13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 
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29 de octubre de 2018

Décadas fanatizando

Isabel Fernández Alonso ha tenido el valor de publicar «El sketch de ‘Polònia’: medios, escuela y nacionalismo» (El Español, 23-10-2018). Ejerce los cargos de profesora titular y directora del Departamento de Medios, Comunicación y Cultura en la Universidad Autónoma de Barcelona, que es tanto como decir que está en la boca del lobo: recordemos —entre otras— las agresiones sufridas en dicha institución académica por Rosa Díez (05-03-2010), las juventudes de Sociedad Civil Catalana (14-03-2017, 12-12-2016 y 19-04-2016, esta última, incluso con navaja), o por un estudiante que osaba lucir una camiseta con el logo de Ciudadanos (02-11-2006). Y su valentía queda doblemente confirmada al enterarnos de que además es miembro de la Asamblea por una Escuela Bilingüe.

La autora aborda en su texto la cuestión de la inmersión lingüística, piedra angular del nacionalismo catalán, en cuyo sustrato ideológico residen las teorías de Johann Gottfried von Herder. Al calor del Romanticismo, este filósofo y teólogo alemán nacido en 1744, enunció que en Europa las fronteras políticas no siempre se correspondían con las fronteras nacionales; y que la lengua es el principal rasgo definitorio de una nación, por cuanto la existencia de un habla distinta presupone la existencia de una comunidad humana que durante siglos ha evolucionado sin contacto con las de su entorno. Así, la implantación en la sociedad catalana de un monolinguismo en catalán («lengua propia»), paralela a la erradicación, a la extirpación del idioma español, llegando a tacharlo de anomalía («lengua extranjera», «lengua impuesta», etc.), les resulta esencial para reivindicarse como nación. Y para reclamar como propios los territorios que se han anexionado virtualmente en su fastasmagoría imperialista de los Països Catalans (‘Países Catalanes’):
«Nuestra lengua es lo que nos caracteriza como nación». Jordi Pujol, 31-07-2011.
«La lengua, ha de quedar claro, es el nervio de nuestra nación». Josep Antoni Duran i Lleida, 23-07-2011.
«La lengua catalana era como nuestro ADN, el material genético que nos definía. Con él, éramos quienes éramos en cualquier parte. Sin él, no seríamos quienes éramos ni siquiera en Sant Pere de Roda». Pasqual Maragall. Conferencia en la Universidad de Guadalajara (México), 26-11-2004.
«Madre de la nacionalidad, podríamos decir de la lengua. De todos los elementos que forman la nacionalidad, la lengua es el más potente, el más influyente, el más decisivo. […] La lengua constituye la más fuerte señal de la nacionalidad. El mapa lingüístico de Europa es, en sus grandes líneas, y aparte de unas pocas excepciones, el mapa de las nacionalidades». Antoni Rovira i Virgili (1882-1949). El principi de les nacionalitats, 1916.
«La lengua es la manifestación más perfecta del espíritu nacional y el instrumento más poderoso de la nacionalización, y por lo tanto de la conservación y vida de la nacionalidad». Enric Prat de la Riba (1870-1917). La nacionalitat catalana, 1906.
«La lengua catalana es hoy un arma política básica». Josep Armengou i Feliu (1910-1976). Nacionalisme català, 1977.
Una niña con una bandera secesionista ilustra el
acto recientemente celebrado bajo el lema:
‘La República comienza en las aulas’
La lengua como elemento identitario y excluyente. Enmascarando su imposición en las aulas como única lengua vehicular de la enseñanza bajo el falso pretexto de protegerla para evitar su desaparición (el catalán no figura en el Atlas UNESCO de las lenguas del mundo en peligro), cuando en realidad persigue segar todo vínculo cultural y emocional con el resto de España.

