13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

22 de enero de 2014

Carmen de España

Por mucho que ella lo niegue, Carme Forcadell es española. Y doblemente: primero, porque nació en la tarraconense villa de Cherta; pero además porque preside la Asamblea Nacional Catalana (ANC), organización dedicada a promover algo tan nuestro como es el cainismo.

A ella le debemos el montaje de los más sonados aquelarres separatistas de los últimos tiempos, teñidos con tintes épicos y magnificados hasta el paroxismo por la maquinaria de propaganda de la Generalidad: la cadena humana de la Diada, el 11 de septiembre de 2013 (mal llamada Vía Catalana, pues no representaba a Cataluña ni a los catalanes); en la misma fecha del año anterior, la Marcha sobre Barcelona (nombre que evoca la célebre Marcha sobre Roma de Benito Mussolini); y —juntamente con Òmnium Cultural y otras entidades subvencionadas— la macroconcentración de este verano en el estadio del Barça, bautizada como Concierto por la Libertad.


Josep Maria Vila d'Abadal y Carme Forcadell,
dando una rueda de prensa conjunta
Desde mayo de 2012, la ANC mantiene un acuerdo de colaboración con la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), otra porción de eso que el Régimen denomina con cinismo societat civil. Su presidente y fundador, Josep Maria Vila d’Abadal, ha hecho dos grandes servicios a la Humanidad: anunciarnos la buena nueva de que Nuestro Señor Jesucristo «sería claramente independentista» (Nació Digital, 11-05-2011) y llevar años negándoles un homenaje a las víctimas del atentado contra la casa-cuartel de Vich (10 muertos y 44 heridos), localidad que regenta como alcalde. Muy recientemente, el 18 de noviembre de 2013, Vila d’Abadal ha levantado generalizada indignación al reclamar al Ministerio del Interior los 180.000 euros con que su Ayuntamiento compró los ataúdes para los asesinados por el coche-bomba de ETA aquel día de 1991.

Pero volvamos a Carme: cuando sus importantísimas ocupaciones profesionales se lo permiten, pocas cosas le gustan más que encaramarse hasta un micrófono para señalar al prójimo y conceder certificados de catalanidad; como hizo en un mitin en Barcelona, el pasado 26 de mayo:
«Nuestro adversario es el Estado español, hemos de tenerlo muy claro. Y los partidos españoles que hay en Cataluña, como Ciudadanos y el Partido Popular, que no debería llamarse Partido Popular “de” Cataluña, sino Partido Popular “en” Cataluña. Por lo tanto, estos son nuestros adversarios. El resto, somos el pueblo catalán; y el resto somos quienes conseguiremos la independencia».
Meses después, Forcadell amplió su catálogo y ahora expide carnés de demócrata también. Esto es lo que el 27 de diciembre del año que se nos acaba de ir escribía en su cuenta de la red social Facebook:
«El presidente del Gobierno español ha dicho que trabajará para que no podamos celebrar la consulta, nosotros los demócratas trabajaremos para que todos podamos votar, porque no hay nada más democrático que unas votaciones y somos independentistas porque somos demócratas».
Como ya informaba la anterior crónica de este blog —Mentirosos compulsivos—, el movimiento separatista despidió el 2013 difundiendo un fotomontaje (en formato JPG) de una falsa sentencia del Tribunal Internacional de Justicia sobre la declaración unilateral de independencia de Kosovo, con un texto apócrifo que avalaría las tesis del secesionismo catalán, y que corrió como la pólvora por toda Internet (en apenas dos días, entre el 17 y el 19 de diciembre, el número de usuarios de Facebook que lo compartieron en sus muros desde el grupo Jo dic sí a la independència, por ejemplo, creció de 130 a 1.200: casi un 1.000%).

Incluso Pilar Rahola a través de la televisión, y el lánguido presentador de TV3 Jaume Barberà por la radio, personajes ambos que en ninguna entrevista que se les realiza desaprovechan la ocasión para presumir de ser periodistas rigurosos, dieron solemne lectura al embuste como si de algo verídico se tratase (su impostura quedó magistralmente retratada en dos reportajes de Marcus Pučnik, Así construye sus bulos el nacionalismo y “La Haya, La Haya, La Haya” —divertidísima, en este, la parte sobre el abogado chungo «de Huelva» invocado por Barberà—, y también en el artículo Albert Rivera, Pilar Rahola y Kosovo, de Sonia Sierra). Resulta difícil creer que todo fuese fruto de un error, pues la opinión consultiva —que no sentencia— de la Corte de La Haya salió hace hoy tres años y medio, el 22 de julio de 2010. Y mucho, y en muchos medios, ha sido públicamente analizada por reconocidos expertos en la materia.

Carme Forcadell figura entre quienes propagaron tal infundio. El 16 de diciembre de 2013, lo colgó en su blog personal bajo el grandilocuente título de: La democracia prevalece sobre la legalidad. A los cuatro días, el 20, cuando el asunto había saltado por los aires gracias a la pericia de las múltiples y versadas voces que detectaron el engaño, Carme corrió a borrarlo. Pero lejos de pedir disculpas —o callarse, sin más—, lo sustituyó (en la misma página, con la misma fecha e igual dirección URL) por el siguiente comunicado:
«A partir de ahora las mentiras, difamaciones y tergiversaciones sobre la Asamblea Nacional Catalana irán en aumento, pero nosotros debemos mantener la calma y la serenidad.
No podemos perder el tiempo contestando a informaciones falsas, elaboradas con la intención de provocarnos y distraernos de nuestro objetivo. Todos nuestros recursos y energías a convencer a los indecisos, a hacer que los demócratas dispuestos a votar sí a la primera pregunta voten también sí a la segunda. Este es el único objetivo que debe movernos.
No contestaremos a provocaciones, ni perderemos nuestro tiempo desmintiendo falsedades.
Nosotros trabajamos por el sí a la democracia y por el sí a la independencia.
Sí y Sí».
¡Sí y sí, hemos leído bien! Con qué asombrosa capacidad le da la vuelta a la situación simulando sufrir algún tipo de maligna campaña de desprestigio y presentándose encima como víctima, cuando no había habido aquí otras «mentiras», «tergiversaciones» ni «informaciones falsas»... que las contenidas en el bodrio que ella misma colaboró en esparcir.

Son los nuevos “demócratas”. Vayamos acostumbrándonos.