Continuamente oigo hablar de la «deriva independentista de CiU». La expresión, repetida hasta el hastío en prensa, radio y televisión, habita el omnipresente discurso de articulistas y comentaristas de sesuda apariencia. Y con perplejidad y pesar compruebo que no han entendido nada. Pero nada de nada. Que, a estas alturas, siguen sin enterarse de qué va el asunto: Convergència no puede haber “derivado” hacia el independentismo por la sencilla razón de que es una formación separatista desde su misma fundación. ¿Deriva independentista de CiU?, nuestra nación sí que va a la deriva; y hacia un seguro hundimiento.
En la transición del franquismo a esta mal llamada democracia (o paso de una dictadura a otra) hubo dos clases de partidarios de la secesión de Cataluña: los que querían proclamarla inmediatamente... y Jordi Pujol. El ex banquero de los tics nerviosos metido a político comprendió que precipitar las cosas hubiera acabado, con toda seguridad, en un monumental fracaso. Al tiempo que hubiera cerrado la puerta a cualquier intento futuro. No quedaba entonces otra opción que edificar pacientemente los pilares de una nueva nación sin que se notase demasiado. A base de sutil adoctrinamiento de la población durante generaciones y de ir rebañando cuotas de poder, en forma de transferencias autonómicas, a los sucesivos gobiernos. Es decir, la zapa silenciosa del Estado. El corredor de fondo en contraposición con quienes pretendían lanzarse a un sprint.
Ahora asistimos al desenlace. Estamos en el tramo final de su proyecto, y no ante una lógica e incluso disculpable sublevación motivada por la “incomprensión” de Madrid, como ―en línea con el tradicional cinismo nacionalista, que hasta de sus propias canalladas culpa a los demás― se intenta que creamos.
Hace solo unas horas que Artur Mas ha alumbrado la tan esperada pregunta de su ilegal referéndum. Y ha sido un parto múltiple, además, pues dos serán las interrogaciones que planteará, una dentro de la otra, formando una combinación tan enrevesada y mamarrachenta como su progenitor. Pero a mí la pregunta que de verdad me ha interesado siempre es por qué España se encuentra en esta situación. Y esa ya la respondió de manera admirable Antonio Robles en un artículo titulado precisamente así: ¿Cómo hemos llegado a esto? Con acierto, el profesor señala como culpables a todos aquellos dirigentes que, con su cómplice inacción, llevan más de tres décadas permitiendo las fechorías del régimen nacionalista: desde las corruptelas económicas de sus líderes, hasta inconstitucionalidades como la erradicación del español de la enseñanza o las multas lingüísticas.
Resultaría casi imposible encontrar un solo lugar en el mundo que careciera de un equivalente de Mas, de Junqueras, o de cualquiera de los políticos que con ellos dos se reunieron ayer en el Palacio de la Generalidad para delinquir quebrantando el orden constitucional. La diferencia estriba en que los otros países mantienen recluidos en la marginalidad a ese tipo de sujetos, y de ningún modo se les consiente 30 años de constante desafío al Estado. Pero aquí, todos los presidentes del Gobierno de España, sin excepción, han cometido los tres mismos errores:
1.ºCreer en la existencia de un nacionalismo moderado con el cual se podía pactar (no existe el nacionalismo moderado, se trata de un espejismo; lo que sí hay es una facción del movimiento secesionista que, hipócrita y hábilmente, ha venido disimulando sus intenciones).2.ºPensar que al nacionalismo se le aplaca mediante concesiones de dinero y poder.3.ºLa convicción ―por un exceso de confianza en las capacidades personales propias, quizás― de que, llegado el momento, podrían dominar al monstruo que estaban alimentando.
Por eso ellos pasarán a la historia como los máximos responsables del terrible desastre que se nos avecina.
Se cree el ladrón que todos son de su condición.
ResponderEliminarEstos ESTAFADORES a un pueblo, estos falsarios mal llamados nacionalistas llevan dos generaciones insuflando odio a todo lo que suene a España, inventándose una anti-historia que no vivieron sus mayores, ahora dicen esos miserables que los españoles odiamos a Cataluña, eso como se come?