Esta es la transcripción del artículo de Isabel Fernández, incluyendo sus interesantísimos enlaces los cuales conviene no dejar de visitar:
«El exitoso programa de TV3 Polònia, supuestamente de sátira política, ha sido noticia por la emisión del sketchFamilia contra el adoctrinamiento” en el que se ridiculiza a un matrimonio castellanohablante, crítico con el monolingüismo y los contenidos que se imparten en la denominada escola catalana.
»El sketch podría tener gracia si no fuera porque ya en el Programa 2000 de Pujol se hablaba literalmente de “impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes”, de “reorganizar el cuerpo de inspectores de forma y modo que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza” o de “incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas”.
»El sketch podría tener gracia si no fuera porque la entonces consejera Ponsatí, máxima autoridad en materia de enseñanza en nuestra Comunidad, declaraba literalmente el 27 de julio de 2017, en vísperas del golpe a la democracia de septiembre, que: “En Enseñanza no necesitamos construir estructuras de Estado. Las tenemos listas”.
»El sketch podría tener gracia si no fuera porque la misma consejera destituyó y sustituyó a los directores de las escuelas e institutos que fueron colegios electorales durante el fin de semana del referéndum ilegal, asegurándose así de que los centros educativos, ¡y los menores!, se colocaban en el foco del enorme conflicto que claramente iba a producirse el 1 de octubre.
»El sketch podría tener gracia si no fuera porque un número nada desdeñable de miembros de la “comunidad educativa” catalana (entre ellos, el presidente del sindicato mayoritario de profesores USTEC-STEs) entregaron simbólicamente las llaves de estos centros al entonces presidente Puigdemont, para así facilitar la desobediencia al Tribunal Constitucional.
»El sketch podría tener gracia si no fuera porque existe un informe de la Alta Inspección del Estado que denuncia los contenidos de bastantes de los manuales que se utilizan en Cataluña.
»El sketch podría tener gracia si no fuera porque hay fuentes como este blog de Eduardo González Palomar que documenta, con miles de evidencias, la inaceptable invasión simbólica del espacio educativo por el nacionalismo, con lemas especialmente extendidos como el sectario “Por un país de todos, la escuela en catalán”».
Efectivamente la labor de Eduardo González Palomar es de lo mejor que hay en Internet. Un ingente testimonio fotográfico el suyo, alojado en Flickr, y complementado con una bitácora que lleva su nombre donde escribe desde hace más de doce años.
«El sketch podría tener gracia si no fuera porque hay familias que han sufrido un auténtico acoso por atreverse a exigir algunas horas de clase en español para sus hijos».
El enlace dirige hacia el vídeo sobre la intervención de una madre en el Parlamento Europeo denunciando la situación (a la izquierda). Su caso, paradigmático y representativo, generó los siguientes titulares de prensa: «Acoso a una familia de Balaguer por pedir educación bilingüe para sus hijos. CDC, Unió, ERC, la CUP y el PSC apoyan una concentración que exige el desacato a una sentencia del TSJC que ordena impartir un 25% de las clases en castellano» (Crónica Global, 08-09-2015); «Una familia renuncia al 25% de clases en castellano por el acoso vecinal. La madre de los dos menores de Balaguer asegura que no quiere imponer a nadie una lengua vehicular a la que creía que tenía derecho» (El País, 11-09-2015); «La presión nacionalista hace renunciar a los padres de Balaguer a la educación bilingüe. La familia acosada no pedirá la ejecución de la sentencia del TSJC que ordenaba a un colegio público impartir una asignatura en castellano» (Crónica Global, 11-09-2015).

Mas no ha sido la única familia hostilizada. Hostilizada... Y totalmente desamparada por los sucesivos Gobiernos de España, que con su silencio cómplice y su inacción, vienen colaborando desde los años 80 en esta sistemática violación de lo que son derechos constitucionales fundamentales: «“Pedí el 25% de clases en español y destrozaron la vida a mis niños”. Familias que pidieron la escolarización en castellano denuncian la “marginación social” que sufren» (El Español, 25-04-2016); «Así funciona la inmersión lingüística: amenazas, escraches, insultos y señalamiento de los niños. El testimonio de una madre ante el Parlamento Europeo denuncia las prácticas de la Generalidad, los profesores y las asociaciones de padres» (Libertad Digital, 05-04-2016); «“Mi hijo recibe amenazas por querer estudiar en castellano”. Enrique López ha logrado que los tribunales reconozcan un porcentaje de clases en español en Cataluña» (La Razón, 04-02-2014); «Una madre que denunció la immersión dice recibir amenazas. “Si pudiera cortarles una pierna con un hacha oxidada a los tres fascistas estos lo haría”» (e-Notícies, 09-02-2011).
«En definitiva, el sketch podría tener gracia si no fuera porque todos estos despropósitos (¡y tantos otros, como las concentraciones de menores en los patios de los colegios para reprobar las actuaciones policiales, la multitud de pronunciamientos políticos de las direcciones de los centros y de las AMPAS en nombre de todos sus miembros, o la apertura de un expediente al único inspector que se atrevió a alzar la voz..!) no estuvieran sistematizados en el extenso informe Instrumentalización nacionalista del sistema educativo en Cataluña: el caso del 1 de octubre, elaborado por la Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña y la Agrupación de Enseñanza de Societat Civil Catalana.
»Resulta inadmisible que una televisión pública, que tiene una especial obligación de ser respetuosa con la diversidad existente en la sociedad a la que sirve y de contribuir al fomento de la convivencia, haga mofa de una cuestión tan sensible y, además, la haga reiteradamente. Sin ir más lejos, vean los sketchs “El adoctrinamiento en las escuelas”, emitido también en Polònia el 19 de octubre de 2017, y “La escuela controlada”, emitido el pasado 10 de mayo.
»No parece casualidad que el referido Programa 2000 de Pujol subraye la firme voluntad del nacionalismo catalán de controlar también a la prensa. Así, habla textualmente de “introducir a gente nacionalista de una elevada profesionalidad y una gran cualificación técnica en los lugares clave de los medios de comunicación” y, en concreto, de “lograr que los medios públicos dependientes de la Generalitat sigan siendo unos transmisores eficaces del modelo nacional catalán”. Quizás por ello, la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales se ha convertido en el referente de la Cataluña secesionista, siendo percibida por los constitucionalistas como algo completamente ajeno.
»De este modo, un programa de humor, de gran audiencia entre los votantes de los partidos separatistas, puede contribuir muy eficazmente a reforzar un mensaje recurrente del nacionalismo: que la denominada escola catalana (en lengua y contenidos) no se toca. Para ello, ¿qué mejor estrategia que ridiculizar a quien tiene otra mirada sobre una cuestión tan nuclear? Y, por supuesto, mejor hacerlo con una herramienta fiable. En este caso, la productora Minoría Absoluta, de Toni Soler, conocido por sus declaraciones en prensa y en redes, no precisamente ecuánimes con respecto a los diversos actores políticos, y claro beneficiario de las contrataciones externas de TV3.
»En definitiva, en una semana en que la Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña presentaba en el Congreso de los Diputados y ante el Defensor del Pueblo el citado informe sobre la instrumentalización de la escuela por el nacionalismo, la cobertura de los medios públicos de “todos” los catalanes consistió en un sketch burlesco. Podría tener gracia si no fuera porque lo que denunciamos en el informe es verdad y, además, es crucial, si es que aún queda alguna opción de articular un modelo de convivencia en Cataluña...».
Hace dos años, Antonio Robles reflexionaba sobre el asunto al final de su memorable artículo «El legado tóxico de Pujol» (Libertad Digital, 28-07-2016):
«El ex presidente de la Generalidad, Jordi Pujol heredó una sociedad dispuesta a convivir con distintas lenguas, con diferentes culturas y el mejor ánimo para defender la lengua y la cultura catalanas. A la vuelta de tres décadas, media Cataluña quiere imponer a la otra una cultura y una lengua; y la otra media, humillada hasta el hastío, ya no está dispuesta a que la pisoteen más. La generosidad de la España Constitucional le otorgó un marco de autogobierno envidiable para cualquier país federal, pero Pujol y su herencia no correspondieron con la lealtad debida. A la vuelta de tres décadas, su delirio ha logrado romper los lazos de afecto con el resto de españoles, ha derruido los pilares de la convivencia con el resto de España, y en su lugar solo queda prevaricación, filibusterismo, amenazas de rupturas unilaterales, y mucho odio. Heredó una Cataluña tolerante y en paz, y nos deja una Cataluña crispada a las puertas de la violencia. Este es su legado tóxico».

