13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

31 de mayo de 2010

De Manolita a Joan

El Teatro Chino de Manolita Chen fue un famosísimo espectáculo de variedades que encontró acomodo durante el Franquismo y hasta bien entrada la Transición, e inundó de alegría la geografía española. En un trayecto largo por carretera, resultaba del todo imposible no toparse con pueblos y capitales de provincia jalonados con carteles anunciadores de su próximo paso por el lugar, del feliz acontecimiento de su visita. No había feria que se preciase que no albergara su carpa. En lugar preferente además, entre la noria y la tómbola. Sus funciones, mezcla de circo y cabaré ambulante, combinaban géneros tan dispares como la copla, la magia o las acrobacias, sin escatimar el picante aderezo de algún número considerado -para la época- transgresor.

Ya de mayor, supe que la tal Manolita no era otra que un célebre transexual galardonado con cierta vena artística. O sea, de nombre y género tan falsos como la simulada caligrafía asiática de sus rótulos. Aunque china sí era, sí; de la Pekín de Cádiz, para más señas.

Hoy compruebo con júbilo cómo el espíritu de aquello pervive con admirable energía. Sólo que, en nueva prestidigitación de su sexo, Manolita ya no es Manolita y ahora se hace llamar Joan. Joan Puigcercós, Joan Tardà, Joan Laporta, Joan Carretero, Joan Ridao... Pero continúa como siempre, paseando su teatrillo portátil por doquier para deleite popular. La localidad agraciada este domingo ha sido, nada menos, que Sabadell, otrora conocida por sus tejidos, desde ahora también por sus atracciones. Y es que Joan Chen, con un censo mangado y varias urnas indebidamente utilizadas, les ha montado una representación de lo más entretenida. Las cifras de la taquilla cantan: un entusiasta 13% de ciento setenta mil habitantes ha asistido. No se trata, la verdad sea dicha, de un éxito tan rotundo como el obtenido en el debut, en Arenys de Munt, donde se sobrepasó el 40%. Pero encontraríamos injusto que, aun así, el subvencionado productor teatral se quejase.

El programa, el de siempre: al númerito de la democracia travestida, le han seguido el del niño votante y la muy aplaudida actuación del inmigrante ilegal que, sin siquiera entender nuestro idioma, sabe decidir nuestro futuro. Aunque el artista más esperado fue, sin duda, el ilusionista, capaz de hacer aparecer de la nada un carné de los Països Catalans y colarlo como auténtico para identificarse. No cabe duda, la calidad del entretenimiento sigue siendo la misma que hace cinco décadas.

La prensa ha tomado buena nota de todo y ya se publicita que la gira continuará por el resto de la región catalana. Y el público, el público regresó satisfecho a sus casas, que es lo importante.

16 de mayo de 2010

Humor catalán, no: humor catalanista

Mírenles, mírenles... no se sabe bien si son el Tricicle... o aquel antiguo trío cómico-musical, La Trinca, en horas bajas por la crisis y a punto de entrar a un bolo. La imagen, publicada por el diario NacióDigital.cat, corresponde al momento en que tres activistas presentaron anteayer en el Parlamento de Cataluña una solicitud formal para la celebración de un referéndum de independencia a nivel regional, análogo a los ya realizados extraoficialmente en 462 municipios catalanes.

Hasta ahí, nada nuevo bajo el sol. El mismo martilleo secesionista de siempre, el rayo que no cesa, como titulara a uno de sus poemarios Miguel Hernández. Lo curioso del caso es que estos tres, que atienden por Xavier Borràs, Miquel Angel Gràcia y David Vinyals —miembro de la coordinadora impulsora de las consultas—, argumentan que su petición responde «a una cuestión de dignidad nacional».