Pero no paran de inventar, según ese portento de Jordi Bilbeny el descubrimiento de América fue obra de un miembro de la casa real catalana, casa inexistente para empezar llamado Cristófor Colom y las carabelas por supuesto partieron de Pals d'Emporda... Manda Collons.
Por supuesto El Quijote no lo escribió Miguel de Cervantes, fue un tal Joan Miquel Servent de origen catalibán como estos miserables estafadores y para que seguir.
Nuestros gobiernitos de mierda, me refiero a los de España, son los que han alimentado a la serpiente dándole todo lo que pedían y más cuando en una democracia seria no existirían esos separatistas ni sus partidos estafadores.
Así está Ex-paña.
Nunca mejor explicado, ¿pero ahora que?, falta el mesías o el Orador que levante masas. Tristemente la historia de España se forja con personas que in extremis responde.
EliminarMuy cierto. En el fondo es una "batalla" ideológica y cultural, que no tendría porque existir, pero existe. Ninguna clase de votación y muy pocas acciones políticas para salvarse el trasero van a impedir que mucha gente aquí en Cataluña vea España como eso, como algo fuera de ellos, como un país ya extranjero y además hostil. El trabajo ideológico acumulado tras tanto tiempo no desaparece así como así, ni se puede dialogar o tratar con aquel que ya parte de una premisa contradictoria con las tuyas.
ResponderEliminarNo sé si conquistarán el presente, pero como mínimo yo me consuelo sabiendo que la historia tratará este tema tal y como debería ser tratado, y que los que lo han permitido y promovido quedarán retratados.
Suscribo lo que se ha indicado tanto por el autor como por los comentaristas. Sólo pretendo señalar un matiz más: se pude considerar que toda la sociedad española es culpable del punto al que se ha llegado, PRIMERO, porque los ciudadanos aprobamos en su día la Constitución que dejó sin cerrar el título VIII relativo a la organización territorial española, amén de redacciones ambiguas de algunos artículos que son fundamentales, y SEGUNDO, porque no solo los politicos han pecado de dejadez sino que los ciudadanos han, hemos, estado adormecidos e inactivos durante demasiado tiempo.
ResponderEliminarCreo que en este caso aceptar nuestra autocrítica por la situación es algo positivo para todos los que estamos más que hartos de la religión (que no opción política) nacionalista. Dicho esto, creo que la sociedad debería reaccionar a través de todos los mecanismos posibles que están al alcance de la mano de los ciudadanos de a pie, sea a través de asociaciones culturales, iniciativas políticas y legislativas, manifestaciones, apoyo a partidos no independentistas, etc. El problema es que no veo líderes capaces de encauzar a la ciudadanía en una sociedad como la española que se ha acostumbrado malamente, en una mezcla de pasotismo y hartazgo, a una tolerancia falsamente entendida.
Un saludo.
Y un abrazo a autor de este blog que es un faro tratando de impedir que nos sigamos durmiendo frente al catalibanismo.
Hola. Con todo mi respeto a quienes no piensan como yo: yo no vengo de una familia independentista, en mi casa hablamos castellano entre nosotros incluso con mis hijos de 9 y 6 años. Sin embargo, sí que es cierto que los últimos 8 años la critica a Cataluña y a los catalanes ha llegado a extremos insultantes para mí. A partir del embolado del Estatut en el que nos metieron tanto los de aquí como los de allí, en el que las criticas fueron hirientes, poniendo urnas en las calles de España con declaraciones de españoles sacando bilis contra los catalanes, con "cepillos con sorna" en el Congreso, con ir al TC solicitando la inconstitucionalidad de artículos aprobados por PSOE y PP en el resto de España.. . Encima teniendo que oír jaleado, más allá de motivos legítimamente económicos, una Endesa "antes alemana que catalana"... Todo esto me hizo ver en su día que esta gente a mi no me quiere... me sentía tan español como catalán, pero lo que ví muy claro es que hay mucho español que como catalán a mi no me quiere.... o al menos no quiere una parte muy mía. Así que llegados a este punto mi ligazón sentimental con el resto de España se rompió.... Ahora están dolidos porque hay gente que no quiere ser española... ¿y que hay de los que nos sentimos huérfanos en su día? En ese momento cuanto hubiera agradecido un golpe en la mesa de algún insigne político español en el que dijera "no mezcléis cosas" o “un mínimo respeto”... pero no en España mal que pese el atacar al catalán suma votos…. Y no es un tema que me hayan comido la cabeza, allí están las declaraciones… Rotos mis lazos sentimentales al final es un tema de quien me plantea un mejor plan de viabilidad. Aún no me lo han presentado ninguno de los dos. Pero lo que seguro que no tengo a estas alturas ya es una predilección por quedarme en España. Y respecto la legalidad y todo eso… no es viable en un país tener al 80% de la población de una zona que no está a gusto como están las cosas y por respuesta un “no y punto”. Si pretendes que así se solucionen las cosas mal vamos.
