13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

15 de marzo de 2013

Deprisa, deprisa

La secta no sólo pretende la secesión de Cataluña: además la quiere inmediatamente. Rápido, con urgencia, ya. A principios de semana, el diario e-Notícies informaba sobre la premura por acelerar la agenda separatista bajo el titular: «ERC presiona a CiU para adelantar la consulta al 2013». En la coalición de ambas formaciones para repartirse el poder de la Generalidad, Esquerra Republicana de Catalunya es la que realmente gobierna esta Comunidad y va marcándole la pauta al presidente Artur Mas en estas cuestiones.

El mismo día de la aparición de esa noticia, el pasado 11 de marzo, Ramon Carner compartía su ansiedad con los lectores de El Singular Digital a través de una entrevista. Es presidente del Cercle Català de Negocis (‘Círculo Catalán de Negocios’), una asociación de empresarios unidos por su interés común en darle una patada al principal cliente de Cataluña: el resto de España. Entre un cúmulo de victimismo y memeces clásico («la trayectoria del Estado siempre ha sido expoliar los territorios que no eran Castilla», «nosotros siempre hemos tenido en nuestro ADN el sacrificio y el esfuerzo», «España es sinónimo de país no democrático», etc.), Carner mostró el camino hacia el paraíso y nos dijo que corriéramos:
«Si no conseguimos el Estado en seis u ocho meses, los empresarios padeceremos mucho. La única solución para devolver la confianza es que Cataluña sea un nuevo Estado de la UE y que nuestros recursos sirvan para fortalecer nuestra economía y hacerla competitiva. […] Tenemos que trabajar todos juntos para alcanzar la independencia antes de 2014. Aunque la fecha del 11 de septiembre de 2014 sería una fecha emblemática, no podemos esperar. Las empresas están capitalizadas y no hay recursos para aguantar más tiempo».
Esa data posee una importante carga emocional y movilizadora porque es la del tercer centenario de la invasión castellana de Cataluña que jamás sucedió. Pero también viene siendo tomada desde antiguo por los catalanistas como un límite u horizonte temporal que de ninguna manera debe traspasarse sin haber proclamado el Estado propio.

Para Carner, así como para los socios republicanos de CiU y una gran masa de adoctrinados impacientes, es un asunto de la máxima prioridad.


Tuit del 26-12-2012: ‘¡Cuando tengamos Estado propio
crearemos una oficina de actividades anticatalanas y
juzgaremos a personajes como el Cañas [Jordi Cañas,
diputado autonómico y portavoz de Ciudadanos]
y le [sic] condenaremos a muerte!’
Los motivos parece que son varios. Convencidos por la costosísima propaganda oficial, muchos millares de súbditos tradicionalmente refractarios a la sentimentalidad de las pamemas identitarias y de los tribalismos, han terminado abrazando las tesis separatistas por interés pecuniario. Se han tragado hasta el fondo lo de que en la independencia reside la solución a la crisis y cándidamente esperan la prometida prosperidad. Sería lógico pensar que esa gran bolsa de adeptos sobrevenidos irá desinflándose de forma gradual, hasta rozar la insignificancia, en cuanto empiece la recuperación de la economía española, cosa que, tarde o temprano, llegará. Y eso preocupa a los gerifaltes regionales.

No dejar escapar esta oportunidad de grave deterioro de nuestras instituciones surge como otra poderosa razón para precipitar el proceso rupturista. Con un presidente y un partido inanes en el Gobierno, el PSOE buscando todavía su sitio tras sus pésimos resultados electorales y la Corona noqueada por la cantidad de escándalos que han aflorado, se dibuja un panorama propicio para todo tipo de carroñeros. Gerard Figueras es aquel diputado autonómico de Convergència que, el 15 de junio de 2011, entró en la fama chillando Auxili! con voz trémula cuando una turba de indignados asedió el Parlamento catalán. Casi un año después, a finales de mayo de 2012, y ya aparentemente repuesto del susto, el gallardo Gerard instaba a los militantes de la rama juvenil de su partido, la JNC, a aprovechar la «debilidad de un Estado español que se tambalea y se hace insostenible». Debilidad que, según sigue relatando en su crónica el digital Ara, definió como «económica, institucional y democrática».

Josep Maria Terricabras es catedrático de Filosofía en la Universidad de Gerona y un icono intelectual dentro del secesionismo. En las últimas elecciones autonómicas decidió dar el salto a la política presentándose como candidato en las listas de ERC. Él se ha mostrado igualmente partidario de imprimir celeridad a las acciones a lo largo de una conversación publicada en el número de enero de Esquerra Nacional, boletín de su partido:
«Creo que las emociones, la rabia, la ilusión también son efímeras. Lo comparo siempre con el entusiasmo sexual. Tanto el entusiasmo sexual como el entusiasmo patriótico o nacional tienen una duración determinada, no pueden durar días y días. Tenemos que aprovechar este momento».
No era la primera vez que recurría a símiles “románticos” para ilustrar sus deducciones. El 13 de noviembre de 2012, en plena campaña electoral, este distinguido activista y cofundador de la Assemblea Nacional Catalana ―entidad que organizó la célebre manifestación separatista de la última Diada― había declarado lo siguiente en el número 22 de la revista Òmnium:
«Los procesos de independencia siempre son rápidos, porque si se ralentizan, se corrompen y se complican. Los procesos de emancipación son como los orgasmos, una vez lo empiezas tienes que acabarlo y no lo puedes alargar mucho».
La petite morte, como diría un francés. Abraham Lincoln aseguraba que nadie puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. El tinglado nacionalista es de tal endeblez ideológica, están tan trufado de burdas adulteraciones y mentiras, que corre serio peligro de desmoronamiento en cualquier instante. Ahí podría radicar otra de las causas de tanta prisa.