13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

20 de noviembre de 2016

Carta de amor

Contenido textual del correo electrónico recibido en la dirección de este sitio web:
«Y quien [sic] eres tu? [sic].
Para hablar así de Catalunya [sic] y su gente fomentando el odio y la xenofobia.
Voy a cursar una petición para que os cierren el blog y si no más os mostreis [sic] más respetuosos . [y deja un enigmático espacio entre la última palabra y su punto y aparte].
En el artículo definiendo a un catalán no se puede mostrar más bajeza moral».
Lo firma Juan nosequé (omito su nombre compuesto completo) Fernández y un segundo apellido que también termina en ez, y comienza por p. Como el Ratoncito. Mediante una rápida búsqueda en Internet, compruebo la existencia real de alguien llamado de ese modo, joven, muy joven. No parece que haya proporcionado una identidad ficticia. Tal vez sea uno de esos “charnegos abducidos” a lo Eduardo Reyes o Gabriel Rufián, pero encima sin cobrar, gratis total, que de tanta utilidad están resultando para la excluyente oligarquía tresporcientista (nótese su bajísimo nivel gramatical, igual de alarmante que el de los mensajes de aquel otro iracundo comunicante reproducidos hace ahora cuatro años en El bloguero tiene quien le escriba).

Manifestación contra una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que tumbaba la inmersión lingüística, el 24 de junio
de 2014. Décadas de sistemática erradicación del español de la enseñanza y de la vida pública en general han generado una legión
de ágrafos que, como el autor de la amenaza, ni siquiera saben despotricar correctamente en nuestra lengua común

Y deduzco que el “artículo” al cual se está refiriendo el instruido caballero es una antigua crónica titulada Bestiario (07-10-2014) —aquella de: «Un nacionalista catalán es alguien que no quiere ser solidario con Cáceres pero pretende hacer creer que dentro de la Unión Europea, sí lo sería con Chipre. […] que llama derecho a decidir (dret a decidir) a hurtar a los demás españoles su derecho a votar sobre cuestiones de soberanía nacional, que nos afectan a todos, […] que se aprovecha de las sentencias judiciales y leyes españolas que le convienen, y se salta las que no», etcétera—, ya que su jovial misiva llega apenas 24 horas después de que yo me entretuviese en colgarla en Facebook. O quizá no, quizá se refiriera a la descripción satírica de la sección ¿Qué es un catalibán?, ¡cualquiera sabe!

Sólo unos minutos mediaron hasta que le di afectuosa respuesta:
«Ese truquito de fingir que criticar el nacionalismo y a los nacionalistas es promover el odio contra Cataluña y contra los catalanes, está ya muy sobado y no cuela. Y es además lo mismo que hacía Adolf Hitler: tachar públicamente de “enemigo de Alemania” a todo aquel que disintiera de sus políticas.
»Venga, majete, cúrratelo un poco e inténtalo de nuevo con alguna otra argucia más ingeniosa».
Y es que la triquiñuela no es ni mucho menos novedosa. En la subsección El estigma de ‘anticatalán’ explico en detalle su perverso funcionamiento, y en octubre de 2014 relaté un ataque parecido a este en la crónica In fraganti (28-10-2014): consiste en la continua usurpación de la voz del pueblo de Cataluña perpetrada por los separatistas, quienes impúdicamente se arrogan su representatividad.

Recientemente, Empar Moliner, aquella pséudohumorista del Régimen que quemó una Constitución española en TV3, volvía a incendiar con este tuit alusivo a la declaración separatista aprobada en la Cámara autonómica:
«Un parlamentario catalàn que acata lo que dice el TC por encima de lo que su Parlamento ha aprobado no sirve a los catalanes».
Otra usuaria de Twitter le recordó lo obvio:
«Supongo que se refiere usted a algo menos de la mitad de los catalanes».
La bien pagada pirómana (cobra 46.000 euros anuales en la televisión de la Generalidad) sigue sin contestarle.