Seguramente todos les hemos oído anunciar el célebre xoc de trens (‘choque de trenes’), una terrible y muy gráfica evocación con que la secta nos ilustra desde hace años su firme determinación de transgredir la legalidad de manera tan grave en un futuro, que ocasione la desintegración del Estado, o al menos una profunda crisis institucional.
Algunos, dotados de una excesiva confianza en la solidez del sistema —y no poca guasa— han acogido la bravata vaticinando que, más que una espectacular colisión, lo que en realidad se aproxima es el rápido atropello de una bicicleta por un pesadísimo convoy Euromed lanzado sobre raíles a máxima velocidad en un tramo sin curvas. Pero la interminable carrera de desacatos y desafíos impunemente perpetrados por los separatistas hasta el día de hoy, alimenta serias dudas acerca de a quién representaría el endeble vehículo a pedales en ese amenazante símil ferroviario: si a estos... o a nuestro vapuleado Estado de Derecho.
Para los golpistas de la Generalidad y sus cómplices, esta es una intentona con coste casi cero, donde poco o nada tienen que perder (pues saben que nadie osará aplicar el artículo 155 de la Constitución para suspender la Autonomía, y aun menos procesarles por un delito de rebelión, o de sedición) y sí mucho que ganar, tanto si consuman la secesión, como si el episodio se salda con la obtención de mayores privilegios para la oligarquía catalana. Además de que los provocadores planean aprovechar cualquier contundente reacción arrancada al Estado para victimizarse ante el mundo, como siempre.
Por lo confuso e interesado de los sondeos publicados hasta la fecha, es muy difícil determinar si en Cataluña los partidarios de la secesión son los más. Que desde luego los nacionalismos constituyen una fuerza residual en el conjunto de España aparece como incuestionable, a la luz de su raquítica presencia en las Cámaras de representación de la soberanía nacional: el Congreso de los Diputados y el Senado. Pero eso no necesariamente resulta tranquilizador.
Las revoluciones y grandes revueltas, de algún modo violentas (contra la legalidad, contra el territorio, contra la población), los cambios políticos traumáticos en definitiva que han azotado las naciones, han sido impulsados en su casi totalidad por minorías. Muy activas, muy vehementes, incluso fanáticas, eso sí; a menudo integradas por gente de perfil histérico y hasta agresivo. Pero minorías al fin y al cabo. Y si triunfaron se debió a que, por miedo o por comodidad, el resto rehusaron oponerse.
¿Eran mayoritarios, por ejemplo, los fascistas cuando Benito Mussolini conquistó el poder? Ni de lejos. De hecho, las fuentes cifran en apenas 40.000 los camisas negras que, en actitud intimidatoria, acudieron desde todos los rincones del Reino de Italia en 1922 para ejecutar la funesta Marcha sobre Roma. Aunque para torcer la voluntad de Víctor Manuel III, bastaron. Porque, se desconoce si con la intención de evitar un baño de sangre, o como parte de una maniobra vil para conservar su trono, el atemorizado monarca cambió el signo de los tiempos incluyendo a Mussolini en su Gobierno y dando así paso a todo cuanto vino después; la historia rebosa de casos similares a ese (entre socios de cuota, y simpatizantes y colaboradores adheridos, la Assemblea Nacional Catalana, organización separatista que está detrás de las últimas movilizaciones multitudinarias y la cual no tuvo empacho alguno en copiar hasta el nombre para la manifestación que convocó el 11 de septiembre de 2012: Marcha sobre Barcelona, asegura contar con más de 51.000 miembros, siendo la actual población de Cataluña cinco veces menor que la italiana en aquella época, según datos del Istituto di Ricerche sulla Popolazione e le Politiche Sociali).
Como lo que haya de pasar parece inminente, pronto presenciaremos qué le sucede al ciclista Mariano.
Al ciclista le tendrán que poner un braguero ortopédico ya que no sabe defendernos a los españoles de esos ESTAFADORES mal llamados nacionalistas, durante cuarenta años les han dejado inventarse una historia falsa, inculcar odio a s nación, España, y como verdaderas mafias que son enriquecerse mientras echaban y echan las culpas a Madrid.
ResponderEliminarDemasiado calzonazo en esta piel de toro.
Coincido en todo con el anterior comentario. Además es completamente verdad que el método aplicado para conseguir la independencia (o no, el caso es seguir mandando a sus anchas sin respetar la ley) es puramente totalitario.
ResponderEliminarSaludos
Y no solo es cosa de que Rajoy sea un calzonazos.
ResponderEliminarEs que a día de hoy, con todo lo que está saliendo de su partido, no tiene autoridad moral para pedirle nada a los ciudadanos. Mucho menos exigirles y ya imposible ponerse a las malas.
Lo único que conseguiría es una respuesta aún más desafiante por parte de los independentistas.
Dadas las circunstancias, su respuesta al desafío (no anular el acto por medio de las fuerzas del orden y actuar legalmente al día siguiente contra los colegios que abran) es lo que le queda.
Tendría que haber actuado cuando aún podía, cuando aún tenía voz para los ciudadanos.
Ahora que le pase la patata caliente al siguiente que vaya detrás de él.
Y el sucesor, si es que le interesa luchar por la unidad del Estado (porque si sale el de Podemos, vistas sus declaraciones al respecto ya nos "podemos" olvidar), lo va a tener también muy difícil.
Muchos años de adoctrinamiento para volver a ganarse la confianza de la gente y explicarles la historia como es y no como se la han tergiversado.
PD :
Estaría bien una entrada en esta página en la que el autor y los lectores diéramos nuestras ideas sobre qué haríamos hipotéticamente para solucionar el problema catalán.
Desgraciadamente yo hace tiempo que he perdido la esperanza que el gobierno central se decida a coger el toro por los cuernos, como se dice coloquialmente. Demasiados años de concesiones a la oligarquia catalana y a "molt honorables" deshonorables, que explican entre otras cosas que nos hallemos en esta situación tan kafkiana. Ahora cualquiera pone el cascabel al gato.
ResponderEliminarA mi para lo que si que me ha servido todo este movimiento manipulado desde la Generalitat y sus órganos "consultivos" tipo ANC y Omnium es para ver que un fenómeno como el nazionalsocialismo de los años 30 tiene su fiel reflejo en todo este "procés". No ha faltado de nada para dicha parafernalia: desfiles, concentraciones multitudinarias a golpe de autocar subvencionado, banderas al viento, el enemigo exterior (España) siempre amenazador, juventudes manipuladas desde los centros educativos, reinvención de la historia al gusto nacionalista, etc, etc.
Aborrezco todo este movimiento por dos cosas: una, por dividir a nuestra sociedad y a las familias que la integran que, o son unos bons catalans los unos o son unos fachas botiflers los otros por no seguir los dictámenes nacionalistas; otra, por hacer que esta tierra que fue hace no tanto exponente del progreso cultural e intelectual de este pais, ahora sea un refugio de borreguismo mediocre y de pensamiento cateto-monotemático, eso sí, acubanado a gusto de Forcadell and Cía.
en realidad, indica una cosa peor, y es que el nacionalismo español, lo que tiene es envidia, de lo que consigue el nacionalismo catalán.
ResponderEliminarpero esa realidad, no la pueden soportar algunos
Tengo nuevo blog folks! http://migueldiazromero.blogspot.com.es/ seguimos leyendo... gracias!!!!
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