Catalanes, también. Porque nadie tiene derecho a suplantar nuestra propia voz. Vosotros, tampoco».
«Ahora, sólo me atrevo a pediros que, cuando queráis atentar contra España, os situéis, previamente, en el mapa», dice en su misiva. O sea, que cuando les entren ganas de matar, que lo hagan de los limites provinciales hacia allá. Pero en Cataluña, no, que es su casa. Y, encima, le estorba a él para sus reivindicaciones separatistas.

Despues de todo esto, nada, absolutamente nada de cuanto me viene a la mente es publicable. Prefiero dejarlo aquí.

16 de abril de 2011

En el dolor y en la enfermedad

Anteayer, 14 de abril, Artur Mas padeció su primera gran manifestación como presidente de la taifa. Lo de padecer es un decir, porque quienes padecemos somos los demás desde que ha recortado los gastos en sanidad. Y por ello el jueves protestaron esas diez mil personas ante el Palacio de la Generalidad.

Vivimos una crisis, hay que reducir el bestial déficit heredado del tripartito y las emisiones de bonos para bobos ya no dan más de sí, estamos de acuerdo. Pero don Artur podría haber eliminado dispendios inútiles. Haber cerrado, por ejemplo, cuatro de las cuatro televisiones autonómicas que tiene. Clausurado sus emisoras públicas de radio. Desmantelado sus ridículas pseudoembajadas por el mundo. Cortado el grifo a la miríada de mamandurrieros, voceros, asociaciones nada culturales y alcahuetes varios del Régimen, que vienen abrevando vitaliciamente en el generoso subvencioneo. Podría haber puesto a Joel Joan a trabajar, suspendido las transferencias millonarias a la Comunidad Valenciana para el pancatalanista Eliseu Climent. Artur Mas podría incluso —si nos atrevemos a soñar— haberse bajado el sueldo. Pero, no, él tiene que seguir cobrando el doble que el Presidente del Gobierno de España, que es que eso de Cataluña es mucha nació. Y preferible resulta cerrar quirófanos y plantas enteras en los hospitales.

«Construcción nacional» antes que cirugía de cadera. Embajadores de pacotilla antes que enfermeras. Catalunya Ràdio antes que camas hospitalarias. TV3 antes que vendas, aunque necesitemos las vendas urgentemente para no ver TV3. La “nación” por encima del bienestar y la salud de los ciudadanos. Totalitarismo en vena.

Y mientras, los enfermos en casa, apuntados en kilométricas listas de espera, aguantando como pueden. Y pendientes de no descuidarse cuando por fin les toque operarse, no sea que vayan a dormirles con canciones de Lluís Llach para ahorrar en anestesia.

Y los políticos... los políticos, ahí, debatiendo sobre la secesión en el Parlamento autonómico. Los altavoces del sultán, celebrando como un éxito el mamarrachento referéndum del 10 de abril. Y los niños, sin poder escolarizarse en español todavía, a pesar de las sentencias del Tribunal Constitucional, del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y del Tribunal Supremo. Y Rodríguez Zapatero aplaudiendo el espectáculo. Y Rajoy Brey aplaudiendo también porque sabe que necesitará a CiU para gobernar lo que queda de España.

Después de todo esto, aún hay incautos que creen que con la independencia viviríamos mejor en Cataluña. Son los que están casados con el fanatismo etnicista y le han prometido fidelidad en el dolor y en la enfermedad. Pues bien, la enfermedad y el dolor ya han llegado de la mano de Artur Mas. A esos engañados es fácil reconocerles: acuden a manifestaciones separatistas con una estrella en una bandera, cuando sus caciques prefieren llevarla en el morro de un Mercedes y alojarse en hoteles de cinco estrellas.

Con la independencia quienes vivirían mejor serían los de siempre. Laporta se ducharía con champán francés en las discotecas más a menudo, en los bancos de Liechtenstein habría más dinero y el ático que se ha comprado Carod-Rovira sería todavía mejor. En el mismo sitio, sí, porque ya un barrio más caro no lo hay en Tarragona. Pero hablamos de un piso con más metros cuadrados, con más habitaciones, con más terrazas, con más soláriums. Uno tan amplio que casi llegara hasta Perpiñán y donde, para pactar con Josu Ternera, sólo hubiera que abrir la ventana de la salita de estar.

Es el gran timo del nacionalismo catalán. Un colosal fraude. Más grande que el más grande hospital.