5 de marzo de 2017

Ecos raros en tiempos revueltos

Tras haber adquirido la mayoría de las acciones de la empresa editora, el 1 de julio de 2015 Xavier Salvador asumió la dirección de Crónica Global, el diario surgido de la fusión entre dos cabeceras digitales catalanas que se habían distinguido por su línea editorial contraria al nacionalismo: La Voz de Barcelona y El Debat. Desde su llegada, Salvador —de quien se ha publicado que un mes antes había sido relevado como director de Economía Digital— acometió una profunda renovación, mediante la reestructuración de la plantilla y diversas incorporaciones —incluyendo la de varios miembros de su anterior equipo—, así como una alianza con El Español, el último proyecto periodístico de Pedro J. Ramírez.

La columna que el flamante director firmó el pasado 15 de febrero, con el título «Una salida para Cataluña», ha levantado en Internet sonoras críticas de lectores indignados. Pues resulta ciertamente desafortunada:
«Interesante conversación con Javier Vega de Seoane, presidente del Círculo de Empresarios, de visita por Barcelona para pronunciar una conferencia. El hombre fuerte de la histórica institución empresarial madrileña tiene un mensaje que los catalanes debemos escuchar: al conflicto, al contencioso abierto no se le debe aplicar una solución, sino darle una salida.
»Es una visión que vale la pena escuchar, porque tal y como nos explicó a los periodistas de Crónica Global en su visita a nuestra redacción se ampara en cuatro ejes. Esas cuatro soluciones parten de un común denominador: el PP no ha estado a la altura de las circunstancias hasta la fecha y en Madrid, entendido como concepto global de las Españas, se ha entendido con dificultades algunas reivindicaciones de un nacionalismo catalán que si hubiera seguido la senda de la moderación era comprensible en sus pretensiones».
«Comprensible en sus pretensiones»; «senda de la moderación». ¿Pero cuándo ha sido moderado el nacionalismo? ¿A finales de los años 70, quizás, cuando los militantes de Convergència coreaban: «Avui paciència, demà independència» (‘Hoy paciencia, mañana independencia’)? ¿O cuando Oriol Pujol desplegó la megapancarta «Catalonia is not Spain» en la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1992 que habíamos pagado todos los españoles? ¿Sería tal vez cuando los colaboradores de su padre, Jordi Pujol, plasmaron en el Programa 2000 las pautas para infiltrar el sentimiento catalanista en absolutamente todas las capas de la sociedad? A ver si fue durante el intento de extirpación de la lengua materna compartida por más de la mitad de los catalanes que todavía dura bajo el nombre de Inmersión Lingüística. ¿Era antes moderado el nacionalismo, o más bien le convino fingirlo mientras afianzaba su poder acaparando competencias y completando el adoctrinamiento de las masas?
«Así, Vega de Seoane apuesta por dar respuesta a cuatro cuestiones fundamentales: las infraestructuras (aquí cabe desde el Corredor del Mediterráneo que el empresariado desea con urgencia hasta la falta de inversión en líneas ferroviarias de cercanías, por ejemplo), la lengua y la cultura, la situación de la fiscalidad autonómica en la que se equiparen los conceptos de solidaridad y, finalmente, un nuevo Estatuto de autonomía».
O sea, que da por válidos prácticamente todos los falsos agravios y las reivindicaciones que sirven de coartada al movimiento separatista. Ni un solo dato comparativo respecto de otras Comunidades autónomas para argumentar esa supuesta «falta de inversión» en los trenes de cercanías; sobre lo de la lengua, si alguna hay aquí subyugada es el castellano, ¿propone legalizar su erradicación?; y las causas de la catastrófica situación financiera de la Generalidad más hay que buscarlas en lo mucho que roban y despilfarran los políticos nacionalistas, que en un injusto reparto del erario entre las regiones españolas, que además no es tal (eso de «un nuevo Estatuto» ni siquiera vale la pena comentarlo).

