13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 
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10 de diciembre de 2016

No somos Otegi


«Ya a la edad de quince años pude comprender la diferencia entre
el “patriotismo” dinástico y el nacionalismo propio del pueblo,
y, desde aquel momento, sólo el segundo existió para mí».
Adolf Hitler (1889-1945).
Mi lucha. Primera parte, capítulo I.


19 de septiembre de 2015: Fernando Trueba pronuncia un controvertido discurso en el Festival de San Sebastián al recoger el Premio Nacional de Cinematografía de manos del ministro de Educación, Cultura y Deportes, dotado con 30.000 euros:
«Nunca he tenido ningún sentimiento nacional. Siempre he pensado que, en caso de guerra, yo iría con el enemigo; siempre. Cuando leía la historia, siempre decía: “Qué pena, qué pena que España ganara la Guerra de la Independencia”. A mí me hubiera gustado muchísimo que la ganara Francia. Entonces, ¡claro!, digo: "¡Uf!, que me [sic] den un premio nacional a una persona como yo, es medio incorrecto, ¿no? […] La verdad es que yo nunca me he sentido español. Nunca, en mi vida, jamás. Ni cinco minutos de mi vida me he sentido español. En los Mundiales, siempre iba con las selecciones de otros países».
Atendiendo sobre todo al hecho de que ha sido uno de los cineastas más favorecidos por las subvenciones que concede el Ministerio de Cultura (más de cuatro millones de euros), se desata contra él una oleada de indignación, que a la semana siguiente intenta desactivar pidiendo disculpas desde los micrófonos de Onda Cero e invocando a Kant para matizar sus palabras (Más de uno, 24-09-2015):
«A nadie se le puede juzgar porque diga lo que siente o lo que no siente. […] Yo no he dicho que no me guste España ni que no ame a este país. Lo único que he dicho es que yo no tengo sentimientos nacionalistas. Y que no me gusta darle a la gente con España en la cabeza como hacen algunos».
Y acusó a los medios de descontextualizar sus frases, las cuales pretendía humorísticas (juzgue el lector en el vídeo de su discurso completo, abajo a la derecha).

25 de noviembre de 2016: Trueba estrena La reina de España. Es continuación del exitoso largometraje La niña de tus ojos, que recaudó 9.500.000 euros —casi el doble de su coste—, y reúne al mismo elenco de actores 18 años después. Aunque precedida de una amplia campaña publicitaria, la cinta sólo recupera en su debut 400.000 euros de los once millones presupuestados. Apenas 1.200 euros de promedio por sala. Unas cifras muy alejadas de las de otras comedias producidas también este año en nuestro país, como, Kiki, el amor se hace; Cuerpo de élite, o la que está arrasando ya desde su irrupción en las carteleras (1'6 millones de euros): Villaviciosa de al lado.

Considerando que, según los analistas, los ingresos finales de una película suelen rondar en torno al cuádruple de la taquilla obtenida el primer fin de semana, y que una remontada parece improbable (como así sucedería: en su segunda semana de exhibición, ha perdido un 56% de espectadores respecto de la primera y únicamente ha ingresado 180.000 euros), el panorama para el oscarizado director y productor madrileño se presenta poco menos que catastrófico.

Mientras unos culpan del fracaso al estruendoso boicot promovido en las redes sociales por enfadados internautas, otros apuntan como causa la ínfima calidad de una obra que incurre en la repetición de tópicos archimanidos y encauzada a seguir explotando el filón de su sobrevalorada predecesora. Por si acaso, el autor de El año de las luces y Belle Époque acude al programa Espejo Público, de Antena 3 (30-11-2016), para notificarnos su incomprensible romance con esa patria que él hubiera preferido en manos galas:
«Yo soy español. Yo amo este país, vivo en este país. Vivo aquí además por elección, porque me gusta, […] A mí me encanta mi país. Lo que yo estaba intentando decir ahí, y quizá justo los que me atacan deberían haberse apropiado de eso, es que el nacionalismo es malo. Que no hay que ser nacionalista. Pero de ningún nacionalismo. O sea, que no es que haya uno que es el malo, o dos; y los demás sean buenos, no: todos son malos».
Pues bien fácil lo tenía para haber empezado por criticar el nacionalismo vasco ya que estaba en las Vascongadas, cuna de ETA y la kale borroka. Pero lo que viene a continuación es peor, porque Trueba participa en la trampa que extiende la presentadora barcelonesa Susanna Griso (minuto 15:56 del programa):
«―Estaba echando una mano en el tema del nacionalismo, que es un tema que a mí me preocupa muchísimo. Y creo que el nacionalismo, todos, son un atraso. Son una muestra de atraso mental...
―El español, el catalán y el vasco. No discriminas ahí, ¿no?
―Y el francés, y el inglés, y... ¡Todos, todos me lo parecen! Y el húngaro. Y el americano».
Y esto sí que es ofensivo. Porque si piadosamente podrían interpretarse aquellas declaraciones que originaron la polémica como la ocurrencia sin gracia de un inopotuno que se cree genial, estas en cambio las ha proferido con total seriedad.