4 de abril de 2011

This is not America

La secta acaba de llevarse un susto de muerte. Resulta que en un capítulo de CSI: Nueva York aún no estrenado en España, aparece un mozo de Escuadra... ¡con rasgos y acento mejicanos! Menudo chasco: venga la Generalidad a difundir las “milenarias” esencias de Cataluña por el mundo abriendo embajadas con nuestro dinero ―incluida una en la Gran Manzana, donde está ambientada la serie― como parte de ese plan que los separatistas llaman construcció nacional, para que luego vengan los americanos y pongan a representar a un catalán al nieto de Jorge Negrete. Hay que montar todavía más embajadas, deduciría inmediatamente Artur Mas.

La secuencia se desarrolla cuando una de las protagonistas de la ficción pregunta por la identidad del desconocido que, inclinado sobre un cadáver, está analizando la escena de un sangriento crimen, y obtiene de su compañero una respuesta fonéticamente parecida a ésta:

―Héctor Vargasss, froimlainsupervaiser from mosus descuadrua.

El de Vargas debe de ser un apellido muy socorrido para los guionistas de Hollywood, pues también se apellidaba así el policía mejicano que encarnó Charlton Heston en la magistral película de Orson Welles, Sed de mal (Touch of Evil).

―La policía de Barcelona ―exclama ella con sorpresa para continuar con el despropósito. Porque ni idea de eso llamado Cataluña, no. Por aquellos andurriales, lo que les suena es Barcelona. Y gracias tal vez a los Juegos Olímpicos de 1992, los que pagamos entre todos los españoles y que Jordi Pujol nos agradeció en la ceremonia inaugural con aquella gigantesca pancarta del Catalonia is not Spain (‘Cataluña no es España’) justo delante de donde se emplazaban las cámaras. Que si no, quizás tampoco. Después, la sagaz detective termina de embarullarlo todo mezclando a la policía autonómica catalana con la investigación de los atentados de los trenes del 11 de marzo de 2004, en Madrid, y se queda tan pancha.

Hay muchos más casos similares en el cine y la televisión del otro lado del Atlántico. Otra serie de éxito, Miénteme (Lie to Me), nos presentó al personaje de reputado doctor Lightman enseñando a sus alumnos a identificar expresiones faciales de odio previas a la comisión de asesinatos. Para lo cual, ilustró una última diapositiva con esta peregrina explicación:

―Y de nuevo, en el rostro de un independentista vasco subiéndose a un autobús con nueve kilos de explosivos atados a su pecho.

Atados a su pecho, dice. La sola idea de etarras, asiduos del tiro en la nuca y asesinos desde la lejanía mediante mando a distancia o temporizador, inmolándose con explosivos en atentado es algo que nos choca a todos quienes conocemos la muy diferente realidad de estos cobardes.

Aunque mucho más allá habían ido años antes los creadores de la serie MacGyver. Uno de los episodios arrancaba con el mañoso rubiales infiltrándose en una base de terroristas independentistas vascos escondida en las montañas, que más parecía un estrafalario camping de tegucigalpenses con chapela.

Izquierda: CSI: NY (CSI: Nueva York, en España), episodio 12, temporada 7: «Holding Cell» (2010);
centro: Lie to Me (Miénteme, en España), episodio 4, temporada 1: «Love Always» (2009);
derecha: MacGyver, episodio 6, temporada 1: «Trumbo's World» (1985)

Razonaba el antes mencionado Orson Welles que los actores estadounidenses jamás podrían interpretar bien a Shakespeare porque no comprenden qué es un rey. Probablemente, los guionistas y realizadores de allí muestran tal desconocimiento sobre los separatismos por lo mismo, porque tienen la inmensa suerte de no padecerlos.

15 de marzo de 2011

Retrato de familia

Con el paso del tiempo va uno perdiendo la capacidad de sorprenderse y todo le suena a ya visto. De ahí a acertar en muchas predicciones va sólo un paso. Es lo que me sucedió con Solidaritat Catalana per la Independència, la formación de Joan Laporta. Hace poco más de medio año, escenificó su presentación oficial entre grandes alharacas. Junto al ex presidente del FC Barcelona, quien hacía de macho alfa y locomotora electoral gracias al enorme tirón de su figura pública, integraban el mesiánico triunvirato dos políticos de muy distinta procedencia: Alfons López Tena y Uriel Bertran.

Bastantes sabíamos que semejante engendro no duraría. «Demasiada diva para tan poco escenario», comenté a varios allegados. Pues bien, no han pasado ni trece semanas desde que obtuvieran cuatro asientos en la Cámara autonómica y ya se les ha resquebrajado el invento. Mamporros, lanzamiento de cuchillos, cruce de acusaciones en los medios. Y Laporta, que ha abandonado la formación para deambular en busca de un destino más ajustado a lo que él considera sus inmensos merecimientos.

