13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

13 de febrero de 2014

Histerismo en el oasis

Anteayer, martes, unos sesenta empresarios alemanes radicados en Cataluña emitieron un manifiesto donde alertan sobre las graves consecuencias económicas de una posible secesión (Declaración de Barcelona). Los firmantes se han constituido en la plataforma ¿Cataluña sin Europa? ¡No!, y entre ellos se encuentran directivos de renombradas multinacionales, como BASF y la siderúrgica ThyssenKrupp. Cataluña cuenta con más del 45% de las empresas de Alemania con sede en España.

Las respuestas ante tan mayúscula “afrenta” no se hicieron esperar. Esa tarde Isabel Vallet, diputada autonómica de la Candidatura d'Unitat Popular (CUP), partido que podríamos definir como catasuno, usó las instalaciones del Parlamento regional para rebatir de forma sesuda y razonada ante la prensa tales advertencias:
«Nos la trae floja lo que digan los alemanes».
Aunque han sido los chicos de ERC, socios de gobierno de Artur Mas en la actualidad, quienes han protagonizado las reacciones más comentadas. El diputado Joan Tardà, que aquella misma mañana se había hartado de invocar los conceptos «democracia», «pueblo» y «votación» en el programa Los desayunos de TVE, lanzaba un injuriante mensaje desde su cuenta en Twitter:
«Penoso que directivos de empresas alemanas, enriquecidas gracias al nazismo y cómplices de millones de asesinatos, critiquen al nacionalismo catalán».

BASF, que posee una importante planta petroquímica
en Tarragona, se ha desvinculado del manifiesto y del
debate político en Cataluña comunicando hace apenas
unas horas que su directivo actuó a titulo personal
Su compañero de formación política Josep Huguet no le ha ido a la zaga. Por algo apodado como el Lenin del Bages (su comarca de origen), de él se recuerdan sus briosos intentos de prohibir la venta de figuritas de flamenca e imaginería taurina en las tiendas barcelonesas de souvenirs cuando fue Consejero de Comercio, Turismo y Consumo de la Generalidad —para erradicar de los turistas «la impresión de que están en España», argumentaba el fulano—. Ahora, no ha dudado en comparar a esa sesentena de directivos con la temible Legión Cóndor, enviada por Hitler en la Guerra Civil y responsable del bombardeo aéreo de diversas poblaciones españolas.

La moraleja es clara: los separatistas respetan la libertad de expresión... mientras se opine igual que ellos.

Estas reacciones, del todo histéricas e impropias de quienes luego se hacen las víctimas cuando alguien halla semejanzas entre sus métodos y los del ominoso Tercer Reich, no concuerdan con la sensación de seguridad y triunfo que el movimiento secesionista está constantemente esforzándose en transmitir. Ni parecen tampoco la más inteligente manera para recomponer el tejido industrial de la maltrecha economía catalana (con 820.400 desempleados, el 22,26% de la población activa). Sobre lo de recabar la complicidad de otros países y sumar adhesiones a su causa dentro de esa estrategia que, en lenguaje netamente etarra, llaman internacionalización del conflicto ya mejor ni hablar.

Y es que muy espabilados nunca han sido, la verdad.