13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

27 de junio de 2011

Nazi.org

Imagen de la página inicial del sitio Nazi.org, capturada hace apenas unos instantes. A la izquierda, en el lateral, puede observarse qué banner o enlace aparece en segunda posición: uno del Partido Nacionalista Vasco.

Desconozco cuánto tiempo lleva ahí. De lo que sí doy fe es de que en el año 2005 ya estaba. Y nadie podría decir que las ideas del fundador del PNV, Sabino Arana, no habrían sintonizado con la corriente política patrocinadora de esa web.

A lo largo de sus 38 años de vida (que comenzó el 26 de enero de 1865), Sabino Policarpo Arana Goiri, procedente del carlismo, divulgó su doctrina a través de casi medio centenar de obras literarias y más de seiscientos artículos: un maniqueísmo de vascos (bizkainos) virtuosos y étnicamente superiores, esclavizados desde antiguo por todos los demás españoles (para quienes recuperó y popularizó el despectivo calificativo montañés de maketos, y a los cuales definía como «la raza más vil y despreciable de Europa»).

La siguiente es una selecta muestra de su pensamiento, que discurre entre la xenofobia, el racismo, la misoginia y el retraso mental:
«La fisionomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español inexpresiva y adusta.
»El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos) o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero).
»El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe.
»El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español, es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras, y sabréis que un bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos».
(«¿Qué somos?». Arana Goiri, Sabino. Obras Completas.
Editorial: Sabindiar-Batza. Buenos Aires, 1965).

«El bizkaino es laborioso (ved labradas sus montañas hasta la cumbre); el español, perezoso y vago (contemplad sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación). […] El bizkaino degenera en carácter si roza con el extraño; el español necesita de cuando en cuando una invasión extranjera que le civilice. […] Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas y civiles y sentiréis regocijarse el ánimo al son del “txistu”, la alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la loca más alegría; presenciad un baile español y si no os causa náuseas el liviano, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de vuestro estómago, pero decidnos luego si os ha divertido el espectáculo o más bien os ha producido hastío y tristeza. […] El aseo del bizkaino es proverbial (recordad que, cuando en la última guerra andaban hasta por Nabarra, ninguna semana les faltaba la muda interior completa que sus madres hermanas les llevaban recorriendo a pie la distancia); el español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año».
(ibíd.).

«La familia bizkaina atiende más a la alimentación que al vestido, que aunque limpio siempre es modesto; id a España y veréis familias cuyas hijas no comen en casa más que cebolla, pimientos y tomate crudo, pero que en la calle visten sombrero, si bien su ropa interior es “peor menealla”. […] Oídle hablar a un bizkaino, y escuchareis la más eufónica, moral y culta de las lenguas; oídle a un español, y si sólo le oís rebuznar, podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias».
(ibíd.).

«Antiliberal y antiespañol es lo que todo bizkaino debe ser».
(Revista Bizkaitarra, nº 1).

«Si a esta nación latina la viésemos despedazada por una conflagración intestina o una guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con fruición y verdadero júbilo, así como pesaría sobre nosotros como la mayor de las desdichas, como agobia y aflige al ánimo del náufrago el no divisar en el horizonte ni costa ni embarcación, el que España prosperara y se engrandeciera».
(Bizkaitarra, nº 5).

«Etnográficamente hay diferencia entre ser español y ser euskeriano, la raza euskeriana es sustancialmente distinta a la raza española».
(Bizkaitarra, nº 11).

«Nosotros odiamos a España con toda nuestra alma, mientras tenga oprimida a nuestra Patria con las cadenas de la esclavitud».
(Bizkaitarra, nº 16).

«Les aterra el oír que a los maestros maketos se les debe despachar de los pueblos a pedradas. ¡Ah, la gente amiga de la paz...! Es la más digna del odio de los patriotas».
(Bizkaitarra, nº 21).

«En odio al español como invasor andamos muy cortos los bizkainos patriotas de hoy, comparados con aquéllos de otros siglos que en su idioma llamaban extranjeros a los españoles y los recibían a flechazos y a tiros».
(Bizkaitarra, nº 22).

«Gran número de ellos parece testimonio irrecusable de la teoría de Darwin, pues más que hombres semejan simios poco menos bestias que el gorila: no busquéis en sus rostros la expresión de la inteligencia humana ni de virtud alguna; su mirada sólo revela idiotismo y brutalidad».
(Bizkaitarra, nº 27).

«¡Ya lo sabéis, euzkeldunes, para amar el Euzkera tenéis que odiar a España!».
(Bizkaitarra, nº 31).

«Vuestros usos y costumbres eran dignos de la nobleza, virtud y virilidad de nuestro pueblo; y vosotros, degenerados y corrompidos por la influencia española, o los habéis adulterado por completo, o los habéis reemplazado por los usos y costumbres de un pueblo a la vez afeminado y embrutecido».
(Reglamento de la Euskeldun Batzokija, centro político que fundó en julio de 1894
bajo la apariencia de sociedad cultural. Capítulo 4, punto 81).

