13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 
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18 de marzo de 2015

50 sombras de Rajoy Brey

No olvido lo mucho que me impactó una escena de la cadena humana en la Diada de 2013: la mal llamada Vía Catalana. Durante toda la tarde seguí su retransmisión en directo a través de TV3% o como se llame eso que tanto dinero nos cuesta de nuestros impuestos. Sería injusto no reconocer que la cobertura informativa del evento era impresionante: unidades móviles, conexiones simultáneas, reporteros desplegados por múltiples puntos del trazado, mapas, banderas, infografía, analistas, comentaristas y tertulianos en el estudio. Sintonías musicales, entrevistadores y entrevistados, micrófonos para registrar el jacarandoso sonido ambiente, helicópteros sobrevolando. Puede que algún que otro dron. Y niños, muchos niños. Algunos de ellos, animados por sus mayores a colocarse ante la cámara para echarse un precioso canturreo antiespañol.

El caso es que cuando al fin arribó la mágica hora de las 17:14, repleta de simbolismo para esta grey, repicaron las campanas de las iglesias y todos se agarraron de las manos con ridícula solemnidad. La mirada, perdida. Seriedad absoluta en sus rostros. Impasible el ademán. Y bastantes de ellos, vistiendo las camisetitas amarillas que al módico precio de doce eurazos cada una, tita Carme Forcadell les había endilgado en nombre de la causa.

Cadena humana, el 11 de septiembre de 2013. Un análisis
de la ‘gigafoto’ tomada ese día revelaría posteriormente
que de los 793.683 participantes (no dos millones como
dijeron los organizadores), más de 130.000 eran niños
Permanecieron en esa pose exactamente un minuto. Después del cual sobrevino la consabida explosión de grititos histéricos (In-inda-indapandanchi-á!! GÑÑÑÑ!!), seguida de un sonoro aplauso que se dedicaron a ellos mismos.

Y ahí es cuando vino lo bueno. Porque tras esos escasos dos minutos que la astracanada tardó en concluir, la mayoría quedaron desconcertados, mirándose unos a otros, sin querer marcharse pero sin saber tampoco lo que hacer. Como preguntando para sí: ¿ya está, esto ha sido todo? Habían hecho un montón de kilómetros hasta aquella carretera en medio de la nada, ¿y sólo para eso? Así, unos optaron por sentarse en el arcén, esperando no se sabe qué, mientras los demás deambulaban de un lado a otro entre desconocidos, tratando de hacer tiempo y resistiéndose a regresar. Yo diría que aguardaban el milagro: el anuncio por megafonía de la proclamación de la República Catalana en aquel preciso instante. Y que quizás no fuese hasta entonces cuando comprendieron la futilidad de su acción. Que tanto esfuerzo y tanto gasto en el desplazamiento (despilfarro de tiempo, y también de dinero en esta terrible época de crisis) no habían dado los frutos inmediatos que imaginaban. Que las cosas continuaban exactamente igual.

Aquella fue sólo una de tantas movilizaciones, entre las que cabe citar: una gran marcha sobre Barcelona, la creación de una gigantesca V, un soporífero recital musical en el estadio del Barça con cantantes olvidados u olvidables, un adulterado tricentenario, mosaicos humanos norcoreanos, desfiles de antorchas a lo hitleriano, misivas de súplica a altos mandatarios europeos, lloriqueos a la ONU, una declaración de soberanía del Parlamento autonómico tan fraudulenta como esperpéntica... hasta culminar con el ilegal referéndum de autodeterminación del pasado 9 de noviembre, que ninguna autoridad impidió.

Pero tras tan monumental despliegue escenográfico y litúrgico, parece que el cansancio y el desaliento cunde entre las bases. Varias fuentes informan que incluso podrían estar produciéndose agrias disensiones en el núcleo dirigente del proceso separatista: los políticos y las bien engordadas entidades agitadoras. Han jugado ya todas sus bazas. Salvo una declaración unilateral de independencia (a lo cual todavía no se atreven; todavía), ninguna otra provocación más les queda por intentar. Y sistemáticamente toparon en cada ocasión con la pasividad del Gobierno, que se limitó a ir traspasándole el problema al Tribunal Constitucional.

Unos, han criticado severamente esta ausencia de respuesta de Mariano Rajoy, y no descartan que sea fruto del miedo o de un bastardo interés por mantener la puerta abierta a futuros pactos con CiU tras las elecciones. Para otros en cambio, la inacción de nuestro presidente obedece a una inteligente estrategia de desgaste del secesionismo, consistente en ignorar su creciente nivel de afrentas y rehuir toda confrontación para evitar que se victimice.

Enigmático personaje este tal Brey, quien pese a la intención anunciada por Artur Mas de abrir por el mundo 50 nuevas pseudoembajadas en los próximos meses, sigue pagándole ―entre otras― las facturas de las farmacias catalanas.

