13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

11 de julio de 2016

Colaboradores necesarios

Desemboco en la lectura de un artículo a través de una tuitera que sigo y que me sigue. Antinacionalista ella, lo ha enlazado en la red social del pajarito azul para divulgarlo. Porque ha debido de entusiasmarle, sin duda. Llega firmado por Javier García Fernández y no es el primero que escribe en El País. «El renacer del referéndum», se titula:
«El referéndum sobre la independencia de Cataluña ha vuelto a emerger cuando parecía superado tras la Declaración del Parlamento catalán de 9 de noviembre de 2015. Con Podemos, Izquierda Unida y En Común Podem, el referéndum renace y lo asume Puigdemont en sus últimas declaraciones. Se entiende que Puigdemont vuelva a admitir el referéndum, pues sería una salida al estancamiento en que ya ha caído la operación independentista. Se entiende menos para qué lo propugnan Podemos y sus aliados.
»El referéndum se ideó en Cataluña para intentar la ruptura con el Estado sin infringir el ordenamiento. Alguien descubrió el referéndum de Quebec y, sin apreciar las grandes diferencias constitucionales e históricas entre Canadá y España, se vio como la vía legal hacia la independencia. Quienes en ese momento estaban más interesados en el referéndum eran los independentistas que pensaron que era una opción aséptica y democrática. Y para vender mejor la mercancía se inventaron un envoltorio atractivo, el derecho de decidir».
Para extrañeza de muchos, que no le creyeron, ya en
la década de 1990 el escritor Antonio Robles advirtió
públicamente de que los maestros constituirían el
“ejército” del nacionalismo catalán
No vamos mal. De momento parece que el señor, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid según se nos informa al pie, expone una sensata visión.
«Aunque el Tribunal Constitucional, en su sentencia de 25 de marzo de 2014, admitió la conformidad constitucional del derecho a decidir si no estaba vinculado a la declaración de soberanía del pueblo catalán, todos los textos independentistas lo conciben como un prius que antecede y legitima el proceso hacia la independencia, un principio que legitimaría el derecho a salirse del Estado. Por eso hay razones democráticas para rechazar un referéndum.
»En primer lugar, a diferencia de Canadá (donde solo se planteó en Quebec), en España un referéndum provocaría similares peticiones en el País Vasco y en Galicia. Pondríamos a España en almoneda, a disposición de cualquier propuesta que surgiera, con riesgo de romper un Estado que, a diferencia de Canadá o de Checoslovaquia, empezó a asentarse hace cinco siglos. Con un Estado casi tan descentralizado como Alemania, fomentar una cadena de consultas es una frivolidad tan irresponsable como el juego de Cameron con consultas oportunistas.
»En segundo lugar, un referéndum puede conducir a una ruptura irreversible de la convivencia. Antes de que se hablara en España del consenso en la Transición, la ciencia política anglosajona había elaborado la noción de consensus como aceptación de los fundamentos esenciales de la sociedad, contrapuesto a las subculturas políticas que fragmentan la convivencia nacional. Un referéndum sobre la independencia provocaría en Cataluña una fragmentación tan elevada que dividiría a la sociedad catalana en dos bloques difíciles de soldar en mucho tiempo. En el mejor de los supuestos, la independencia alcanzaría un 50 y poco por ciento y así no se puede gestionar el consensus, pues siempre habrá una mitad que no asumirá los resultados».
Y de repente ¡zas!, sorpresón:
«En tercer lugar, un referéndum solo debe convocarse cuando la crisis de la sociedad impide totalmente otras salidas constitucionales. Pero en Cataluña las hay, a través de la reforma constitucional, aunque para ello hace falta que el Gobierno se implique y los partidos no independentistas ofrezcan sus alternativas.
»Por esos motivos, es incongruente pedir que se celebre el referéndum para votar en contra de la independencia. En Podemos, que igual que sus aliados ha descubierto tardíamente la plurinacionalidad española, se detecta un fenómeno de pereza intelectual, pues no han hecho el esfuerzo de superar la visión franquista de España y creen que los símbolos del Estado democrático, las Fuerzas Armadas y la propia unidad nacional son propios de la dictadura. ¿Qué mezcla de pereza y de ignorancia lleva a confundir la España descentralizada de la Constitución con la España franquista?».
¡Cómo que la «plurinacionalidad española»! ¿Otro que ha asumido la tramposa identificación de lengua con nación [1] y pretende endilgarnos eso de que en nuestro país coexisten varias naciones privadas de reconocimiento oficial, piedra angular del relato secesionista?
«En cuanto a Barcelona en Comú e Iniciativa, parecen creer que una Cataluña independiente sería la arcadia que cuentan algunos publicistas catalanes, pero el permanente triunfo electoral de Pujol les debería hacer reflexionar. En realidad han hecho renacer el modelo marxista-nacionalista del B.O.C. y del P.O.U.M., pero estos partían de unos supuestos ilusorios como se vió [sic] en Els moviments d'emancipació nacional de Andrés Nin, que en 1935 intentaba cohonestar movimiento nacional catalán y movimiento obrero.
»Desde 2000, el independentismo ha crecido por una sucesión de errores, el último de los cuáles [sic] fue la decisión del Gobierno de Maragall de promover un Estatuto que no era una necesidad para la mayoría de los catalanes. No acrecentemos el error con el referéndum cuando el camino de la reforma constitucional está abierto».
Desde 2000 no, sino desde mucho antes viene creciendo el separatismo. A partir de 1980 para ser precisos, año de la entronización de Jordi Pujol. Fue precisamente el periódico donde García Fernández vehicula esta pieza periodística el que, en la lejana fecha del 28 de octubre de 1990, reveló al público el célebre Programa 2000, diseñado por el entonces presidente de la Generalidad y hoy imputado por varios delitos junto con su mujer e hijos. Las directrices del plan, de 20 folios de extensión, eran inculcar el sentimiento nacionalista en la sociedad catalana mediante un férreo control en casi todos los ámbitos; completándolo con la infiltración de elementos nacionalistas en puestos clave de los medios de comunicación («incidir en la formación inicial y permanente de los periodistas y de los técnicos de comunicación para garantizar una preparación con conciencia nacional catalana», prescribe textualmente), así como de los sistemas financiero y educativo («reorganizar el cuerpo de inspectores de forma que vigilen la correcta cumplimentación de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza» e «incidir en las asociaciones de padres»).

