13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

26 de noviembre de 2010

¡Que vuelven los del 3%!

Algunas personas con no pocas dosis de candidez creen que si esta vez Convergència i Unió consigue formar gobierno tras las elecciones autonómicas, la situación de las libertades en Cataluña mejorará. Craso error. Sus formas son algo menos zafias que las del tripartito, eso es cierto. Pero sigue siendo una candidatura nacionalista. Y, dejemos de engañarnos, no existe el nacionalismo moderado. El nacionalismo responde a una única mentalidad y persigue un solo fin: la secesión. Indiferentemente de bajo qué siglas se presente y de cuánto se haya propuesto exprimir al resto de España antes de la ruptura.

Lo que nos trae CiU es todavía más liberticidio y persecución lingüística servidos en vistoso estuche por un vendedor de aspiradoras a domicilio que se llama Artur. Por uno con corbata de seda y sonrisa falsa. Más falsa que las cuentas del Palau y de Banca Catalana juntas. Casi tanto como la estructura del túnel de El Carmelo.

Totalitarismos como erradicar el español de las escuelas (la célebre inmersió; Ley 7/1983, de 18 de abril, de normalización lingüística en Cataluña), exigir cuotas de emisión en catalán para la concesión de frecuencias de radio y televisión, y las multas por no rotular en la lengua de Lluís Prenafeta (Ley 1/1998, de 7 de enero, de Política Lingüística) los instauró el pujolismo. Que también tejió el vasto entramado de medios periodísticos domesticados mediante generoso subvencioneo, el célebre “pesebre”. Lo que han hecho los gobiernos posteriores de los dos tripartitos es continuar la aplicación de esas leyes y directrices. Con enorme celo, desde luego.

Además, esta CiU no es ni mucho menos la misma que la de antes. Aquélla jugaba a la ambigüedad, a amagar y no dar, al sí pero no, al quizás aunque tal vez... Eso pasó a la historia. Actualmente, la formación se ha definido ya como abiertamente separatista. Cuelga banderas secesionistas (estelades) en sus sedes, y las ondea en sus mítines y en el spot de su campaña. Oriol Pujol, el hijo del Molt Honorable expresident —el biológico, se entiende; pues el hijo ideológico es y será siempre don Artur—, chilló a favor de la independencia en la manifestación del 10 de julio («yo, personalmente, la quiero», anunciaba la criatura ante los micrófonos de Catalunya Ràdio). Esa misma independencia por la que Mas viene diciendo en los últimos meses que votaría afirmativamente en un referéndum. Y fue la Convergència de ambos la que presionó a la Entidad Metropolitana del Transporte para que multase a quienes festejaron nuestro triunfo en el Mundial de Sudáfrica colgando muy irritantes banderitas españolas en sus taxis.

En el debate televisado el domingo 21 por TV3, Artur Mas hizo el mejor resumen posible de su doctrina e intenciones en tan sólo una frase que dirigió a dos de sus oponentes (y que es como para salir corriendo a pedir asilo político en alguna dictadura africana):
«Miren si este país es tolerante que ustedes vienen a la televisión nacional de Cataluña y hablan en castellano, y no pasa nada».
Qué gran corazón el suyo. Cuán indulgente. Ésa es la auténtica faz de nuestra realidad aquí en la región, que quienes no somos nacionalistas y encima nos expresamos en tan antipático idioma, somos simplemente “tolerados”. Y durante el periodo electoral nada más, que nadie se ilusione. Mientras nos piden el voto.

