Anda la secta excitadísima y muy atareada, ultimando los preparativos de la manifestación de pasado mañana en la Ciudad Condal. Como cada 11 de septiembre, conmemorará el aniversario de la invasión castellana de Cataluña que jamás sucedió, la célebre Diada. Pero la de este año viene revestida de una trascendencia incomparablemente mayor. Porque, a pesar de que las mentiras históricas serán las mismas de siempre, el aparato propagandístico está alimentando la creencia de que marcará un hito en el inexorable avance hacia la secesión y significará algo así como el día menos uno de la victoria, su preludio.
Razón por la cual no se va a escatimar en gastos ―que para eso la Generalidad acaba de pedir al Gobierno un rescate financiero de Cataluña por importe de 5.023 millones de euros― y, como ya sucediera cuando el numerito del 10 de julio de 2010 contra el Tribunal Constitucional, desde todos los lugares se fletarán cientos de autocares (1.078 confirmados, por el momento) a precios reducidos (entre 5 y 12 euros el billete de ida y vuelta, según la localidad catalana de salida; los asistentes desplazados desde Osona, comarca tradicionalmente prolija en adhesiones a la causa, además recibirán un regalo a bordo valorado en 3 euros) y varios trenes, hasta un total de cuatro, para llevar gente a hacer bulto. Cuanta más, mejor. Que ya luego en los despachos oficiales se encargarán del resto y donde las fotografías aéreas reflejen una participación de apenas 70.000 almas, la cifrarán los amos en un millón y medio, y tan contentos. Si no en tres millones... ¡o en cinco! Pues menudos son. Desde luego, de dos millones doscientas mil personas no bajará el recuento que piensan hacer de ésta, eso seguro.
De la organización está encargándose la Assemblea Nacional Catalana (ANC), flamante buque insignia ―se constituyó el pasado 10 de marzo― de un extenso y caro entramado de asociaciones y plataformas separatistas creadas a la sombra de la Generalidad, pero aparentemente promovidas por particulares. Todas juntas conforman lo que el Régimen y sus recaderos disfrazados de periodistas llaman cínicamente societat civil (‘sociedad civil’).
Hoy, estas agrupaciones ciudadanas artificiales son el instrumento, el arma más poderosa de que CiU dispone para provocar agitación social sin que su papel institucional quede comprometido. Para la ejecución del trabajo sucio. Pues todas coinciden en presentar sus ruidosas actuaciones como espontáneamente surgidas de la iniciativa popular, y no del estamento político.
La movilización es declaradamente separatista, llevará por lema Catalunya, nou Estat d'Europa (‘Cataluña, nuevo Estado de Europa’). Y, aunque a los manipulados que acudirán no se les ha dicho, tiene como objetivo primordial proporcionar a Artur Mas unos infladísimos datos de asistencia que poder estrellarle en la barba a Rajoy cuando ambos se sienten a discutir un concierto económico el día 20 de este mes: o más dinero, o secesión; o financiación al gusto, o el virrey catalán deja de taponar las reivindicaciones de su pueblo dejando que las aguas de la Historia se desborden hacia el despedazamiento de España. Bien a las claras lo ha amenazado el diputado de Convergència i Unió Carles Campuzano en una entrevista:
«Si una mayoría de la sociedad catalana, como fruto del rechazo del Gobierno español al pacto fiscal, se plantea el Estado propio, así deberá ser».
Chantaje a lo bestia. Matonismo de guante blanco. Los del 3% en acción. De ahí los estrepitosos e insistentes llamamientos a manifestarse este año como nunca antes.
Pero, de entre todo, lo más asombroso es el nombre que le han puesto a la cosa ésta del martes, certificación definitiva de que los nacionalistas carecen ya de reparos en darse a mostrar abiertamente y sin tapujos: la han bautizado como Marcha sobre Barcelona. Viéndose incapaces de conseguirlo por la vía democrática, los fascistas de Benito Mussolini realizaron la Marcha sobre Roma hace ahora exactamente nueve décadas, en 1922, una intimidante demostración de fuerza mediante exhibición de masas con la que arrebataron el poder en Italia y desarticularon el parlamentarismo.
Curiosa casualidad que, en realidad, no lo es tanto.
Y lo peor de todo es que lo hacen malversando caudales públicos, con lo fácil que lo tendrían los que de verdad quisieran acabar con los nazionalismos, a base de cortarles el grifo del mana español.
ResponderEliminarpapa pitufo
Hace ya más de un año que el disparate español ha dejado de interesarme. Mi mujer es americana y yo soy español, por ese motivo decidimos comprar una casa en España y pasar aquí unos meses al año. ¡Que equivocación!.
ResponderEliminarSinceramente no creo que "el problema español" tenga solución alguna. Ahora con lo de Cataluña, que se veía venir perfectamente y que no es más que consecuencia de la política de las tres administraciones anteriores, vemos claramente en donde y con quien estamos. El resto de los españoles es completamente indiferente a las pretensiones de Mas, incluso he oído muchos comentarios casi a favor de la independencia catalana.
Si un pueblo es lo suficientemente débil, egoísta e imbécil para estar de acuerdo en tirar lo poco que tiene por la ventana, no enfrentarse a nada que le moleste y pensar (a lo Sancho Panza) en su único e individual provecho, merece sucumbir, bajar a la categoría de segundo mundo y obedecer... lo que no es imposible que suceda a pesar del esfuerzo de Europa. Ni Europa ni el resto del mundo necesita ni quiere parásitos.
Como veo que navegamos en el mismo campo, os dejo la dirección de mi blog, que creo es de vuestro agrado, tan solo hace una semana que lo cree y ha sido por la repercusión de la mayoria de mis reflexiones que público en una web de litertura, gracias y un saludo.
ResponderEliminarhttp://polifaceticasreflexiones.blogspot.com.es/2012/10/ojo-no-te-dejes-enganar.html
Perdona que sea off topic pero tienes que mirar a que niveles lamentables llega el nacionalismo
ResponderEliminarhttp://ca.wikipedia.org/wiki/Lionel_Andr%C3%A9s_Messi#Campionats_internacionals