Primer mapa de los Países Catalanes (Països
Catalans
) como concepto político y no sólo
como mera referencia cultural, publicado
en 1947 por Estat Català, que muestra
sus objetivos anexionistas
No renegar de España y defenderla, que es tanto como proteger el legado de quienes nos precedieron, nuestras raíces y leyes, y nuestra forma de vida, no es ningún nacionalismo.

El nacionalismo ha desencadenado dos guerras mundiales, genocidios, e innumerables contiendas bélicos y formas de terrorismo. Fabrica agravios y rompe la convivencia enfrentando en lugar de unir. Atiza el resentimiento señalando falsas amenazas externas. Fanatiza y manipula la emocionalidad de las multitudes ufanándolas y obnubilando su razón. Aspira al privilegio y la desigualdad entre las personas en virtud de su procedencia y condición. Populismo engalanado con banderas. Basa su supremacismo en la impúdica falsificación de la historia, contando sucesos como jamás sucedieron para construir un discurso maniqueo de oprimidos y opresores generador de odio: utiliza la mentira como materia prima. Y es además un movimiento político imperialista, que planea anexionarse otros territorios: los «Países Catalanes» (Països Catalans) en un caso, la fantasía sabinoaranista de las «siete provincias vascas» en el otro.

Sí, definitivamente, llamarnos nacionalistas es insultarnos. Y cada vez que alguien argumenta en los mismos términos que Fernado Trueba, los que pintarrajean la cara de sus niños con esteladas babean de gusto y experimentan una erección en la barretina. Porque ha vuelto a triunfar su relato fraudulento, que reduce el problema a una vulgar confrontación entre dos nacionalismos: el nacionalismo español contra uno periférico.

Y se nos equipara con Carod-Rovira y Carles Puigdemont. Con Artur Mas y Xabier Arzalluz e Ibarretxe. Con Jordi Pujol y la Ferrusola. Con Heribert Barrera, con Pilar Rahola y con la imputada por desobediencia judicial Carme Forcadell. Somos colocados al mismo nivel que Arnaldo Otegi. Y eso sí que no.