12 de noviembre de 2010

Llévate lo que quieras pero no escribas más

Inmerso ya en su campaña preelectoral, el 31 de octubre Joan Laporta perpetró un artículo en un subvencionadísimo diario separatista, que he traducido íntegramente para compartirlo aquí en cuanto he parado de reírme:
«Estoy plenamente convencido de lo que quiero para nuestro país [por Cataluña]. Estoy plenamente convencido desde la sinceridad y el convencimiento más profundo».
Vamos a ver ―porque mal empezamos―, ¿cómo se puede estar «plenamente convencido» desde «el convencimiento más profundo»? ¡Joan! ¡¡Joan!! Ay, si es que es sacarle del ligoteo, los jets y el champán caro, y se queda en nada. Será para arreglarlo que osa echar mano de un icono mundial de la lucha por los derechos civiles:
«Como Martin Luther King, yo también tengo un sueño. Tengo el sueño de una Cataluña libre, rica, llena, próspera, dichosa y orgullosa de su pasado, de su presente y de su futuro».
Sí, precisamente el pasado es lo que le están investigando a Laporta los jueces, sí. Prosigamos:
«Tengo el sueño de una patria capaz de gestionar su destino. Tengo el sueño de un país donde todos los agravios sufridos por las personas que viven y trabajan en Cataluña sean sólo el mal recuerdo de un pasado que pronto olvidaremos. Mirando hacia delante y trabajando juntos por nuestro futuro como nación, pronto habremos dejado atrás tiempos de injusticias impuestas».
¿Se puede ser más cursi?
«Tengo el sueño de ver a mi tierra querida como el próximo estado de la Unión Europea y del mundo. Tengo el sueño de ver a nuestros hijos y nietos vivir su lengua, su cultura y su identidad con la naturalidad de cualquier otro ciudadano de cualquier país con personalidad propia».
Yo no me puedo creer que esta bazofia literaria haya salido de él. Sin duda, debe de habérsela escrito su compañera de partido Isabel-Clara Subvenció. Digooo, Simó.
«Tengo el sueño de verlos crecer en una tierra próspera con mar, ríos, montaña, campo [como el país de los Pitufos, entonces], industria y, sobre todo, con una gente noble y orgullosa que se crece ante el trabajo y los retos, ante las adversidades y las humillaciones, una gente que sabe vivir los éxitos con medida y solidaridad voluntaria».
Es una alusión a la queja nacionalista de la solidaridad impuesta, el famoso «¡España nos roba!».
«Para que este sueño se convierta en realidad necesitamos un primer paso [ahora es cuando empieza a pedir el voto]. Hay que asumir responsabilidades y contemplar nuestro país no como una región empobrecida de un estado que no nos soluciona nuestros problemas sino como un estado con voz propia en el mundo. Hay que reclamar el bienestar que se merece nuestro trabajo: mejores pensiones para la gente mayor, mejores salarios para los trabajadores, más oportunidades para los jóvenes, más incentivos para las empresas, más recursos para los emprendedores, más sanidad, más enseñanza, más infraestructuras...».
Y esto lo está prometiendo uno que, según la auditoría de KPMG, ha dejado al FC Barcelona con una deuda de 552 millones de euros, la mayor de su historia.
«Nos lo merecemos. Tenemos, como reza la constitución norteamericana, derecho a la felicidad [suponemos que se refiere a la de Estados Unidos, porque es que en Norteamérica hay además otros dos regímenes constitucionales: los de Canadá y México. Ni de geografía sabe]. O, como proclama nuestro himno, necesitamos segar las cadenas que nos mantienen atados».
Está refiriéndose a Els Segadors, ese canto violento y fratricida que los políticos del Parlamento autonómico elevaron a himno “nacional” de Cataluña en 1993.
«Sólo depende de nosotros, de todos nosotros, tanto de los que hemos nacido en Cataluña como de los que habéis escogido este país para vivir. El próximo 28 de noviembre podemos iniciar un camino que nos lleve decididamente hacia nuestro futuro en plena libertad. El 28 de noviembre podemos dar el primer paso para conseguir el pasaporte hacia la plena prosperidad».
Impresionante. Difícil encontrar un texto con tal cúmulo de palabrería vana y memeces grandilocuentes para narcotizar a las mentes débiles. Nótese su apelación a la sensiblería patriotera del vulgo recurriendo intencionadamente nada menos que cuatro veces en su discurso ―publicado en catalán― a la palabra plena, la cual goza de especial significación en la primera estrofa de la letra de Els Segadors.

El título de esto es Fem del somni una realitat (‘Hagamos del sueño una realidad’). Pues sigue soñando, Joan. Que, como diría el Humphrey Bogart de Casablanca: siempre te quedará Uzbekistán.

3 de noviembre de 2010

Berlusporti

Coincidiendo con el advenimiento de Joan Carretero, el otro candidato que ha dado un paso al frente en la mesiánica tarea de conducir al Pueblo Elegido hacia la Tierra Prometida de la secesión y podría obtener también representación parlamentaria en las próximas autonómicas según algunos sondeos, es Joan Laporta. Por la amplia proyección pública de su figura, una numerosa facción ha depositado esperanzas en este polémico ex presidente del FC Barcelona que exhibe maneras de playboy de urbanización y aglutina en sí idénticos ingredientes a los de su colega Silvio Berlusconi: fútbol, política y mujeres.