Inauguración del Mobile World Congress 2017, este lunes, en Barcelona. Posan juntos: Carme Forcadell, Carles Puigdemont, el rey
Felipe VI, y Oriol Junqueras, tomando por los hombros a la vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría, quien hace unos meses se
habilitó un despacho en la capital catalana para escenificar la voluntad de diálogo del Gobierno con los golpistas
«El cómo se llega hasta esa solución en los momentos actuales es difícil de vislumbrar a estas alturas de la película y, sobre todo, después del papelón que Artur Mas y los suyos han desarrollado en los últimos tiempos».
El actualmente procesado ex presidente de la Generalidad no ha hecho sino acometer el tramo final del proceso secesionista iniciado por Jordi Pujol en 1980. Y ejecutado con disimulo hasta hace poco, para ir timando a los políticos y periodistas crédulos con el espejismo de la moderación.
«Pero lo que está claro es que esa salida al tema catalán, por llamarlo de alguna forma, no pasa por los antiguos convergentes, sino por los seguidores de Oriol Junqueras, que eran jóvenes y hoy son maduros votantes moderados a la par que independentistas posibilistas y pragmáticos».
Y si no, que se lo pregunten a Joan Tardà, al recientemente dimitido de su cargo de senador Santiago Vidal, a la dos veces querellada por desobediencia y prevaricación Carme Forcadell, o al siempre comedido Gabriel Rufián y a sus acólitos, dechados todos ellos de «pragmatismo» y de «moderación».
«La opinión de un digno representante del mundo empresarial, presidente de la aseguradora DKV, entre otras ocupaciones mercantiles, merece ser tenida en cuenta. Ayer conferenció en Barcelona e intentó convencer a un buen número de catalanes sobre su visión y análisis de la situación».
Si precisamente algo merece la opinión de Vega de Seoane es que nadie la tenga en cuenta, ni pierda su tiempo considerándola. Porque consiste en más de lo mismo, en continuar la política de sumisión al nacionalismo y de cesiones constantes que nos ha llevado hasta aquí; que lo ha sufragado e impulsado en vez de saciarlo y reducirlo.
«El Círculo de Empresarios, antaño uno de los reductos más casposos de la derecha española, hoy tiene ideas propias y una no desdeñable postura sobre el asunto de Cataluña y España».
Esperemos que el columnista y actual intendente del medio no haya sucumbido de forma definitiva a la neolengua separatista, que impone la dicotomía «Cataluña y España» como si de dos entes distintos se tratara. Por otra parte, venir a entonar los mismos plañidos y mantras con que los de la estelada nos achicharran a diario, no coincide demasiado con lo que comúnmente entendemos como tener «ideas propias».
«Quizá esa salida, en vez de solución, merezca la pena ser escuchada».
¿Y de qué sirve entonces si no es ninguna solución? ¿Para prolongar nuestra agonía como nación, aumentando encima la capacidad destructiva de quienes ya han mostrado sobradamente sus intenciones?

Confluye la circunstancia de que esa conferencia de Javier Vega de Seoane a la cual se refiere y que tuvo lugar en el Círculo Ecuestre, estuvo patrocinada por Sociedad Civil Catalana. Cuyo nuevo presidente —desde el 25 de octubre de 2016—, Mariano Gomà, publicó un artículo con propuestas similares que fue objeto de atención en la penúltima crónica del blog (Inocencia Perdida. 09-01-2017).