La verdad es que fue fácil de prever porque no pegaban ni con engrudo: un arribista sibarita y derrochador, cargado de líos judiciales y poca vergüenza; un niñato desertado de la extrema izquierda, de ERC, a quien nunca he visto trabajar; y un controvertido jurista y ex militante de Convergència, que cuanto más lo miro menos sé si es él o el moreno del dúo Martes y 13 metido a salvapatrias. Eran como los tres mosqueteros, pero con oportunismo y sin su mismo sentido del honor; como los tres hermanos Marx, pero sin gracia ninguna; como los tres tenores, pero dando el cante en lugar de cantando; como los tres cerditos del cuento, pero engordados a costa del contribuyente o del socio de un importante club deportivo.

Mas, a todo esto, ¿Solidaritat qué es —o era—, de izquierdas o de derechas?

—Independentista.

Sí, ya; pero, ¿cuál su ideología, su programa? Pues la independencia de Cataluña, para qué más. O sea, la venta de que el adiós a España, su principal mercado, resolvería milagrosamente hasta los más terribles problemas de los catalanes y convertiría a la región en la cuarta potencia europea. Además de que, para colmo de ventajas y a modo de maná bíblico debido al cese del supuesto expolio fiscal, atraería una lluvia anual de 22.000 millones de euros en los que chapotear felices. Espeluzna recordar cómo un montón de votantes se lo tragaron: 102.197, para ser exactos. Unos tres mil más que localidades tiene el Estadio Camp Nou. Lo cual dice muy poco sobre la madurez democrática de nuestro pueblo.

Ahora, quienes habían venido a redimirnos, andan navajeándose vilmente por las esquinas mediáticas: que si Laporta se aburre en el Parlamento, que si Solidaritat habría obtenido más votos sin él, que si es un tránsfuga, que si es populista e incoherente, que si los incoherentes sois vosotros dos, que si a ver dónde íbais a estar de no ser por mí, que si yo con éstos no me junto más... Vaya un espectáculo bochornoso el de estos padres de la “Nación Catalana”. Y, mientras, el escindido latin lover vagando con el escaño a cuestas, tanteando a su tan criticada Esquerra Republicana para intentar allí un amerizaje de emergencia antes de las Elecciones Municipales.

Resulta paradójico que eligieran para su aventura política el nombre de ‘Solidaridad’ quienes pronto han terminado siendo así de insolidarios entre ellos mismos.

22 de febrero de 2011

Cantinflas en Madrid

Si en una película de Mario Moreno “Cantinflas” apareciera algún ficticio país dirigido por políticos que, pese a conocer todos el mismo idioma, se obstinaran en emplear entre ellos lenguas locales y recurrieran a intérpretes para entenderse, sin duda pensaríamos que el guionista había tenido un mal día. Que algo así resulta demasiado disparatado incluso para un largometraje de corte tan cómico como los protagonizados por el recordado actor de caídos pantalones. Bien, pues exactamente eso es lo que está ocurriendo aquí.

Se materializó hace cinco semanas, ha tenido lugar ya en varias sesiones y, tras ser aprobada el 21 de julio último en la reforma del Reglamento de la Cámara Alta, viene a satisfacer una antigua reivindicación nacionalista: la utilización de catalán, vascuence y gallego en el Senado mediante auriculares con traducción simultánea.

No han faltado deficitarios neuronales que, sin entender todavía de qué va la historia, se han apresurado a elogiar la medida como si supusiese un importantísimo progreso democrático. No, esto, lo que es, es una monumental imbecilidad, la entronización del catetismo. Y otra cesión más a los separatistas. Países con un nivel democrático muy superior al nuestro, y que cuentan también con varias lenguas regionales y dialectos en su territorio, no escenifican esta clase de mamarrachadas.