No es la primera vez que Laporta emprende una aventura electoral. En 1996, fundó el Partit per la Independència (‘Partido por la Independencia’) junto a dos escindidos de ERC: Àngel Colom y Pilar Rahola. La formación se disolvía apenas tres años después por el estrepitoso fracaso en los primeros y únicos comicios a los que concurrió.

Vuelve ahora a intentarlo desde una posición mediática incomparablemente mejor. Él es el presidente que más ha politizado la institución azulgrana, utilizándola como activa plataforma del separatismo. Y el que más ha difundido sus posturas personales catalanistas también. Un catalanismo que sin embargo no le llevó a sacar al Barça de la Liga española de fútbol. Ni a preferir el cava de su amada tierra en vez del caro champán francés Mumm que se tiraba encima en la discoteca Luz de Gas para celebrar las victorias de su equipo (la misma marca que está degustando en la foto, mientras ejerce de Don Joan Tenori con esta joven de 22 años llamada Sana Khouja).

Mas si el otro día decíamos de su rival Joan Carretero que no se presenta a las urnas ligero de equipaje en cuanto a escándalos y procesos judiciales, éste de hoy trae maletas para parar un tren y veremos si al final no termina hospedado en el Rejas Resort. Fue acusado en 2009 de espionaje y escuchas ilegales a cuatro de sus vicepresidentes. Y por esas mismas fechas, una supuesta ex amante brasileña, de nombre Flavia Massoli, copó las páginas de la crónica rosa con detalles de su relación al tiempo que le interponía una demanda por despido improcedente de su puesto en el club, donde estaba percibiendo 2.541 euros mensuales.

Aunque peores tragos le ha deparado 2010 a nuestro galán. El socio barcelonista Lluís de Val denunció irregularidades inmobiliarias en la compra de unos terrenos en Viladecans: de las 30 hectáreas adquiridas en 2007 por 18,5 millones de euros, precio 4 veces superior al de mercado, 27 resultaron inservibles para la edificación del complejo lúdico que se proyectaba porque están enclavadas en una reserva natural. Meses más tarde, el pasado 18 de octubre, el agente Bayram Tutumlu reclamaba judicialmente 10 millones de euros al ahora candidato a presidir la Generalidad, por presuntas comisiones de intermediación en Uzbekistán. Precisamente bajo el títular «Laporta y la diva uzbeca: el presidente del Barcelona ha hecho negocios con la hija del presidente del régimen del país asiático y uno de los peores tiranos del mundo, donde existen la tortura y el esclavismo», John Carlin había publicado el 9 de mayo de este año en El País un sustancioso reportaje sobre sus andanzas en la mencionada ex república soviética, con párrafos tan espeluznantes como el siguiente:
«El régimen que preside su padre es considerado por las principales organizaciones internacionales de derechos humanos como uno de los peores del mundo. Más allá de la tortura, el asesinato y la intimidación como herramientas institucionales de persuasión, con el fin de perpetuar el poder y la riqueza de la élite de Gobierno, lo que distingue a Uzbekistán es el abuso sistemático de los niños, millones de los cuales han sido obligados a trabajar como esclavos en la cosecha del algodón, principal fuente de ingresos del “atroz” “mafia estado” uzbeco, según la definición del último informe sobre el país de Human Rights Watch».
La auditoría encargada a KPMG por el presidente entrante Sandro Rosell revela que la junta directiva laportista, tras siete años de mandato, ha dejado unas pérdidas de 48,7 millones de euros en el club deportivo. Más de 3 de esos millones (insuficientemente documentados a nivel contable, informa la prensa) se pagaron a detectives y empresas de seguridad en sólo tres años, al margen del coste de los servicios de vigilancia propios con que ya contaban las instalaciones. Han aparecido además astronómicos gastos de la temporada pasada en alquiler de aviones privados (362.000 euros), catering (576.000), entradas a un concierto de U2 para amigos y familiares (90.000), joyerías (420.000), marisquerías, hoteles, cigarros puros, perfumes y locales nocturnos, por citar algunos.

En la asamblea de compromisarios del Barcelona celebrada el 16 de octubre, la mayoría aprobó que los tribunales decidan si Joan Laporta se ha pegado la gran vida a costa de los socios. El 28 de noviembre los electores de Cataluña tenemos que decidir si en adelante se la va a pegar a costa del contribuyente.