13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

14 de mayo de 2018

Quim Jong-un

Anda la secta satisfecha porque tras muchos meses vuelve a tener caudillo. Y encima en la persona de un supremacista psicótico y radical que hubiera hecho las delicias de Adolf Hitler.

A Quim Torra lo ha designado desde Alemania Carles Puigdemont mediante procedimiento digital: ¡con el dedazo! Que es como también le eligió a él Artur Mas y por lo mismo, como presidente provisional hasta su regreso. Y quien a su vez estaba puesto ahí por Jordi Pujol sin elecciones primarias de ningún tipo en CiU (dicen las malas lenguas que para que le calentara el sillón a su hijo Oriol mientras se hacía mayor y aprendía a robar bien). Todo muy democrático, muy de baix a dalt (‘de abajo arriba’), que es como cuentan ellos el proceso separatista: una ficción de políticos diligentes empujados a materializar una clamorosa demanda del pueblo catalán.

Tanto Mas como Puigdemont compartían la particularidad de parecer al principio personajes anodinos y carentes de ambición, sin capacidad de hacer sombra a quien les colocó. El problema es que cuando paladearon el poder y pasaron de llamarse Don Nadie a Molt Honorable president, se crecieron hasta cobrar vida como Pinocho. Veremos si la historia se repite con este.

No ha habido en el discurso de investidura de Torra ni una palabra «de políticas sociales, ni de educación, ni de inversiones, ni de infraestructuras, ni de sanidad» —como bien señalaba Inés Arrimadas en su intervención posterior—. Sólo recriminaciones al Estado español y vehementes declaraciones de fidelidad al ex mandatario prófugo («Quiero dejar bien claro que nuestro presidente es Carles Puigdemont»), junto con el firme compromiso de avanzar en la senda golpista:
«Seremos leales al mandato del primero de octubre: construir un Estado independiente en forma de república. […] Impulsaremos un proceso constituyente».
Es sin duda su nombramiento otra nueva afrenta a la democracia.

Un activista enjaulado asciende hasta la cima de Montserrat en la cadena humana por los mal llamados “presos y exiliados políticos”,
el pasado 28 de abril. La imagen muy bien podría resumir el grado de absurdez y de delirio en que una miríada de propagandistas
del odio mantenidos con fondos públicos como Quim Torra han terminado por sumir a la región catalana