ResponderEliminarCon todo el respeto, le puedo decir, después de leer su comentario, que usted no se ha sentido tan español como catalán. Cuando uno quiere y siente, no cambia de idea por cuatro palabras feas. Yo llevo escuchando y viendo el odio hacia todo lo español por parte de los distintos gobiernos catalanes y una parte de la población, desde que tengo uso de razón. El hecho de por ser catalán uno es más alto, más fuerte, más guapo y más listo. La soberbia y el desdén con el que miran a los españoles... Y no me remonto a los últimos ocho años. Viene de mucho más atrás. Pues bien, ante estos agravios nunca he dejado de querer y sentir como mía a Cataluña o cualquier otra región de España. Por eso, por experiencia propia, le puedo decir y con todo respeto, que usted no se ha sentido tan español como catalán. Porque como en todas las familias, puede que algún día sus hijos le hablen mal o en tono despectivo, y no por ello va a significar que no le quieran y mucho menos, usted va a dejar de quererlos.
EliminarPor otro lado, hay algo que usted no menciona. Y son las más de tres décadas inculcando odio hacia todo lo español, de forma sistemática, por parte de los gobiernos de la Generalitat. Hay cierta hipocresía (entre otras cosas más que no vamos a mencionar) en fomentar el odio hacia una parte durante décadas, y, cuando esa parte responde, argumentar que ésta, ya no me quiere.
Respetado Anonimo, despues de leer su respuesta me ha hecho reflexionar sobre si tiene usted razon, si efectivamente en el fondo no me sentía tan español como catalán. Y le he de decir que le voy a dar la razón parcialmente: en mi familia de la misma manera que no me educaron en el "amor" al independentismo tampoco lo hicieron en el "amor" a España. Ni en el amor ni en el desapego a ninguna de las dos. Simplemente era algo con lo que nací. Y nada que decir al respecto. Como no se me "empujó" a ninguno de los dos extremos, entiendo que fui educado neutralmente al respecto.
EliminarLo que usted considera, muy legitimamente, cuatro palabras feas, a mi personalmente me dolieron por lo injusto y lo humillante. Y porque nadie, NADIE, salió en defensa de lo razonable sino que fue un pim,pam,pum con sorna incluida.
Quien se crea que por ser catalan es más alto, más fuerte, más guapo y más listo lo único que demuestra es que es el más tonto. Como mucho ha de generar misericordia en quien lo escucha.
Efectivamente como usted bien apunta viene de mucho más atras, sin embargo, los habituales comentarios que oía en Madrid de "este es mi amigo catalan, ... pero ei! que es buena gente" que uno podía escuchar como algo folclórico del pais, (en todas partes cuecen habas) se fueron convirtiendo en bilis mal dirigida.
Respecto al odio inculcado por la Generalitat que usted asegura que ha habido sobre todo lo español, yo le respeto esa opinion a pesar de no estar para nada de acuerdo, de hecho, hemos "sufrido" durante muchos años, por poner un ejemplo los comentarios del Sr. Rodriguez Ibarra y una persona con la cabeza minimamente amueblada los podría haber considerado un acto propio del que defiende lo suyo. Aquí cada cual intentaba asegurar lo suyo. Si lo ponemos en términos de "Fomentar el odio", si somos honestos aquí no ha habido ningún angelito por ninguna de las dos partes.