13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

9 de enero de 2017

Inocencia perdida

Rodeado de pasajeros enfrascados en las pantallas de sus dispositivos electrónicos, soy el único en el vagón del tren que prefiere viajar leyendo un periódico de papel, el ABC. Por su negro cauce de tinta me deslizo, hasta recalar en un artículo firmado por el presidente de Sociedad Civil Catalana, Mariano Gomà, quien, sonriente, comparece en fotografía a un lado, con la mirada extraviada hacia algún futuro tan ilusionante como el título que se ha buscado: «Un nuevo escenario es posible». Y que inaugura una retahíla de despropósitos:
«La nueva estructura del gobierno [sic] español con las responsabilidades de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que derivan su confianza en Enric Millo como Delegado del Gobierno en Cataluña abre, a mi entender, una ventana a la esperanza y a la posibilidad de ventilar el actual enrarecido ambiente renovando el aire de la comunicación fluida».
Y esa frase tan larga y tan enrevesada, para decir que le mola cantidad que Mariano Rajoy humille a la nación que representa —o sea, a todos nosotros— rebajándose a transigir con delincuentes empeñados en destruirla.
«El hecho es una buena noticia para Cataluña y el pueblo catalán que anda a la deriva, perdido en el laberinto del camino inexistente o cortado, el circuito sin fin o el regreso a la puerta de entrada; y a sabiendas de que la ya fracturada sociedad sufrirá la dolorosa frustración de unos y el camino de la alegría y la esperanza de otros, lo cierto es que se abrirá la senda del progreso, el crecimiento y la credibilidad para y con España y sus comunidades.
»Vamos a asistir en breve a nuevos gestos de aproximación, guiños y manos tendidas puesto que básicamente ese desbloqueo es sin duda de interés general así como también lo es el tema de la financiación, inversiones, reconocimientos culturales y lingüísticos, junto con otros temas de especial sensibilidad para los catalanes».
¡«Reconocimientos culturales y lingüísticos», dice! Quienes no tenemos “reconocidos” nuestros derechos lingüísticos somos los castellanohablantes, sometidos como estamos a un férreo monolingüismo en catalán, inconstitucionalmente multados por no rotular a gusto del régimen tresporcientista, e inquiridos por una policía lingüística que coadyuva en la extirpación del español para cercenar los lazos culturales y afectivos que nos unen con el resto de España. Nosotros, privados de escolarización pública en nuestra lengua materna, la cual ha sido ya eliminada —pese a ser idioma oficial— de los paneles informativos y las señales de tráfico, proscrita en las numerosas televisiones y radios al servicio de la Generalidad y, en general, erradicada de cuantas comunicaciones dirigen las distintas Administraciones locales al ciudadano. ¿A qué reconocimientos se refiere entonces Gomà?