12 de abril de 2016

6

Diseño original (septiembre de 2010)
Curiosidades y anécdotas en el sexto aniversario del blog:
Por llamativo que resulte, hay exactamente 659 fotografías hasta el momento (debo aclarar que varios de los recuadros ―gadgets― situados en la parte superior y en la columna lateral, están programados con lenguaje dinámico Javascript para ofrecer contenidos diferentes cada vez que se carga una página). Países Catalanes. Mapa comarcal y municipal es la mayor (1300x1468 píxeles), mientras que la más pequeña mide tan solo 2x8 píxeles.
La crónica más leída de todos los tiempos es, con diferencia, Déjà vu (01-09-2015). Cuando estaba elaborándola imaginé que alcanzaría una gran repercusión porque es muy visual, muy impactante. Pero jamás imaginé que tanta: a las 24 horas de su publicación ya registraba 1.828 visitas; y en tan solo tres días escaló hasta el segundo puesto. Actualmente, ostenta el triple de visualizaciones que la posicionada a continuación: ¡La que faltaba!
De las secciones, 13 en total, la más visitada es Frases históricas. Seguida de Bulos del nacionalismo. Un rincón que me gusta particularmente es Mapa del imperio, donde un poco como ocurre en el Judo, arte marcial que aprovecha el impulso del adversario para volverlo en su contra, un incontestable caudal de citas e imágenes evidencian la naturaleza imperialista y anexionista (pancatalanismo) de quienes hipócritamente se llenan la boca hablando de «la libertad de los pueblos» como falsa coartada para sus propósitos rupturistas.
Algunos no lo creerán, pero la verdad es que deseo por igual recibir comentarios de los lectores en contra y a favor. Porque eso es en definitiva lo que suscita debate y da vida a un foro. La realidad es que muy pocas opiniones depositadas por los nacionalistas pueden ver la luz porque acostumbran a venir acompañadas de palabras malsonantes, e incluso de amenazas.
Aunque soy casi tan poco propenso al llanto como a compartir públicamente mis intimidades, confieso que en una ocasión se me saltaron las lágrimas: sucedió durante el montaje del vídeo que ilustra la crónica Gracias, asesino, un título chocante sacado de la exclamación proferida por un forero de Racó Català. Los rostros, a mi parecer bondadosos, y repletos de juventud (27 y 28 años de edad) de los dos Guardias Civiles asesinados por etarras en Calviá me conmovieron hondamente.
Intensísima fue la indignación que iba asaltándome a medida que traducía la carta abierta a la ETA que Josep Lluís Carod-Rovira publicó en el diario Avui el 31 de mayo de 1991. Acababa de perpetrarse un atentado con coche bomba en la casa-cuartel de la Guardia Civil de Vich cuando la escribió, que había dejado un sangriento saldo de 44 heridos y diez muertos, menores de edad la mitad de ellos. En la indecente misiva del entonces diputado y portavoz de ERC en el Parlamento autonómico, destacaba una frase a modo de reproche por la... “desorientación” de los terroristas que estaban matando en Cataluña: «Ahora, sólo me atrevo a pediros que, cuando queráis atentar contra España, os situéis, previamente, en el mapa». Titulé aquella crónica ¡A ver si apuntáis mejor!
Dos meses y medio después de la publicación de la crónica que lleva su nombre, Paul-Hervé, el señor Paquet se puso en contacto conmigo. Yo no tenía el gusto de conocerle, ni sé tampoco cómo se enteró de que había escrito sobre él. Además de expresarme agradecimiento, en su atento correo electrónico me participó que su multipremiado y celebérrimo investigado «sigue publicando y cobrando sus “copiar-pegar” semanales» en el Magazine de La Vanguardia. Y refirió «unas curiosas semejanzas» entre algunos de sus Ochenta y seis cuentos y los del poco conocido autor uruguayo Julio Vera en la obra Un mudo en la garganta.
A pesar de que costó bastante esfuerzo, disfruté mucho haciendo el vídeo que ilustra ¿Periodismo de pacotilla? y cuyo resultado final todavía me provoca risa. Narra la peripecia de unos supuestos corresponsales de la Agencia Catalana de Noticias (cofundada en 1999 por el actual presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont) que simulan retransmitir desde cinco lejanos puntos del extranjero, cuando en realidad ni siquiera se habían movido de un céntrico barrio barcelonés y no distaban más de 150 metros los unos de los otros.
Arte muyahidín es una sección relativamente reciente en esta especie de parque temático de la sinrazón y que me divierte mucho componer. Podría definirse como una grotesca exposición de lo hortera, un inquietante tour a través de las chabacanadas concebidas durante la orgía entre el fanatismo político, la propaganda y la psicodelia. Y a ella ha contribuido valiosamente Luis Rodríguez con varias muestras capitales (1, 2, 3), por las cuales le estoy muy reconocido.
Junto con la bandera separatista impermeable para la bañera ―¡¿pero quién se ducha con una bandera?!―, otro de los objetos reunidos ahí y que nunca dejará de asombrarme es la ya famosa tapa de váter con estelada. Opté por adjuntar a las imágenes las especificaciones del fabricante (marca, precio, número de referencia y material de composición) para desterrar en la audiencia cualquier posible sospecha de fotomontaje fraudulento. De hecho obtuve esas esperpénticas fotografías del sitio web donde comercializan semejante engendro.
2.192 días de andadura intentando contar las cosas con sencillez y sin dar nada por supuesto, para que cualquiera, no únicamente de otras regiones de España sino también del resto del mundo, pudiese informarse de nuestra situación mediante un simple vistazo. Gracias a todos los seguidores del blog, a aquellos que han tenido la gentileza de enriquecerlo con sus comentarios y, por supuesto, a quienes destinaron una porción de su tiempo a escribirme para hacerme llegar impagables muestras de apoyo. Vamos ya camino de los 7.