Con el cumplimiento de esta exigencia avanza el nacionalismo en el objetivo que desde siempre ha tenido: laminar la convivencia y atacar cuanto nos une como nación, con especial ensañamiento en nuestro idioma común. La lengua no es para ellos herramienta de comunicación, sino signo racial diferenciador. Es el principal ariete que blanden para derribar al Estado porque, en su delirante mentalidad, identifican lengua con nación. Y encima nuestros representantes vuelven a doblegarse concediéndoles ahora esto. Nadie —y da igual el tiempo que se tomase para responder— podría citar una sola concesión que los nacionalistas hayan hecho desde la transición hasta hoy. Sencillamente, porque no ha habido ninguna. Muy al contrario, han ido inexorablemente avanzando posiciones, ganando terreno. Y los políticos nacionales que tienen enfrente, cediéndoselo. Unos, por interés, como pago por la compra de apoyos parlamentarios ocasionales; y los demás porque ingenuamente siguen creyendo que, a base de darle y darle, el monstruo separatista terminará aplacándose y encontrando definitivo acomodo en este país que tan antipático se le antoja todavía.

A cambio, los enemigos declarados de España nos lo pagan renegando diariamente de ésta y persiguiendo a quienes no somos de su cuerda. El tripartito antes y el gobierno de CiU ahora se están saltando impunemente la legalidad, desacatando las sentencias del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional. Atropellan y pisotean nuestros derechos civiles en materia lingüística. El español, por ellos considerado como una anomalía a extirpar, ha sido erradicado completamente de la educación. Y de los canales de radio y televisión de la Generalidad también. De la vida pública en general. Todo lo emanado en Cataluña de las administraciones locales está únicamente en catalán: las placas con los nombres de las calles, los letreros de autopistas y autovías (en la imagen), los indicadores de las carreteras, las señales de tráfico, los letreros exteriores e interiores de ambulatorios y hospitales, los avisos en los transportes públicos, las instrucciones de los parquímetros… Todo, absolutamente todo es ya monolingüe en esta taifa. Pero nosotros nos gastamos un dineral en ponerles traductores a los senadores secesionistas porque sí, para que les dé placer. Y porque somos así de memos.

30 de enero de 2011

Rumbo a Kosovo

Artur Mas está henchido de satisfacción con su flamante cargo de presidente de la Generalidad. Si hasta diríase que flota. Por lo pronto, y para que le traiga suerte, en su recién estrenado camarote-despacho se ha colocado un timón que dice perteneció a su bisabuelo.

De él debe de haber heredado ese porte marinero y la mano firme con que piensa gobernar la nave autonómica. Lo que no sabemos es si nos llevará a Serbia, al narcoestado de Kosovo —que tan entusiasmados tiene a los nacionalistas porque creen que sienta un precedente jurídico internacional favorable a cualquier secesión— o a Liechtenstein, diminuto principado donde ciudadanos poco ejemplares evaden capitales para burlar al fisco.

Aunque no nos desvele demasiado, él parece tener claras las ideas. Y es que pasar siete años varado en Puerto Oposición, repasando las cartas marítimas de navegación, dan para mucho. El pasado domingo 9 de enero supimos un poquitín sobre sus náuticas intenciones. Durante una larga entrevista se lo susurró al director del hipersubvencionado diario La Vanguardia, José Antich, quien abría el relato del encuentro con estas palabras:
«Artur Mas i Gavarró (Barcelona, 1956) acaba de asumir la presidencia de la Generalitat coincidiendo con una encrucijada histórica de las relaciones entre Catalunya y España».
Lamentable y harto reveladora introducción. Para empezar, cuando se redacta un texto en lengua española no se escribe Catalunya, sino Cataluña. Del mismo modo que nadie pone London, New York, France, los United States of America o United Kingdom. Es una ridícula reverencia gramatical al nacionalismo. ¿Y qué es eso de «las relaciones entre Catalunya y España»? ¿Es que ya se han separado? Cabría hablar, en todo caso, de las relaciones entre Cataluña y el resto de España, dado que no son dos entidades aparte: la una integra y forma parte de la otra. Que alguien así haya llegado nada menos que a dirigir un periódico de gran tirada evidencia el grado de servilismo y pobreza cultural de esta taifa, donde los intelectuales han sido sustituidos por esbirros.

Metidos ya en la travesía del pregunteo, el almirante Mas se arrancó con respuestas como éstas:
«La transición nacional consiste en virar la nave de la España autonómica de los últimos treinta años hacia el derecho a decidir del pueblo catalán».
Nuestro nuevo dirigente no sólo es avezado navegante en los procelosos mares de la política, sino también en los de la semántica. Razón por la cual se nos hace imprescindible recurrir al Diccionario Arturés-Español/Español-Arturés para comprender que, en realidad, está diciéndonos algo así como: ‘Esto de la transición nacional es un pamplina que se me ha ocurrido a mí para denominar la fase siguiente al pujolismo, y que consiste en terminar de exprimir a España antes de abandonarla’.
«Nosotros estamos dispuestos a seguir colaborando en el Estado español pero con un cambio de registro. Si España pretende que el diseño de las autonomías que se hizo en su momento es inamovible, ahí no hay punto de encuentro sino de ruptura».
Traducción: ‘O el Gobierno central se deja chulear y cede a mis exigencias, o agito a la chusma y provoco la secesión ya mismo’.

