El triunfo de CiU en las elecciones ha supuesto una auténtica hecatombe económica para los integrantes del tripartito. El diario e-Notícies publicaba el pasado 29 de noviembre, que Esquerra Republicana anda preocupada por ver cómo recoloca a unos 400 altos cargos del anterior gobierno pertenecientes a su partido. Los 562.673 parados que según las últimas estadísticas del Ministerio de Trabajo hay en Cataluña que se fastidien. Aquí lo importante es enchufar de nuevo a esos altos cargos, que son altos precisamente porque han demostrado su enorme valía empobreciendo y desindustrializando la región a velocidad meteórica.
Y eso que antes ésta era una tierra de oportunidades: en 2003, por ejemplo, un mero conserje como Ernest Benach podía llegar incluso a presidente del Parlamento autonómico. Ahora él es uno de los numerosos desafortunados que se enfrentan a una difícil situación, porque durante los próximos 4 años únicamente va a cobrar 104.008,95 euros brutos anuales. Cuando cumpla los 65 años de edad tendrá que arreglárselas con una pensión vitalicia de 78.006,71 euros al año. Y para colmo ni siquiera le han dejado llevarse a casa el mp3, el bluetooth, la televisión y el reposapiés en maderas nobles que se instaló en el coche oficial (un Audi A8 Limusina, parecido al de la imagen), y que las presiones de la incomprensiva opinión pública le obligaron a retirar.
Todavía más desesperanzador es el destino que aguarda a José Montilla. Durante cuatro largos años se ha sacrificado cobrando sólo el doble que el Presidente del Gobierno de España: 144.030,12 euros anuales en el momento de dejar su cargo. Junto con otros 19.989 netos al año en concepto de dietas por desplazamientos, aunque éstos los realizaba a bordo de su vehículo oficial. A partir de ahora recibirá una paga de apenas 115.224,96 euros brutos anuales en los 2 bienios venideros (el 80% de lo que ha sido hasta ahora su sueldo, «por un período equivalente a la mitad del tiempo que han permanecido en el cargo y, como mínimo, por una legislatura») en virtud del artículo 2 del Estatuto de los Ex Presidentes de la Generalidad, aprobado en la era Pujol (Ley 6/2003, de 22 de abril). Y una asignación vitalicia a partir de los 65 años consistente en el 60% del sueldo que esté cobrando el presidente de la Generalidad en activo (artículo 3 del citado estatuto).
Pero bien sabido es que en los malos tiempos, ésos que según Chesterton a todos los hombres les tocó vivir, las familias se cohesionan fuertemente para afrontar las adversidades. Por ello es de esperar que la esposa de nuestro catalanista ex presidente de Iznájar, doña Ana Hernández, contribuya al fondo común del hogar con las muy merecidas retribuciones de sus 15 cargos públicos. Que tampoco es cuestión de que Anna y Héctor, hijos suyos y del hombre que durante su mandato ha impedido estudiar en español a las proles ajenas, no puedan continuar asistiendo al elitista Colegio Alemán (Deutsche Schule Barcelona), donde sólo les imparten una hora de catalán a la semana («Dan poco catalán, ésta es la verdad, una hora a la semana es poquísimo. Pero bueno, ya lo supliré yo más adelante. Prefiero que sepan alemán», explicó en su día a la prensa la pluriempleada mamá).
Esperemos que consigan salir adelante y superen esta dura cuesta de enero en que ya nos encontramos.
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