«Al señalar al destructor de nuestras libertades y nuestras cosas, al dominador de nuestra raza, al opresor de nuestra Patria, no podemos fijarnos en una región determinada, con exclusión de las demás, sino en el conjunto de todas ellas que se llama pueblo español, estado español, nación española, en ese todo que se llama España. No es precisamente Castilla, ni Andalucía, ni Galicia, ni Cataluña, ni ninguna otra región española, la que nos ha sometido; sino el poder de la nación que, unidas todas ellas, constituyen y a la cual en lenguaje vulgar llamamos Maketania».
(Reglamento de la sociedad Euskeldun Batzokija. Capítulo 5, punto 121).

«Tanto nosotros podemos esperar más de cerca nuestro triunfo, cuanto España se encuentre más postrada y arruinada».
(Reglamento de la sociedad Euskeldun Batzokija. Capítulo 5, punto 129).

«No el hablar éste o el otro idioma, sino la diferencia del lenguaje es el gran medio de preservarnos del contagio de los españoles y evitar el cruzamiento de las dos razas. Si nuestros invasores aprendieran el Euskera, tendríamos que abandonar éste, archivando cuidadosamente su gramática y su diccionario, y dedicarnos a hablar el ruso, el noruego o cualquier otro idioma desconocido para ellos, mientras estuviésemos sujetos a su dominio».
(Reglamento de la sociedad Euskeldun Batzokija. Capítulo 7, punto 186).

«El roce de nuestro pueblo con el español causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón, apartamiento total, en una palabra, del fin de toda humana sociedad. Y muerto y descompuesto así el carácter moral de nuestro pueblo, ¿qué le importa ya de sus caracteres físicos y políticos?».
(Periódico Baserritarra, nº 11).

«Esos defectos de esta infeliz mitad del género humano son ingénitos en ella e inseparables de su sexo: si la mujer, con lo vana que es, amara, el mundo sería una orgía continua y de sus locuras estaría saturada la vida social; y si es vana e inferior al hombre, es decir, si no tiene tanto seso y corazón como éste, es porque, de suceder lo contrario, la lucha entre el hombre y la mujer sería terrible desde el hogar doméstico hasta las esferas más elevadas del gobierno de los pueblos. La mujer, pues, es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades de la naturaleza humana: por eso fue ella la que primeramente cayó. Pero por eso de ser precisamente inferior al hombre en cabeza y corazón, por eso el hombre debe amarla: ¿qué sería de la mujer si el hombre no la amara? Bestia de carga, e instrumento de su bestial pasión; nada más».
(Carta a un amigo, datada el 13 de noviembre de 1897).

«Nosotros, los vascos, evitemos el mortal contagio, mantengamos firme la fe de nuestros antepasados y la seria religiosidad que nos distingue, y purifiquemos nuestras costumbres, antes tan sanas y ejemplares, hoy tan infestadas y a punto de corromperse por la influencia de los venidos de fuera».
(Semanario La Patria, nº 39).
En la ciudad de Barcelona, una transitada calle de la zona alta de la Diagonal honra a Sabino Arana llevando su nombre. A doña Emilia Aldomà Sans, asesinada el 10 de septiembre de 1987 por la organización terrorista separatista Terra Lliure a la edad de 62 años, no le han dedicado ninguna.

12 de junio de 2011

Las cárceles de la ignorancia

Ayer, escogí convertirme en hombre-masa orteguiano y diluirme entre la muchedumbre que dedica las tardes del sábado a realizar la compra semanal en el supermercado. Como primero siempre hago, encaminé los pasos hacia la sección de pescadería, por ver si la habitaba alguna lubina de buen tamaño que mereciera acomodo en mi cesta. Me confieso admirador culinario de esa exquisita especie. Su nombre deriva de aquél en latín con que la bautizara el naturalista romano Plinio el Viejo, después de observar las similitudes entre su comportamiento depredador y el del lobo.

Mientras los mayores compraban, tres niños se entretenían en jugar con unos bogavantes aún vivos que aguardaban su fatal destino sobre hielo picado. La escena me pareció bastante cómica. La más pequeña del grupo debía de tener siete u ocho años. Me miró, y de sus labios nacieron una sonrisa y una frase ininteligible.

—¿Cómo dices? —le pedí.

Repitió lo dicho, pero nada, yo seguía sin entenderla. Me incliné todavía más para intentar oírla mejor. Y ella correspondió amablemente a mis esfuerzos con un tercer y definitivo intento:

—¿Qué risas?

Mi hilaridad inicial se tornó en lástima y desazón: a la muchacha la estaban educando únicamente en catalán y lo que intentaba preguntarme, sin atinar, es: ¿de qué te ríes?

Ésa es la sociedad que está creciendo en Cataluña, con unas generaciones que hablan el español como los apaches de las películas del oeste. Y todo en aras del delirio identitario y cateto, de la colectivización de la gran memez nacionalista. Generaciones que, casi con toda probabilidad, quedarán condenadas al cautiverio, a no poder salir de este triangulito geográfico, que es la región catalana, para buscarse la vida laboralmente o ir a hacer lo que les venga en gana allá donde prefieran. Imposibilitadas hasta para mantener una simple conversación telefónica con cualquier otra parte de España en reclamación de ese pedido que no llega, o buscando corregir el típico guarismo mal transcrito en el albarán de la única empresa en la que van a poder encontrar trabajo: en una empresa de Cataluña.

Al final van a tener razón quienes sostienen que las barras de la bandera catalana son, en realidad, barrotes.