Y ahora viene Xavier Salvador y escribe eso. Ya en la declaración de intenciones con que comenzó su jefatura en el diario («Crónica, un medio digital sin ataduras». 05-07-2015) proclamó su equidistancia («Sin complejos ante los nacionalismos de uno y otro signo que tanto daño han inflingido [sic] en los últimos siglos»; ¿significa eso que quienes defendemos la unidad de España somos también nacionalistas, pero de signo contrario, como arguyen los que están dando el golpe de Estado?), le cantaba al entendimiento («Aspiramos a ampliar la voz de esa ciudadanía crítica, inconformista e informada que anhela el debate y el diálogo por encima de confrontaciones, victimismos e intransigencias») y trasladaba parte de la culpa a la “inflexibilidad” del Ejecutivo («El proceso soberanista ha disparado la radicalidad de la sociedad. El detonante fue el órdago político que desde el propio Gobierno de la Generalitat se lanzó contra un Estado menos sensible a las reivindicaciones periféricas desde que lo gobierna el Partido Popular sin necesidad de apoyos parlamentarios»). Acusación esta que reiteró un año depués, al ser entrevistado por sus socios de El Español:
«El PP no ha sabido gestionar la cuestión catalana de los últimos años. […] Cataluña no hubiera llegado al grado de crispación de los últimos meses si en Madrid hubiera existido un liderazgo político al frente del Gobierno y de la propia oposición con capacidad para transaccionar y ejercer realmente la política».
«Transaccionar», claro que sí; cualquier cosa, por indigna que sea, antes que aplicar la Ley. Más recientemente, ha sido el presidente del Cercle d'Economia (‘Círculo de Economía’), Antón Costas, quien desde La Vanguardia llamaba públicamente al cambalache y a la claudicación («Divisibilidad del conflicto catalán». 22-02-2017):
«Artur Mas dejó caer que podría haber una alternativa a la independencia, pero que, en todo caso, correspondía al “Estado” el formularla. Y el Gobierno de Madrid parece aprestarse a explorar ese camino. […] Se trataría de transformarlo en un “conflicto divisible”, del tipo de “más o menos”. En este tipo de conflictos todos ceden algo y todos ganan algo. Se hace po­sible la negociación y el acuerdo. […] El inventario de 46 cuestiones que en su momento Carles Puigdemont, como presidente de la Generalitat, presentó al presidente Mariano Rajoy es un buen punto de partida […]. Desde la perspectiva de los intereses y preferencias del conjunto de la sociedad el llamado problema catalán no es, como he dicho, independencia si o no, sino disponer de mayor capacidad de decisión y de más instrumentos para un mejor autogobierno».
Aunque el propio Costas termina reconociendo que apenas sería un apaño temporal, no la solución:
«En todo caso, no se trata de que nadie renuncie a sus ideales o preferencias políticas últimas, sino de posponerlas para explorar la posibilidad de lograr avances en beneficio del bien común».
Se diría que a lo que aspira es a que el tinglado aguante un par de añitos más, para ir haciendo negoci mientras tanto con una Cataluña aún más privilegiada fiscalmente.

Dos son las metas que los nacionalistas tienen, lo he dicho en muchas ocasiones a lo largo de estas páginas y seguiré repitiéndolo, incluso a riesgo de resultar pesado: la secesión de Cataluña y la anexión de otros territorios (la sección Mapa del imperio ofrece un instructivo repaso de sus pulsiones expansionistas declaradas, nada ocultas, desde hace más de un siglo). Y jamás optarán por detenerse; hay que pararles, desarticulándolos. Que nadie se engañe, ni nos engañe.

9 de enero de 2017

Inocencia perdida

Rodeado de pasajeros enfrascados en las pantallas de sus dispositivos electrónicos, soy el único en el vagón del tren que prefiere viajar leyendo un periódico de papel, el ABC. Por su negro cauce de tinta me deslizo, hasta recalar en un artículo firmado por el presidente de Sociedad Civil Catalana, Mariano Gomà, quien, sonriente, comparece en fotografía a un lado, con la mirada extraviada hacia algún futuro tan ilusionante como el título que se ha buscado: «Un nuevo escenario es posible». Y que inaugura una retahíla de despropósitos:
«La nueva estructura del gobierno [sic] español con las responsabilidades de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que derivan su confianza en Enric Millo como Delegado del Gobierno en Cataluña abre, a mi entender, una ventana a la esperanza y a la posibilidad de ventilar el actual enrarecido ambiente renovando el aire de la comunicación fluida».
Y esa frase tan larga y tan enrevesada, para decir que le mola cantidad que Mariano Rajoy humille a la nación que representa —o sea, a todos nosotros— rebajándose a transigir con delincuentes empeñados en destruirla.
«El hecho es una buena noticia para Cataluña y el pueblo catalán que anda a la deriva, perdido en el laberinto del camino inexistente o cortado, el circuito sin fin o el regreso a la puerta de entrada; y a sabiendas de que la ya fracturada sociedad sufrirá la dolorosa frustración de unos y el camino de la alegría y la esperanza de otros, lo cierto es que se abrirá la senda del progreso, el crecimiento y la credibilidad para y con España y sus comunidades.
»Vamos a asistir en breve a nuevos gestos de aproximación, guiños y manos tendidas puesto que básicamente ese desbloqueo es sin duda de interés general así como también lo es el tema de la financiación, inversiones, reconocimientos culturales y lingüísticos, junto con otros temas de especial sensibilidad para los catalanes».
¡«Reconocimientos culturales y lingüísticos», dice! Quienes no tenemos “reconocidos” nuestros derechos lingüísticos somos los castellanohablantes, sometidos como estamos a un férreo monolingüismo en catalán, inconstitucionalmente multados por no rotular a gusto del régimen tresporcientista, e inquiridos por una policía lingüística que coadyuva en la extirpación del español para cercenar los lazos culturales y afectivos que nos unen con el resto de España. Nosotros, privados de escolarización pública en nuestra lengua materna, la cual ha sido ya eliminada —pese a ser idioma oficial— de los paneles informativos y las señales de tráfico, proscrita en las numerosas televisiones y radios al servicio de la Generalidad y, en general, erradicada de cuantas comunicaciones dirigen las distintas Administraciones locales al ciudadano. ¿A qué reconocimientos se refiere entonces Gomà?

