La primera mitad del título es mentira. Y la segunda, también. Ya ha transcurrido un año desde la tan cacareada manifestación contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto —que no para pedir la secesión de Cataluña, como arteramente la han presentado luego; pues no era ése, ni muchísimo menos, el lema de la convocatoria— y los separatistas continúan repitiendo incesantemente la falacia del millón y medio de asistentes, de que en unas pocas calles se congregaron casi tantos manifestantes como habitantes tiene Barcelona (1.621.537 censados, según datos del Instituto Nacional de Estadística a 1 de enero de 2010).
Nadie ha aportado todavía una sola prueba que corrobore tan disparatada cifra: ni un análisis de fotografías aéreas, ni un recuento informático efectuado a partir de imágenes, ni un cálculo de superfícies y densidad humana, ni la cuantificación de un organismo oficial u entidad —del extranjero o de aquí— independiente y medianamente fiable. Nada, absolutamente nada. Sólo la misma gran trola, burda y manoseada, que ya hasta hiede de tanto tiempo como lleva en descomposición. Recordemos que ni llenando de manifestantes la Diagonal de Barcelona, una avenida 7 veces más larga (10,2 kilómetros de longitud) y 8 metros más ancha que el Paseo de Gracia (50 metros), sería posible reunir siquiera a un millón (con una proporción de 1,7 personas/m², muy elevada para una masa en movimiento si aspiramos a que no vayan pisándose los talones unas a otras durante la marcha).
Pero es que tampoco resultó una manifestación tan civilizada y modélica como nos la han querido pintar: se produjeron varios incidentes violentos, el más grave de los cuales fue, sin duda, el intento de agresión al entonces presidente de la Generalidad, José Montilla. Sus cincuenta escoltas pasaron verdaderos apuros para repeler a los energúmenos que se abalanzaron sobre él para obsequiarle unas obleas. Frustrados en su propósito, éstos hubieron de contentarse con perseguir al de Iznájar en su huida por la calle Caspe, chillándole irreproducibles lindezas de las que se aprenden en los clubs de carretera, junto con el peor insulto de todos, aquél que los separatistas reservan sólo para sujetos especialmente odiados: español.
Además de dicho conato de linchamiento, ocurrieron otras acciones reprobables, e incluso ilegales. Entre ellas, el ultraje de banderas nacionales, pisoteándolas (como aparece arriba, en la fotografía tomada ese día y publicada en un hipersubvencionado foro secesionista) y quemándolas, delito contemplado con severas penas en el artículo 543 del Código Penal. En diversos puntos del recorrido de la manifestación, se cometió también apología del terrorismo y fratricida incitación a levantarse en armas contra el resto de la nación al irracional grito de: «¡Guerra por la tierra!».
El vídeo (a la derecha), muestra cómo unos embozados prenden fuego a una bandera española de grandes dimensiones —con bastante torpeza, por cierto—, en la confluencia de la calle Aragón con el Paseo de Gracia. Visiblemente excitados por las llamas —no hay concentración catalanista donde no incendien algo—, los presentes prorrumpen en aplausos, y corean vivas a la extinta organización terrorista Terra Lliure y consignas contra España. Hasta que alguien descubre a unos policías de paisano entre la multitud, y ésta reacciona airadamente contra ellos insultándoles, acorralándoles y lanzándoles objetos.
Alucinante. Falta más material gráfico como este.
ResponderEliminarJosep Lluís, no sé de dónde has sacado ese vídeo, pero es muy elocuente ... Muchas gracias por tu encomiable labor de desenmascaramiento de estos salvajes. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gustaría añadir que también mucha gente asistió engañada o bajo cierta presión, como Casals d' avis que les dijeron que iban de excursión a Barcelona per "defensar Catalunya" , o asociaciones sardanistas o diversos colectivos socioulturales para no perder la subvención. Esto lo sé de buena fuente.
ResponderEliminarNo dejan de ser ultras como en todos los rincones de la sociedad.
ResponderEliminarLo que le diferencia de los demás nacionalismos, es que este se ve apoyado y arengado por el propio gobierno!!! Cosa inaudita, ya que cuando esto ha sucedido el poder estaba tomado por un régimen dictatorial.
Se supone que estamos en libertad y democracia...
@Anon del 5 de agosto a las 13:47
ResponderEliminarPalabras que se lleva el viento. Lo que se necesita son detalles, detalles, detalles. Quien, cuando, donde, que... Por favor, vuelve cuando hayas recopilado algo que se pueda usar.
Los catalanes somos gente pacífica, apostamos por la paz. Estos son cuatro subnormales, y nada más. Nada representativos del sentir de nuestro pueblo. Vamos a conseguir la independencia de Cataluña sin violencia,la gran mayoría la rechazamos totalmente. Gracias.
ResponderEliminar