Abogado y escritor (Ganivetades suisses, El Bibliobús de la Llibertat y Viatge involuntari a la Catalunya impossible son algunos de sus libros), con 55 años de edad Joaquim Torra Pla tiene una finca rústica y cinco pisos —dos de ellos en régimen de copropiedad al 50%—, cuyo valor catastral suma unos 450.000 euros. Además de 250.000 euros en saldos bancarios y un plan de pensiones, según la Declaración de bienes que el 11 de enero efectuó al Parlamento autonómico. Asimismo ostenta el 99% de Acontravent, la editorial que fundó y con la cual ha publicado buena parte de su obra. Pero no es precisamente su calidad literaria lo que ha atraído la atención de la oposición y los medios de comunicación estos días, sino una bochornosa sarta de tuits racistas, que aunque borró en 2015 debido a las críticas recibidas cuando sustituyó a Muriel Casals al frente de Òmnium Cultural, han sido afortunadamente recuperados:
«Vamos en coches particulares y nos lo pagamos todo, nosotros no hacemos como los españoles». (04-04-2013).
«Vivimos ocupados por los españoles desde 1714». (24-03-2013).
«El fascismo de los españoles que viven en Cataluña es infinitamente patético, repulsivo y borde». (31-12-2012).
«Si seguimos aquí algunos años más corremos el riesgo de acabar tan locos como los mismos españoles». (04-12-2012).
«Los catalanes votamos y los españoles vienen a vigilarnos. ¡Fuera de aquí de una vez! Idos, dejadnos vivir en paz». (25-11-2012).
«Vergüenza es una palabra que los españoles hace siglos que han eliminado de su diccionario». (06-06-2012).
«Los españoles sólo saben expoliar». (06-06-2012).
Mas su actividad en prensa es incluso peor. En su artículo «Espanya necessita un psiquiatre» (‘España necesita un psiquiatra’), publicado el 8 de septiembre de 2015 en la edición para el Bajo Penedés de delCamp.cat, calificaba de «psicópatas» a Quevedo, el Conde-duque de Olivares, Felipe V y Alejandro Lerroux:
«España necesita un psiquiatra. Es obvio y es urgente, porque uno se espeluzna del nivel al cual ha llegado el atormentado cerebro español».
Diario El Món, 19 de diciembre de 2012: en «La llengua i les bèsties» (‘La lengua y las bestias’), escribe:
«Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que mascan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con verdín, contra todo lo que representa la lengua. […] Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. Se pasean impermeables a cualquier evento que represente el hecho catalán. Les crea urticaria. Les rebota todo lo que no sea español y en castellano».
La Fiesta Nacional de España del año 2010 le ocasionó en la víspera esta regurgitación de odio que bajo el título «“Día de la raza”, però quina raça?» (“‘Día de la raza’, ¿pero qué raza?”), ha quedado plasmada en El Matí Digital:
«España, esencialmente, ha sido un país exportador de miseria, material y espiritualmente hablando. Todo lo que han tocado los españoles se ha convertido en fuente de discriminaciones raciales, diferencias sociales y subdesarrollo. La “Madre Patria” ha acabado devorando siempre a sus hijos y les ha dejado la peor de las herencias: una identidad contrahecha, una memoria extirpada, la suburbialización mental».
Por entonces ya se había despachado a gusto desde ese mismo diario contra la Delegada del Gobierno, en «Llanos de Luna o la “normalitat” de parlar en espanyol a Catalunya» (“Llanos de Luna o la ‘normalidad’ de hablar en español en Cataluña”. El Matí Digital. 02-01-2012), un texto trufado de referencias victimistas a 1714 y el franquismo:
«No, no es en absoluto natural hablar en español en Cataluña. No querer hablar la lengua propia del país es el desarraigo, la provincialización, la voluntad persistente de no querer asumir las señas de identidad de donde se vive. La lengua, cualquier lengua de cualquier país del mundo, es el alma de la patria. Sin lengua no hay país. Y cuando se decide no hablar en catalán se está decidiendo volver la espalda a Cataluña».
Esa obsesión contra la libertad lingüística es recurrente en su producción periodística. Y vuelve a aflorar en la forma de lamento en «Quin deteriorament!» (‘¡Qué deterioro!’. El Matí Digital. 23-11-2009):
«En Barcelona siempre acaba pasándote por delante un grupo de chicos y chicas que hablan en castellano, […] He regresado al pesimismo. ¡Qué deterioro! Sales a la calle y nada indica que aquello sea la calle de de tus padres y de tus abuelos; el castellano avanza, implacable, voraz, rapidísimamente».
Y de ahí a su vertiente más violenta: «Per un nou Prats de Molló» (‘Por un nuevo Prats de Molló’. El Matí Digital. 03-11-2010) es una vibrante apología del fallido plan de invasión de Cataluña desde los Pirineos tramado por Francesc Macià, que para Torra «resucitó el interés por ser catalán» y que le lleva a pedir un alzamiento armado en nuestros días:
«Hace falta un nuevo Prats de Molló».
2 de noviembre de 2011: en una desaparecida entrevista al diario nacionalista El Singular Digital, pero que podemos consultar gracias a la copia conservada por nuestros amigos de Archive.org, el hoy investido presidente de la Generalidad deseaba la intervención del Ejército en Cataluña:
«Necesitamos la complicidad de una serie de Estados clave en el mundo, […] Si España se equivoca y nos envía los tanques ganaremos mucho. Ojalá nos los envíen porque nos permitirá ganar alguna simpatía».
Si bien es cierto que hace pocos días el autor ha pedido disculpas, estas no parecen sinceras, a juzgar por cómo bromeó sobre el asunto desde la tribuna de la Cámara autonómica entre las risas de los suyos:
«Señora Arrimadas, estoy muy contento con su discurso. La verdad es que yo creía que los artículos que iba escribiendo por estos mundos de Dios no los leía nadie y resulta que tengo una legión de insospechados seguidores».
El ascenso al poder de Quim Torra representa un insulto a los españoles, un ataque a la convivencia y una amenaza para la legalidad. Y obedece a la consigna del cuanto peor, mejor, con que los golpistas intentarán desencallar la situación provocando que reviente por algún lado.

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