13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

6 de noviembre de 2014

Crash

Seguramente todos les hemos oído anunciar el célebre xoc de trens (‘choque de trenes’), una terrible y muy gráfica evocación con que la secta nos ilustra desde hace años su firme determinación de transgredir la legalidad de manera tan grave en un futuro, que ocasione la desintegración del Estado, o al menos una profunda crisis institucional.

Que miles de personas obedientemente uniformadas
renuncien a su individualidad para formar mosaicos
humanos propios de regímenes totalitarios, indica
el grado de adoctrinamiento logrado en Cataluña
Algunos, dotados de una excesiva confianza en la solidez del sistema —y no poca guasa— han acogido la bravata vaticinando que, más que una espectacular colisión, lo que en realidad se aproxima es el rápido atropello de una bicicleta por un pesadísimo convoy Euromed lanzado sobre raíles a máxima velocidad en un tramo sin curvas. Pero la interminable carrera de desacatos y desafíos impunemente perpetrados por los separatistas hasta el día de hoy, alimenta serias dudas acerca de a quién representaría el endeble vehículo a pedales en ese amenazante símil ferroviario: si a estos... o a nuestro vapuleado Estado de Derecho.

Para los golpistas de la Generalidad y sus cómplices, esta es una intentona con coste casi cero, donde poco o nada tienen que perder (pues saben que nadie osará aplicar el artículo 155 de la Constitución para suspender la Autonomía, y aun menos procesarles por un delito de rebelión, o de sedición) y sí mucho que ganar, tanto si consuman la secesión, como si el episodio se salda con la obtención de mayores privilegios para la oligarquía catalana. Además de que los provocadores planean aprovechar cualquier contundente reacción arrancada al Estado para victimizarse ante el mundo, como siempre.

Por lo confuso e interesado de los sondeos publicados hasta la fecha, es muy difícil determinar si en Cataluña los partidarios de la secesión son los más. Que desde luego los nacionalismos constituyen una fuerza residual en el conjunto de España aparece como incuestionable, a la luz de su raquítica presencia en las Cámaras de representación de la soberanía nacional: el Congreso de los Diputados y el Senado. Pero eso no necesariamente resulta tranquilizador.

Las revoluciones y grandes revueltas, de algún modo violentas (contra la legalidad, contra el territorio, contra la población), los cambios políticos traumáticos en definitiva que han azotado las naciones, han sido impulsados en su casi totalidad por minorías. Muy activas, muy vehementes, incluso fanáticas, eso sí; a menudo integradas por gente de perfil histérico y hasta agresivo. Pero minorías al fin y al cabo. Y si triunfaron se debió a que, por miedo o por comodidad, el resto rehusaron oponerse.

¿Eran mayoritarios, por ejemplo, los fascistas cuando Benito Mussolini conquistó el poder? Ni de lejos. De hecho, las fuentes cifran en apenas 40.000 los camisas negras que, en actitud intimidatoria, acudieron desde todos los rincones del Reino de Italia en 1922 para ejecutar la funesta Marcha sobre Roma. Aunque para torcer la voluntad de Víctor Manuel III, bastaron. Porque, se desconoce si con la intención de evitar un baño de sangre, o como parte de una maniobra vil para conservar su trono, el atemorizado monarca cambió el signo de los tiempos incluyendo a Mussolini en su Gobierno y dando así paso a todo cuanto vino después; la historia rebosa de casos similares a ese (entre socios de cuota, y simpatizantes y colaboradores adheridos, la Assemblea Nacional Catalana, organización separatista que está detrás de las últimas movilizaciones multitudinarias y la cual no tuvo empacho alguno en copiar hasta el nombre para la manifestación que convocó el 11 de septiembre de 2012: Marcha sobre Barcelona, asegura contar con más de 51.000 miembros, siendo la actual población de Cataluña cinco veces menor que la italiana en aquella época, según datos del Istituto di Ricerche sulla Popolazione e le Politiche Sociali).

Como lo que haya de pasar parece inminente, pronto presenciaremos qué le sucede al ciclista Mariano.