Tal día como hoy hace 80 años, el 13 de junio de 1936, un trabajador de los astilleros Blohm und Voss de Hamburgo se negó a recibir con el saludo nazi a Adolf Hitler y Rudolf Hess cuando ambos asistían a la botadura del buque-escuela Horst Wessel de la Marina de guerra. Se llamaba August Landmesser y pagó muy cara su actitud sufriendo un triste final. Pero esta imagen suya, con los brazos cruzados en señal de desaprobación por las injusticias del Tercer Reich, que destaca en medio de una multitud crepitante de devoción hacia su führer, ha quedado para la posteridad como una elocuente representación del coraje y de la dignidad.
Un gesto valeinte que encumbra a la persona y al ser humano, en un régimen donde la disensión era castigada con la represión y la muerte. Toda una lección para esta sociedad actual sin valores ni verguenza.
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