Tras décadas de funcionamiento a todo gas de la maquinaria propagandística y de adoctrinamiento, ante el más que previsible resultado de aquella estrategia nos hallamos. Varias generaciones han sido ya educadas en el rechazo a España y a los españoles. Cuando no directamente en el odio. Y la solución jamás podrá consistir en una reforma de nuestra Carta Magna como propone el autor del artículo, quien, o nos toma por ilusos, o lo es él en grado sumo. Otro incauto más tragándose la falacia del "encaje de Cataluña en España" que tan jugosos réditos ha proporcionado a los chantajistas de la estelada desde la Transición, trasladándonos a los demás la responsabilidad de buscar acomodo legal a quienes no se quieren contentar.

Reforma constitucional, dice. ¿Para qué?, ¿para otorgar todavía mayores privilegios a la oligarquía catalana? ¡Pero si llevamos 40 años de concesiones y no ha funcionado! Al revés, con cada transferencia de poder y de dinero, se ha entregado al enemigo un nuevo instrumento con que destruir la nación española; se le ha acercado a sus dos objetivos declarados: la secesión de Cataluña y la anexión de otros territorios. Imprudente además de inútil se antoja cualquier fórmula intermedia.

Cada día me convenzo más de que el mal llamado problema catalán no es tal, sino un problema nacional. Y no solamente porque seamos todos los españoles quienes padecemos la permanente extorsión, los desprecios y las chulerías del movimiento separatista, sufragado encima con el dinero de nuestros impuestos. Lo es, principalmente, por la complicidad —buenista y cándida en unos casos, interesada en otros— de aquellos que definiéndose como no nacionalistas, les han posibilitado llegar tan lejos en su desafío.

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1. «Madre de la nacionalidad, podríamos decir de la lengua. De todos los elementos que forman la nacionalidad, la lengua es el más potente, el más influyente, el más decisivo. […] La lengua constituye la más fuerte señal de la nacionalidad. El mapa lingüístico de Europa es, en sus grandes líneas, y aparte de unas pocas excepciones, el mapa de las nacionalidades». Antoni Rovira i Virgili. El principi de les nacionalitats. 1932.
«La lengua es la manifestación más perfecta del espíritu nacional y el instrumento más poderoso de la nacionalización, y por lo tanto de la conservación y vida de la nacionalidad». Enric Prat de la Riba. La nacionalitat catalana. 1906.

3 comentarios:

  1. Saludos!!! Excelente blog, vaya wikipedia de los mas oscuros secretos separatas tienes :)

    En cuanto a lo de supuestos referéndums, es alucinante la incapacidad de una parte numerosa no ya solo de nuestros politiquillos, sino de bastantes analistas, de ver que no se puede votar nada si una parte de la población votante ha sido adoctrinada en su orientación de voto.