El adoctrinamiento nacionalista empieza ya en la edad
infantil, a través de los libros de texto en las escuelas
y de los medios de comunicación, así como mediante
actividades lúdicas aparentemente inocuas pero con
carga política dirigida a mentes todavía sin formar
Pero es que, en cierto modo, también asume las reivindicaciones y los plañidos derivados del falso “expolio fiscal”, al proponer mejoras en la «financiación» y las «inversiones» públicas como posibles bazas a esgrimir por el Ejecutivo en su negociación. ¿De verdad cree que esto se arregla con más dinero?
«Y en ese escenario es imprescindible que el gobierno catalán y las formaciones que abogan por la secesión, aunque sepan de su imposibilidad, en lugar de organizar aquelarres y foros de gran toxicidad bien aireados por algunos medios, respondan de forma abierta y sincera a ese llamamiento».
Las palabras sinceridad y secesión jamás pueden ir dentro de la misma oración. Porque el movimiento separatista no es otra cosa que un inmenso —y carísimo— tinglado de naturaleza cínica, sustentado sobre mentiras e impúdicas falsificaciones de nuestra historia común, que explota afrentas inventadas mientras promete paraísos de ficción. ¡Pero quién ha elegido a este señor para ese cargo! Recordemos que desde el pasado 25 de octubre, Mariano Gomà (antes Gomá) preside una organización supuestamente dedicada a combatir el secesionismo. O eso reza al menos el manifiesto fundacional de SCC (23 de abril de 2014).
«Puesto que si por el contrario cierran la puerta en las narices al diálogo después de haber torturado a todo el mundo con el discurso del victimismo por sentirse abandonados, robados, insultados y vilipendiados; nadie les creerá ya más, el pueblo catalán no les entenderá el gesto y consecuentemente les dará la espalda. Y todo ello será la estocada final al procés y a las aspiraciones de mucha gente, pues no hay nada peor que la rebelión de los propios creyentes y seguidores».
¿Por qué engloba al «pueblo catalán» si sabe que los pesados de la estelada son minoría? Y la adoctrinada multitud de «creyentes»y «seguidores» no «dará la espalda» a sus líderes, porque para eso lleva décadas digiriendo propaganda destinada a su emocionalidad en lugar de al intelecto. De ahí que el nivel de debate de cualquiera de ellos se reduzca a una invariable repetición de eslóganes y dogmas, sin atisbo de autocrítica, que a menudo apuntalan con descalificaciones personales para amedrentar al interlocutor (fatxa, mesetari, invasor, colono, imperialista). Es el fruto del meticuloso plan pujolista, desvelado por la prensa con el nombre de Programa 2000 (El Periódico de Catalunya, 28-10-1990), para fanatizar a las masas inoculándoles odio («Memorial de agravios: Cataluña es una nación discriminada que no puede desarrollar libremente su potencial cultural y económico. Descubrimiento, constatación, ponderación y divulgación de los hechos discriminatorios, carencias, etcétera, de forma clara, contundente y sistemática. Remarcando la incidencia negativa que esto tiene para el conjunto del pueblo catalán y para cada uno de sus ciudadanos») e infiltrando a aguerridos adeptos en los puestos clave de todos los estamentos: sindical, empresarial, periodístico, artístico, deportivo... Y con particular intensidad, en el sector educativo («Impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes. […] Reorganizar el cuerpo de inspectores de forma y modo que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza. Vigilar de cerca la elección de este personal. […] Incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas. […] Potenciar a personalidades de ideología nacionalista en los órganos rectores de las tres universidades catalanas»). Merece la pena leérselo entero.