La verdad, no recuerdo haber leído u oído que ninguno de ellos, ¡ninguno!, en su abnegado ejercicio de defensa de esa dignidad “nacional” de Cataluña que tanto invocan, protestara enégicamente cuando se destapó que el gobierno del tripartito había encargado en 2007 la friolera de 1.583 informes —muchos de ellos absurdos, inútiles e impresos desde internet—, dentro de lo que la fiscalía está investigando como un posible y típico caso de corrupción institucional, de reparto a los amiguetes y asociados del dinero de todos los catalanes, así como del resto de los españoles también: más de 32 millones de euros en total. He aquí algunos de los títulos por los cuales hemos pagado astronómicas cifras:
-Diseño de un parchís y un puzzle de la casita de cartón recortable (¡verídico!, 11.368 €).
-Estudio para la implementación y diseño de una Diada del civismo a realizar en diferentes demarcaciones territoriales de Cataluña (11.832 €).
-Confección de tres juegos para móviles en catalán (6.858 €).
-Seguimiento de la concha brillante (11.990 €).
-Juegos on line sobre el mundo casteller (11.994 €).
-La ventilación natural de patios (6.896 €).
-Estudio, factores y manejo del cultivo de la chufa (11.965 €).
-Seguimiento del escarabajo de las palmeras (11.858 €).
-Estudio del murciélago Nana como control de la plaga de la mariposa del arroz en el delta del Ebro (2.328 €).
-Biografía selectiva sobre imaginación (5.480 €).
-O el siguiente, Estudio sobre el funcionamiento de los ambientadores, que concluía sus cuatro sesudas páginas de extensión con un trascendental e insospechado descubrimiento: «el olor de los ambientadores sale por la ranura de la parte superior» (1.392 €).
Nótese que ni uno solo de los citados supera los 12.000 euros, ya que, por ley, a partir de ese importe la adjudicación del estudio o dossier no puede hacerse a dedo y debe ofertarse en concurso público.

¡Y los de la foto, sin indignarse!

11 de mayo de 2010

Llega el circo al país de los relojes

Son los helvéticos nación acreedora de admiración y tradicionalmente conocida por su elevado desarrollo. Baste explicar, como anécdota, que la única estatua de toda Suiza erigida a un militar lo es en honor del valiente general que impidió una contienda armada entre civiles momentos antes de que estallase.

Debieron de quedarse patidifusos los civilizados habitantes de Ginebra cuando este sábado sufrieron el desembarco de —según la policía local— unos 1.600 autonombrados representantes de Cataluña, que fueron a montar el numerito y realizar su habitual exaltación del aldeanismo. Tenían como objetivo la sede de las Naciones Unidas, ante cuya puerta entonaron a coro el ya consabido Somos-una-nación-oprimida-por-la-malvada-España-snif. La manifestación, que venía siendo anunciada en medios separatistas desde semanas antes y contaba con la pública adhesión de algún que otro gacetillero del Régimen y un par de actores secundarios de telenovelas de TV3, estuvo convocada por 84 organizaciones separatistas —¿subvencionadas, cuántas? ¿Todas?—, las cuales reconocieron una asistencia de gente menor de la esperada. Asistencia que ha sido, también, más baja que la registrada a otro acto similar el pasado año en Bruselas.

Dos días antes, el jueves 6 de mayo, ya habían entregado al Consejo de Derechos Humanos una carta donde reclamaban el derecho de autodeterminación que se contempla en los Pactos Internacionales, cenagoso concepto alumbrado y redactado después de la Segunda Guerra Mundial para la descolonización de los hasta entonces existentes imperios. Es decir, que ellos mismos ponen a su región al mismo nivel que Angola o Zambia.

Tras la lectura en inglés y catalán de un manifiesto victimista, y la berrea de imaginables consignas, los gañancitos concluyeron la función de forma muy cosmopolita: canturreando Els Segadors y bailando sardanas en medio de una plaza. No especifica, sin embargo, la noticia si soltaron por las calles algún ruc català.

(En la imagen, posando con la barretina a rosca frente a la sede de la ONU; sólo les falta el palillo en la boca y gritar algo así tipo: —Ueeeeeeeeeh, les cabreees!).