22 de enero de 2014

Carmen de España

Por mucho que ella lo niegue, Carme Forcadell es española. Y doblemente: primero, porque nació en la tarraconense villa de Cherta; pero además porque preside la Asamblea Nacional Catalana (ANC), organización dedicada a promover algo tan nuestro como es el cainismo.

A ella le debemos el montaje de los más sonados aquelarres separatistas de los últimos tiempos, teñidos con tintes épicos y magnificados hasta el paroxismo por la maquinaria de propaganda de la Generalidad: la cadena humana de la Diada, el 11 de septiembre de 2013 (mal llamada Vía Catalana, pues no representaba a Cataluña ni a los catalanes); en la misma fecha del año anterior, la Marcha sobre Barcelona (nombre que evoca la célebre Marcha sobre Roma de Benito Mussolini); y —juntamente con Òmnium Cultural y otras entidades subvencionadas— la macroconcentración de este verano en el estadio del Barça, bautizada como Concierto por la Libertad.


Josep Maria Vila d'Abadal y Carme Forcadell,
dando una rueda de prensa conjunta
Desde mayo de 2012, la ANC mantiene un acuerdo de colaboración con la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), otra porción de eso que el Régimen denomina con cinismo societat civil. Su presidente y fundador, Josep Maria Vila d’Abadal, ha hecho dos grandes servicios a la Humanidad: anunciarnos la buena nueva de que Nuestro Señor Jesucristo «sería claramente independentista» (Nació Digital, 11-05-2011) y llevar años negándoles un homenaje a las víctimas del atentado contra la casa-cuartel de Vich (10 muertos y 44 heridos), localidad que regenta como alcalde. Muy recientemente, el 18 de noviembre de 2013, Vila d’Abadal ha levantado generalizada indignación al reclamar al Ministerio del Interior los 180.000 euros con que su Ayuntamiento compró los ataúdes para los asesinados por el coche-bomba de ETA aquel día de 1991.

Pero volvamos a Carme: cuando sus importantísimas ocupaciones profesionales se lo permiten, pocas cosas le gustan más que encaramarse hasta un micrófono para señalar al prójimo y conceder certificados de catalanidad; como hizo en un mitin en Barcelona, el pasado 26 de mayo:
«Nuestro adversario es el Estado español, hemos de tenerlo muy claro. Y los partidos españoles que hay en Cataluña, como Ciudadanos y el Partido Popular, que no debería llamarse Partido Popular “de” Cataluña, sino Partido Popular “en” Cataluña. Por lo tanto, estos son nuestros adversarios. El resto, somos el pueblo catalán; y el resto somos quienes conseguiremos la independencia».
Meses después, Forcadell amplió su catálogo y ahora expide carnés de demócrata también. Esto es lo que el 27 de diciembre del año que se nos acaba de ir escribía en su cuenta de la red social Facebook:
«El presidente del Gobierno español ha dicho que trabajará para que no podamos celebrar la consulta, nosotros los demócratas trabajaremos para que todos podamos votar, porque no hay nada más democrático que unas votaciones y somos independentistas porque somos demócratas».
Como ya informaba la anterior crónica de este blog —Mentirosos compulsivos—, el movimiento separatista despidió el 2013 difundiendo un fotomontaje (en formato JPG) de una falsa sentencia del Tribunal Internacional de Justicia sobre la declaración unilateral de independencia de Kosovo, con un texto apócrifo que avalaría las tesis del secesionismo catalán, y que corrió como la pólvora por toda Internet (en apenas dos días, entre el 17 y el 19 de diciembre, el número de usuarios de Facebook que lo compartieron en sus muros desde el grupo Jo dic sí a la independència, por ejemplo, creció de 130 a 1.200: casi un 1.000%).

Incluso Pilar Rahola a través de la televisión, y el lánguido presentador de TV3 Jaume Barberà por la radio, personajes ambos que en ninguna entrevista que se les realiza desaprovechan la ocasión para presumir de ser periodistas rigurosos, dieron solemne lectura al embuste como si de algo verídico se tratase (su impostura quedó magistralmente retratada en dos reportajes de Marcus Pučnik, Así construye sus bulos el nacionalismo y “La Haya, La Haya, La Haya” —divertidísima, en este, la parte sobre el abogado chungo «de Huelva» invocado por Barberà—, y también en el artículo Albert Rivera, Pilar Rahola y Kosovo, de Sonia Sierra). Resulta difícil creer que todo fuese fruto de un error, pues la opinión consultiva —que no sentencia— de la Corte de La Haya salió hace hoy tres años y medio, el 22 de julio de 2010. Y mucho, y en muchos medios, ha sido públicamente analizada por reconocidos expertos en la materia.