    Esta todo viciado, es un voto nulo desde su concepción. Si el bando secesionista tuviera un sólo ápice de razón en sus postulados, cosa que yo niego al 100%, podríamos pensar que pobrecillos ellos, ahí oprimidos en manos de la tirania mas cruel etc etc, que menos que dejarles no ya votar, sino darles su tierra prometida.

    Pero...es que es todo falso!!! Ni historia, ni economía, ni ADN, ni...como vamos a dar carta de naturaleza a unos "principios del nacionalismo catalán" si se basan en una VIL MENTIRA? Que mensaje mandamos al mundo y a las futuras generaciones?

    El problema se agudiza en el momento que contemplamos a nuestros quintacolumnistas preferidos, podemitas y similares, que con tal de mandar a la mier..esta España que ellos asocian a "la derecha" ven con buenos ojos las posiciones de aquellos que efectivamente se la quieren cargar (lo del enemigo de mi enemigo y tal).

    En un tema mas personal, sin ser catalán tengo numerosísima familia allí. Emigrantes que en busca de sustento dejaron su propia tierra sin futuro alguno para llenar los bolsillos de una oligarquía que ahora los usa como infantería para combatir a sus antepasados del resto de la nación. Mi ex-novia, a la que aun aprecio en buena medida, una persona culta y preparada, pertenece a Ómnium y tiene algunos carguillos por ahi.Solo pensar donde está y a que dedica su tiempo, hace que se me agríe el carácter.Habiendo tantas opciones en la vida y siendo tan valida, tenía que meterse ahi.Ojala el tiempo la reconduzca pero lo dudo seriamente, esta metida en eso hasta las trancas,creyente total.

    Reciba mis saludos.Espero comentar más, con este blog me identifico por completo.

    Firmare como Xtarym.

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  2. Creo que no se podría expresar mejor:
    «Otro incauto más tragándose la falacia del "encaje de Cataluña en España" que tan jugosos réditos ha proporcionado a los chantajistas de la estelada desde la Transición, trasladándonos a los demás la responsabilidad de buscar acomodo legal a quienes no se quieren contentar.»

    Otra frase de antología:
    «Cada día me convenzo más de que el mal llamado problema catalán no es tal, sino un problema nacional. Y no solamente porque seamos todos los españoles quienes padecemos la permanente extorsión, los desprecios y las chulerías del movimiento separatista, sufragado encima con el dinero de nuestros impuestos. Lo es, principalmente, por la complicidad —buenista y cándida en unos casos, interesada en otros— de aquellos que definiéndose como no nacionalistas, les han posibilitado llegar tan lejos en su desafío.»

    Otro ejemplo más: la inexplicable posición del Ministro de Cultura apoyando que la Generalidad desacate las sentencias judiciales por el patrimonio de Sijena (http://www.abc.es/cultura/abci-gobierno-aragon-considera-insultante-apoyo-cultura-cataluna-bienes-sijena-201607121429_noticia.html)

    Si Cataluña se hace independiente será por la supina estupidez de los políticos españoles, que llevan 30 años dejándose chulear.

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  3. Coincido totalmente con los puntos de vista expresados. Es evidente que en todo este "sidral", las culpas son compartidas a partes iguales: por una parte, el nacionalismo sectario y excluyente que ha ido creciendo exponencialmente gracias a los guiños interesados de la burguesia convergente, que lo ha acogido amorosamente y amamantado económicamente. Por otro lado, el Estado ha hecho una dejación manifiesta de sus funciones en Cataluña, gobierno tras gobierno y legislatura tras legislatura, que ha sido el complemento perfecto y definitivo para que este movimiento cogiera fuerza. Discrepo en lo de la supina estupidez de los políticos: el político español es corrupto, ignorante, falsario y acostumbrado (gracias a nosotros) a rodearse de prebendas, pero estúpido no. Interesado y despreocupado, con el viejo dicho de "el que venga luego que apechugue", si. Porque en definitiva, no hay vocación de verdadero Estado -de estadista con mayúsculas- en ninguno de ellos. Si cuando se puso la primera "cubana" en un ayuntamiento catalán, hecho consentido por su consistorio, al día siguiente hubiera ido la Guardia Civil o Policia Nacional con un mandato judicial, probablemente este cuento se hubiera escrito de diferente manera. Ahora está pero que muy muy complicado.

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