Mas acaba de recibir el apoyo de otro insigne marino, Jordi Pujol, aquel opulento superviviente del buque Banca Catalana cuyo naufragio en los años ochenta tan caro nos costó a los contribuyentes españoles: 83.027 millones de pesetas, a través del Fondo de Garantía de Depósitos. El antaño ambiguo expresident por fin se deja de fingimientos y ha alentado la separación de Cataluña en un editorial del boletín del Centro de Estudios Jordi Pujol, que es una fundación dedicada a estudiar de todo excepto el paradero del tesoro del Banca Catalana, todavía sin aparecer.

Veremos cómo termina el viaje.

(En la imagen: don Artur, hecho un Popeye, parece otear inexplorados horizontes de extorsión política al Estado).

15 de enero de 2011

Desamparados

El triunfo de CiU en las elecciones ha supuesto una auténtica hecatombe económica para los integrantes del tripartito. El diario e-Notícies publicaba el pasado 29 de noviembre, que Esquerra Republicana anda preocupada por ver cómo recoloca a unos 400 altos cargos del anterior gobierno pertenecientes a su partido. Los 562.673 parados que según las últimas estadísticas del Ministerio de Trabajo hay en Cataluña que se fastidien. Aquí lo importante es enchufar de nuevo a esos altos cargos, que son altos precisamente porque han demostrado su enorme valía empobreciendo y desindustrializando la región a velocidad meteórica.

Y eso que antes ésta era una tierra de oportunidades: en 2003, por ejemplo, un mero conserje como Ernest Benach podía llegar incluso a presidente del Parlamento autonómico. Ahora él es uno de los numerosos desafortunados que se enfrentan a una difícil situación, porque durante los próximos 4 años únicamente va a cobrar 104.008,95 euros brutos anuales. Cuando cumpla los 65 años de edad tendrá que arreglárselas con una pensión vitalicia de 78.006,71 euros al año. Y para colmo ni siquiera le han dejado llevarse a casa el mp3, el bluetooth, la televisión y el reposapiés en maderas nobles que se instaló en el coche oficial (un Audi A8 Limusina, parecido al de la imagen), y que las presiones de la incomprensiva opinión pública le obligaron a retirar.

Todavía más desesperanzador es el destino que aguarda a José Montilla. Durante cuatro largos años se ha sacrificado cobrando sólo el doble que el Presidente del Gobierno de España: 144.030,12 euros anuales en el momento de dejar su cargo. Junto con otros 19.989 netos al año en concepto de dietas por desplazamientos, aunque éstos los realizaba a bordo de su vehículo oficial. A partir de ahora recibirá una paga de apenas 115.224,96 euros brutos anuales en los 2 bienios venideros (el 80% de lo que ha sido hasta ahora su sueldo, «por un período equivalente a la mitad del tiempo que han permanecido en el cargo y, como mínimo, por una legislatura») en virtud del artículo 2 del Estatuto de los Ex Presidentes de la Generalidad, aprobado en la era Pujol (Ley 6/2003, de 22 de abril). Y una asignación vitalicia a partir de los 65 años consistente en el 60% del sueldo que esté cobrando el presidente de la Generalidad en activo (artículo 3 del citado estatuto).

Pero bien sabido es que en los malos tiempos, ésos que según Chesterton a todos los hombres les tocó vivir, las familias se cohesionan fuertemente para afrontar las adversidades. Por ello es de esperar que la esposa de nuestro catalanista ex presidente de Iznájar, doña Ana Hernández, contribuya al fondo común del hogar con las muy merecidas retribuciones de sus 15 cargos públicos. Que tampoco es cuestión de que Anna y Héctor, hijos suyos y del hombre que durante su mandato ha impedido estudiar en español a las proles ajenas, no puedan continuar asistiendo al elitista Colegio Alemán (Deutsche Schule Barcelona), donde sólo les imparten una hora de catalán a la semana («Dan poco catalán, ésta es la verdad, una hora a la semana es poquísimo. Pero bueno, ya lo supliré yo más adelante. Prefiero que sepan alemán», explicó en su día a la prensa la pluriempleada mamá).

Esperemos que consigan salir adelante y superen esta dura cuesta de enero en que ya nos encontramos.