Carme Forcadell figura entre quienes propagaron tal infundio. El 16 de diciembre de 2013, lo colgó en su blog personal bajo el grandilocuente título de: La democracia prevalece sobre la legalidad. A los cuatro días, el 20, cuando el asunto había saltado por los aires gracias a la pericia de las múltiples y versadas voces que detectaron el engaño, Carme corrió a borrarlo. Pero lejos de pedir disculpas —o callarse, sin más—, lo sustituyó (en la misma página, con la misma fecha e igual dirección URL) por el siguiente comunicado:
«A partir de ahora las mentiras, difamaciones y tergiversaciones sobre la Asamblea Nacional Catalana irán en aumento, pero nosotros debemos mantener la calma y la serenidad.
No podemos perder el tiempo contestando a informaciones falsas, elaboradas con la intención de provocarnos y distraernos de nuestro objetivo. Todos nuestros recursos y energías a convencer a los indecisos, a hacer que los demócratas dispuestos a votar sí a la primera pregunta voten también sí a la segunda. Este es el único objetivo que debe movernos.
No contestaremos a provocaciones, ni perderemos nuestro tiempo desmintiendo falsedades.
Nosotros trabajamos por el sí a la democracia y por el sí a la independencia.
Sí y Sí».
¡Sí y sí, hemos leído bien! Con qué asombrosa capacidad le da la vuelta a la situación simulando sufrir algún tipo de maligna campaña de desprestigio y presentándose encima como víctima, cuando no había habido aquí otras «mentiras», «tergiversaciones» ni «informaciones falsas»... que las contenidas en el bodrio que ella misma colaboró en esparcir.

Son los nuevos “demócratas”. Vayamos acostumbrándonos.

12 de septiembre de 2013

El eslabón perdido

11 de septiembre, festividad por antonomasia del nacionalismo catalán. Conmemoración de la invasión castellana de Cataluña que jamás sucedió. Barra libre de falsedades históricas y mentiras. Exhibición del peor folclorismo. Victimismo a gogó.

Como eso de una marcha multitudinaria o trashumancia a favor de la secesión ya lo hicieron el año pasado, para esta Diada la Sección de Coros y Danzas de la Generalidad eligió formar una gigantesca cadena humana. ¡Eso sí!, colándonosla como si de una iniciativa popular espontánea canalizada por la Assemblea Nacional Catalana se tratase, igual que en anteriores ocasiones.

Vía Catalana es el nombre que los organizadores dieron a esa especie de macrocorro de la patata, para seguir cultivando la perversa sinonímia entre los conceptos catalán y antiespañol. Y allí estuvieron los de siempre: subvencionados, subvencionables, fanáticos de mirada perdida, catetos levitando, tresporcientistas y cuatroporcientistas, cantantes olvidados, artistillas de rodillas, cuentatrolas, exaltados poniendo los ojos en blanco, zampacalçots con cargo al erario, intelectuales de la talla de Joel Joan, 1.714 iluminados, charnegos agradecidos, justomolineristas, gente lavando sus orígenes, el humorista Alfons López Tena ―detenido tras protagonizar un altercado―, magos capaces de convertir dinero público en privado, adictos a la catalaína, uno que quería ligar, chamanes de la nación en ciernes, tribalistas de hoy, caciquistas de ayer, subsaharianos con barretina, políticos sonrientes, robahuevos con escolta, un hijo de Pujol... y mucho, mucho gaznápiro timado con los espejuelos y las cuentas de vidrio brillantes que el régimen separatista vende como piedras preciosas.


Publicidad de un zurrón con productos autóctonos y
etiquetados en catalán, al precio de 12 euros, para
avituallar a los participantes en la cadena humana
Conectar los extremos norte y sur de Cataluña constituía un objetivo muy ambicioso. Y más así, a base de voluntarios en vez de con enfermos apuntados en las listas de espera de la sanidad catalana. Una distancia de 400 kilómetros, divididos por la organización en 78 tramos de 500 metros cada uno, que quedó finalmente cubierta de manera exitosa por cientos de miles de personas. No llegaron a ser tantas como las que consigue reunir el régimen de Corea del Norte o como las que desfilaban en Roma ante Mussolini, pero casi. Todo se andará, que por algo los métodos de propaganda y adoctrinamiento son los mismos.

No obstante, en el colorista evento de ayer pesó una importantísima ausencia: la de Artur Mas. ¿Por qué no fue el principal beneficiario e instigador del numerito?, se habrá preguntado más de uno. ¿Estaría en Liechtenstein? Si hasta parece que actúa como algunos otros presidentes de la Generalidad, que con sus encendidas arengas enviaban a los demás a luchar mientras ellos corrían en dirección contraria hacia lugar seguro. Bueno, pues no. El Molt Honorable i molt endeudado Artur rehusó acudir a entrelazar sus manos con las de sus abnegados súbditos por la sencilla razón de que él prefiere hacer las cadenas de otra manera: dando 893 millones de euros (150.000 millones de pesetas) a la cadena TV3 en los últimos tres años para que no deje de suministrar burundanga a la población. Y todo ello mientras cierra servicios hospitalarios, reduce la disponibilidad de las ambulancias, se salta las pagas extra de los funcionarios, no abona los medicamentos a las farmacias...