Los objetivos declarados de los nacionalistas son dos, e irrenunciables: la secesión de Cataluña y la anexión de otros territorios (los mal llamados Països Catalans). Y jamás cejarán hasta culminar ambos, hay que pararles. De manera que, lejos de desactivar sus intenciones, cualquier concesión económica o de poder —como sugiere este Mariano, tan proclive a la claudicación y la componenda como ese otro que nos gobierna— las alentaría. Aumentando además sus recursos para embestir contra la nación.
«La sociedad está ya muy cansada de tanto inútil forcejeo y pérdida de energía, máxime cuando los problemas verdaderamente importantes son la superación de la crisis, la incertidumbre de la nueva política americana, los efectos del brexit y tanta demanda social».
No, el principal problema es la ausencia de seguridad jurídica. Porque desde la Transición, el Estado ha renunciado a exigir el cumplimiento de la Ley e incluso de la Constitución en Cataluña. La impune, la sostenida conculcación de derechos y libertades acarrea o agrava otras muchas lacras, al tiempo que ahuyenta la inversión privada debido a la incertidumbre que genera. Y concluye nuestro inspirado pensador:
«Ante todo ello, al Sr. Puigdemont se le diluyen sus aspiraciones como la gota de agua en el lago, y una inútil insistencia solo le conducirá al ridículo ante propios y extraños.
»Por todo ello creo que el diálogo debe ser necesariamente posible».
Quizás la fecha de publicación no sea casual: 28 de diciembre. Y esté el autor tomándonos por inocentes; o lo sea él en grado sumo. Pero la cara y la cruz: porque sin salir de esa misma edición del diario, en la página 3, el académico Javier Rupérez nos previene contra «la inmensa pléyade de bienintencionados bobos que en España pululan, siempre dispuestos a presumir de su capacidad para dialogar con quienes no quieren hacerlo», en un magnífico artículo que a nadie conviene perderse: «Reformistas constitucionales».

11 de julio de 2016

Colaboradores necesarios

Desemboco en la lectura de un artículo a través de una tuitera que sigo y que me sigue. Antinacionalista ella, lo ha enlazado en la red social del pajarito azul para divulgarlo. Porque ha debido de entusiasmarle, sin duda. Llega firmado por Javier García Fernández y no es el primero que escribe en El País. «El renacer del referéndum», se titula:
«El referéndum sobre la independencia de Cataluña ha vuelto a emerger cuando parecía superado tras la Declaración del Parlamento catalán de 9 de noviembre de 2015. Con Podemos, Izquierda Unida y En Común Podem, el referéndum renace y lo asume Puigdemont en sus últimas declaraciones. Se entiende que Puigdemont vuelva a admitir el referéndum, pues sería una salida al estancamiento en que ya ha caído la operación independentista. Se entiende menos para qué lo propugnan Podemos y sus aliados.
»El referéndum se ideó en Cataluña para intentar la ruptura con el Estado sin infringir el ordenamiento. Alguien descubrió el referéndum de Quebec y, sin apreciar las grandes diferencias constitucionales e históricas entre Canadá y España, se vio como la vía legal hacia la independencia. Quienes en ese momento estaban más interesados en el referéndum eran los independentistas que pensaron que era una opción aséptica y democrática. Y para vender mejor la mercancía se inventaron un envoltorio atractivo, el derecho de decidir».
Para extrañeza de muchos, que no le creyeron, ya en
la década de 1990 el escritor Antonio Robles advirtió
públicamente de que los maestros constituirían el
“ejército” del nacionalismo catalán
No vamos mal. De momento parece que el señor, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid según se nos informa al pie, expone una sensata visión.
«Aunque el Tribunal Constitucional, en su sentencia de 25 de marzo de 2014, admitió la conformidad constitucional del derecho a decidir si no estaba vinculado a la declaración de soberanía del pueblo catalán, todos los textos independentistas lo conciben como un prius que antecede y legitima el proceso hacia la independencia, un principio que legitimaría el derecho a salirse del Estado. Por eso hay razones democráticas para rechazar un referéndum.
»En primer lugar, a diferencia de Canadá (donde solo se planteó en Quebec), en España un referéndum provocaría similares peticiones en el País Vasco y en Galicia. Pondríamos a España en almoneda, a disposición de cualquier propuesta que surgiera, con riesgo de romper un Estado que, a diferencia de Canadá o de Checoslovaquia, empezó a asentarse hace cinco siglos. Con un Estado casi tan descentralizado como Alemania, fomentar una cadena de consultas es una frivolidad tan irresponsable como el juego de Cameron con consultas oportunistas.
»En segundo lugar, un referéndum puede conducir a una ruptura irreversible de la convivencia. Antes de que se hablara en España del consenso en la Transición, la ciencia política anglosajona había elaborado la noción de consensus como aceptación de los fundamentos esenciales de la sociedad, contrapuesto a las subculturas políticas que fragmentan la convivencia nacional. Un referéndum sobre la independencia provocaría en Cataluña una fragmentación tan elevada que dividiría a la sociedad catalana en dos bloques difíciles de soldar en mucho tiempo. En el mejor de los supuestos, la independencia alcanzaría un 50 y poco por ciento y así no se puede gestionar el consensus, pues siempre habrá una mitad que no asumirá los resultados».
Y de repente ¡zas!, sorpresón:
«En tercer lugar, un referéndum solo debe convocarse cuando la crisis de la sociedad impide totalmente otras salidas constitucionales. Pero en Cataluña las hay, a través de la reforma constitucional, aunque para ello hace falta que el Gobierno se implique y los partidos no independentistas ofrezcan sus alternativas.
»Por esos motivos, es incongruente pedir que se celebre el referéndum para votar en contra de la independencia. En Podemos, que igual que sus aliados ha descubierto tardíamente la plurinacionalidad española, se detecta un fenómeno de pereza intelectual, pues no han hecho el esfuerzo de superar la visión franquista de España y creen que los símbolos del Estado democrático, las Fuerzas Armadas y la propia unidad nacional son propios de la dictadura. ¿Qué mezcla de pereza y de ignorancia lleva a confundir la España descentralizada de la Constitución con la España franquista?».
¡Cómo que la «plurinacionalidad española»! ¿Otro que ha asumido la tramposa identificación de lengua con nación [1] y pretende endilgarnos eso de que en nuestro país coexisten varias naciones privadas de reconocimiento oficial, piedra angular del relato secesionista?
«En cuanto a Barcelona en Comú e Iniciativa, parecen creer que una Cataluña independiente sería la arcadia que cuentan algunos publicistas catalanes, pero el permanente triunfo electoral de Pujol les debería hacer reflexionar. En realidad han hecho renacer el modelo marxista-nacionalista del B.O.C. y del P.O.U.M., pero estos partían de unos supuestos ilusorios como se vió [sic] en Els moviments d'emancipació nacional de Andrés Nin, que en 1935 intentaba cohonestar movimiento nacional catalán y movimiento obrero.
»Desde 2000, el independentismo ha crecido por una sucesión de errores, el último de los cuáles [sic] fue la decisión del Gobierno de Maragall de promover un Estatuto que no era una necesidad para la mayoría de los catalanes. No acrecentemos el error con el referéndum cuando el camino de la reforma constitucional está abierto».
Desde 2000 no, sino desde mucho antes viene creciendo el separatismo. A partir de 1980 para ser precisos, año de la entronización de Jordi Pujol. Fue precisamente el periódico donde García Fernández vehicula esta pieza periodística el que, en la lejana fecha del 28 de octubre de 1990, reveló al público el célebre Programa 2000, diseñado por el entonces presidente de la Generalidad y hoy imputado por varios delitos junto con su mujer e hijos. Las directrices del plan, de 20 folios de extensión, eran inculcar el sentimiento nacionalista en la sociedad catalana mediante un férreo control en casi todos los ámbitos; completándolo con la infiltración de elementos nacionalistas en puestos clave de los medios de comunicación («incidir en la formación inicial y permanente de los periodistas y de los técnicos de comunicación para garantizar una preparación con conciencia nacional catalana», prescribe textualmente), así como de los sistemas financiero y educativo («reorganizar el cuerpo de inspectores de forma que vigilen la correcta cumplimentación de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza» e «incidir en las asociaciones de padres»).

