13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

12 de noviembre de 2010

Llévate lo que quieras pero no escribas más

Inmerso ya en su campaña preelectoral, el 31 de octubre Joan Laporta perpetró un artículo en un subvencionadísimo diario separatista, que he traducido íntegramente para compartirlo aquí en cuanto he parado de reírme:
«Estoy plenamente convencido de lo que quiero para nuestro país [por Cataluña]. Estoy plenamente convencido desde la sinceridad y el convencimiento más profundo».
Vamos a ver ―porque mal empezamos―, ¿cómo se puede estar «plenamente convencido» desde «el convencimiento más profundo»? ¡Joan! ¡¡Joan!! Ay, si es que es sacarle del ligoteo, los jets y el champán caro, y se queda en nada. Será para arreglarlo que osa echar mano de un icono mundial de la lucha por los derechos civiles:
«Como Martin Luther King, yo también tengo un sueño. Tengo el sueño de una Cataluña libre, rica, llena, próspera, dichosa y orgullosa de su pasado, de su presente y de su futuro».
Sí, precisamente el pasado es lo que le están investigando a Laporta los jueces, sí. Prosigamos:
«Tengo el sueño de una patria capaz de gestionar su destino. Tengo el sueño de un país donde todos los agravios sufridos por las personas que viven y trabajan en Cataluña sean sólo el mal recuerdo de un pasado que pronto olvidaremos. Mirando hacia delante y trabajando juntos por nuestro futuro como nación, pronto habremos dejado atrás tiempos de injusticias impuestas».
¿Se puede ser más cursi?
«Tengo el sueño de ver a mi tierra querida como el próximo estado de la Unión Europea y del mundo. Tengo el sueño de ver a nuestros hijos y nietos vivir su lengua, su cultura y su identidad con la naturalidad de cualquier otro ciudadano de cualquier país con personalidad propia».
Yo no me puedo creer que esta bazofia literaria haya salido de él. Sin duda, debe de habérsela escrito su compañera de partido Isabel-Clara Subvenció. Digooo, Simó.
«Tengo el sueño de verlos crecer en una tierra próspera con mar, ríos, montaña, campo [como el país de los Pitufos, entonces], industria y, sobre todo, con una gente noble y orgullosa que se crece ante el trabajo y los retos, ante las adversidades y las humillaciones, una gente que sabe vivir los éxitos con medida y solidaridad voluntaria».
Es una alusión a la queja nacionalista de la solidaridad impuesta, el famoso «¡España nos roba!».
«Para que este sueño se convierta en realidad necesitamos un primer paso [ahora es cuando empieza a pedir el voto]. Hay que asumir responsabilidades y contemplar nuestro país no como una región empobrecida de un estado que no nos soluciona nuestros problemas sino como un estado con voz propia en el mundo. Hay que reclamar el bienestar que se merece nuestro trabajo: mejores pensiones para la gente mayor, mejores salarios para los trabajadores, más oportunidades para los jóvenes, más incentivos para las empresas, más recursos para los emprendedores, más sanidad, más enseñanza, más infraestructuras...».
Y esto lo está prometiendo uno que, según la auditoría de KPMG, ha dejado al FC Barcelona con una deuda de 552 millones de euros, la mayor de su historia.
«Nos lo merecemos. Tenemos, como reza la constitución norteamericana, derecho a la felicidad [suponemos que se refiere a la de Estados Unidos, porque es que en Norteamérica hay además otros dos regímenes constitucionales: los de Canadá y México. Ni de geografía sabe]. O, como proclama nuestro himno, necesitamos segar las cadenas que nos mantienen atados».
Está refiriéndose a Els Segadors, ese canto violento y fratricida que los políticos del Parlamento autonómico elevaron a himno “nacional” de Cataluña en 1993.
«Sólo depende de nosotros, de todos nosotros, tanto de los que hemos nacido en Cataluña como de los que habéis escogido este país para vivir. El próximo 28 de noviembre podemos iniciar un camino que nos lleve decididamente hacia nuestro futuro en plena libertad. El 28 de noviembre podemos dar el primer paso para conseguir el pasaporte hacia la plena prosperidad».
Impresionante. Difícil encontrar un texto con tal cúmulo de palabrería vana y memeces grandilocuentes para narcotizar a las mentes débiles. Nótese su apelación a la sensiblería patriotera del vulgo recurriendo intencionadamente nada menos que cuatro veces en su discurso ―publicado en catalán― a la palabra plena, la cual goza de especial significación en la primera estrofa de la letra de Els Segadors.

El título de esto es Fem del somni una realitat (‘Hagamos del sueño una realidad’). Pues sigue soñando, Joan. Que, como diría el Humphrey Bogart de Casablanca: siempre te quedará Uzbekistán.

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