El adoctrinamiento nacionalista empieza ya en la edad
infantil, a través de los libros de texto en las escuelas
y de los medios de comunicación, así como mediante
actividades lúdicas aparentemente inocuas pero con
carga política dirigida a mentes todavía sin formar
Pero es que, en cierto modo, también asume las reivindicaciones y los plañidos derivados del falso “expolio fiscal”, al proponer mejoras en la «financiación» y las «inversiones» públicas como posibles bazas a esgrimir por el Ejecutivo en su negociación. ¿De verdad cree que esto se arregla con más dinero?
«Y en ese escenario es imprescindible que el gobierno catalán y las formaciones que abogan por la secesión, aunque sepan de su imposibilidad, en lugar de organizar aquelarres y foros de gran toxicidad bien aireados por algunos medios, respondan de forma abierta y sincera a ese llamamiento».
Las palabras sinceridad y secesión jamás pueden ir dentro de la misma oración. Porque el movimiento separatista no es otra cosa que un inmenso —y carísimo— tinglado de naturaleza cínica, sustentado sobre mentiras e impúdicas falsificaciones de nuestra historia común, que explota afrentas inventadas mientras promete paraísos de ficción. ¡Pero quién ha elegido a este señor para ese cargo! Recordemos que desde el pasado 25 de octubre, Mariano Gomà (antes Gomá) preside una organización supuestamente dedicada a combatir el secesionismo. O eso reza al menos el manifiesto fundacional de SCC (23 de abril de 2014).
«Puesto que si por el contrario cierran la puerta en las narices al diálogo después de haber torturado a todo el mundo con el discurso del victimismo por sentirse abandonados, robados, insultados y vilipendiados; nadie les creerá ya más, el pueblo catalán no les entenderá el gesto y consecuentemente les dará la espalda. Y todo ello será la estocada final al procés y a las aspiraciones de mucha gente, pues no hay nada peor que la rebelión de los propios creyentes y seguidores».
¿Por qué engloba al «pueblo catalán» si sabe que los pesados de la estelada son minoría? Y la adoctrinada multitud de «creyentes»y «seguidores» no «dará la espalda» a sus líderes, porque para eso lleva décadas digiriendo propaganda destinada a su emocionalidad en lugar de al intelecto. De ahí que el nivel de debate de cualquiera de ellos se reduzca a una invariable repetición de eslóganes y dogmas, sin atisbo de autocrítica, que a menudo apuntalan con descalificaciones personales para amedrentar al interlocutor (fatxa, mesetari, invasor, colono, imperialista). Es el fruto del meticuloso plan pujolista, desvelado por la prensa con el nombre de Programa 2000 (El Periódico de Catalunya, 28-10-1990), para fanatizar a las masas inoculándoles odio («Memorial de agravios: Cataluña es una nación discriminada que no puede desarrollar libremente su potencial cultural y económico. Descubrimiento, constatación, ponderación y divulgación de los hechos discriminatorios, carencias, etcétera, de forma clara, contundente y sistemática. Remarcando la incidencia negativa que esto tiene para el conjunto del pueblo catalán y para cada uno de sus ciudadanos») e infiltrando a aguerridos adeptos en los puestos clave de todos los estamentos: sindical, empresarial, periodístico, artístico, deportivo... Y con particular intensidad, en el sector educativo («Impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes. […] Reorganizar el cuerpo de inspectores de forma y modo que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza. Vigilar de cerca la elección de este personal. […] Incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas. […] Potenciar a personalidades de ideología nacionalista en los órganos rectores de las tres universidades catalanas»). Merece la pena leérselo entero.

Los objetivos declarados de los nacionalistas son dos, e irrenunciables: la secesión de Cataluña y la anexión de otros territorios (los mal llamados Països Catalans). Y jamás cejarán hasta culminar ambos, hay que pararles. De manera que, lejos de desactivar sus intenciones, cualquier concesión económica o de poder —como sugiere este Mariano, tan proclive a la claudicación y la componenda como ese otro que nos gobierna— las alentaría. Aumentando además sus recursos para embestir contra la nación.
«La sociedad está ya muy cansada de tanto inútil forcejeo y pérdida de energía, máxime cuando los problemas verdaderamente importantes son la superación de la crisis, la incertidumbre de la nueva política americana, los efectos del brexit y tanta demanda social».
No, el principal problema es la ausencia de seguridad jurídica. Porque desde la Transición, el Estado ha renunciado a exigir el cumplimiento de la Ley e incluso de la Constitución en Cataluña. La impune, la sostenida conculcación de derechos y libertades acarrea o agrava otras muchas lacras, al tiempo que ahuyenta la inversión privada debido a la incertidumbre que genera. Y concluye nuestro inspirado pensador:
«Ante todo ello, al Sr. Puigdemont se le diluyen sus aspiraciones como la gota de agua en el lago, y una inútil insistencia solo le conducirá al ridículo ante propios y extraños.
»Por todo ello creo que el diálogo debe ser necesariamente posible».
Quizás la fecha de publicación no sea casual: 28 de diciembre. Y esté el autor tomándonos por inocentes; o lo sea él en grado sumo. Pero la cara y la cruz: porque sin salir de esa misma edición del diario, en la página 3, el académico Javier Rupérez nos previene contra «la inmensa pléyade de bienintencionados bobos que en España pululan, siempre dispuestos a presumir de su capacidad para dialogar con quienes no quieren hacerlo», en un magnífico artículo que a nadie conviene perderse: «Reformistas constitucionales».