Tras décadas de funcionamiento a todo gas de la maquinaria propagandística y de adoctrinamiento, ante el más que previsible resultado de aquella estrategia nos hallamos. Varias generaciones han sido ya educadas en el rechazo a España y a los españoles. Cuando no directamente en el odio. Y la solución jamás podrá consistir en una reforma de nuestra Carta Magna como propone el autor del artículo, quien, o nos toma por ilusos, o lo es él en grado sumo. Otro incauto más tragándose la falacia del "encaje de Cataluña en España" que tan jugosos réditos ha proporcionado a los chantajistas de la estelada desde la Transición, trasladándonos a los demás la responsabilidad de buscar acomodo legal a quienes no se quieren contentar.

Reforma constitucional, dice. ¿Para qué?, ¿para otorgar todavía mayores privilegios a la oligarquía catalana? ¡Pero si llevamos 40 años de concesiones y no ha funcionado! Al revés, con cada transferencia de poder y de dinero, se ha entregado al enemigo un nuevo instrumento con que destruir la nación española; se le ha acercado a sus dos objetivos declarados: la secesión de Cataluña y la anexión de otros territorios. Imprudente además de inútil se antoja cualquier fórmula intermedia.

Cada día me convenzo más de que el mal llamado problema catalán no es tal, sino un problema nacional. Y no solamente porque seamos todos los españoles quienes padecemos la permanente extorsión, los desprecios y las chulerías del movimiento separatista, sufragado encima con el dinero de nuestros impuestos. Lo es, principalmente, por la complicidad —buenista y cándida en unos casos, interesada en otros— de aquellos que definiéndose como no nacionalistas, les han posibilitado llegar tan lejos en su desafío.

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1. «Madre de la nacionalidad, podríamos decir de la lengua. De todos los elementos que forman la nacionalidad, la lengua es el más potente, el más influyente, el más decisivo. […] La lengua constituye la más fuerte señal de la nacionalidad. El mapa lingüístico de Europa es, en sus grandes líneas, y aparte de unas pocas excepciones, el mapa de las nacionalidades». Antoni Rovira i Virgili. El principi de les nacionalitats. 1932.
«La lengua es la manifestación más perfecta del espíritu nacional y el instrumento más poderoso de la nacionalización, y por lo tanto de la conservación y vida de la nacionalidad». Enric Prat de la Riba. La nacionalitat catalana. 1906.