1 de abril de 2014

¡Falta diálogo!

Cada día más voces claman a Mariano Rajoy que se siente a hablar con Artur Mas para encontrar cuanto antes una salida a su desafío secesionista. Nada de hacer cumplir las leyes, no, que eso es cosa fea y antidemocrática, propia tan solo de regímenes fascistas tan execrables como poco occidentalizados. Lo que urge es premiar a quien se ha sublevado contra el orden constitucional otorgándole categoría de honorable interlocutor y atendiendo sus exigencias.

Ni que decir hay que en el lenguaje de esa caterva de vendepatrias, separatistas encubiertos y algún que otro memo bienintencionado, el verbo dialogar significa indefectiblemente negociar. Y que por negociación entienden darle a la Generalidad todavía más privilegios de los que ya goza tras casi 40 años de mimosas concesiones (con el consiguiente menoscabo para el resto de Comunidades autónomas, claro está). ¿Y qué ofrecería Artur Mas a cambio? Pues deponer su actitud golpista.

Diálogo, y muy fructífero, es por ejemplo el que entablan el quinqui y su víctima. Un proceso por el cual esta acuerda aligerarse la cartera a condición de que aquel negocie no guardarle la hoja de su navaja en el quinto espacio intercostal. Pero todo muy dialogado y pactado, eso sí.

¿Y a cuánto ascendería el precio? Desde su agujero, la escritora argentina travestida de ultranacionalista catalana Patrícia Gabancho nos envía unas valiosas pistas dentro de un artículo titulado «Un almuerzo cualquiera»:
«Para comenzar, deberían poner sobre la mesa el concierto fiscal, la no aplicación de la Ley Wert, el blindaje de competencias (en la actualidad hay que añadir: ¡y del Ebro!), la restitución de la lengua en los Países Catalanes e intocable en Cataluña, y un pacto generoso de infraestructuras».

Tuit de Ramon Carner, presidente de la organización
separatista Círculo Catalán de Negocios (CCN), en la
víspera del sepelio del ex presidente Adolfo Suárez:
«La muerte de Suarez [sic] sólo indica que tenemos
un enemigo menos. Todavía quedan muchos en
nuestras instituciones. ¡Tenemos trabajo!»
Eso supondría una situación incluso mejor que la independencia misma, pues conlleva todas sus ventajas y ninguno de sus inconvenientes (quedar fuera de la Unión Europea y del euro, bajo el rigor de las políticas arancelarias y sin acceso a los mercados financieros ni respaldo del Banco Central Europeo, entre ellos). Algo así como ser un Estado situado bajo el paraguas de otro. Concierto fiscal, o sea: lo mío es mío y lo tuyo, también es mío. No aporto nada pero tu sigues sufragando gran parte de mis gastos. Y además me montas unas infraestructuras de aúpa. Yo seguiré beneficiándome de tu ejército, de tu vasta red diplomática por el mundo, y de cuantos otros servicios a mí me resultaría muy oneroso cubrir... así como, por supuesto, de todos aquellos tratados internacionales que firmaste. ¿La Constituqué? No, no, ni hablar de aplicar leyes que no sean las estrictamente emanadas de las instituciones nacionalistas catalanas. Ni sentencias judiciales que nos incomoden: blin-da-je de competencias. Un chollo, oigan.

Y lo de “blindar el Ebro” que dice esta, río nacido en Cantabria, de donde fluye a Castilla y León, para luego seguir, atravesando La Rioja, tierras de Álava, Navarra y Aragón, hasta que su caudal termina fundiéndose con el antaño llamado Mare Nostrum (‘Nuestro mar’) en un tramo del litoral de Tarragona, ya es de traca. Pero es que hacia ahí apuntan realmente las pretensiones de estos chantajistas, no es política ficción.

¿Y así se resolvería para siempre el problema? Pues tampoco. Ya lo avisa abiertamente y sin tapujos en otro pasaje de su pieza periodística (Nació Digital, 02-03-2014) esta catalana sobrevenida, aprovechando un momentito en que no estaba contando los 6.000 euros que el Ayuntamiento de Barcelona —regido por CiU— le pagó no hace mucho por entregar un par de informes: la claudicación de Mariano Rajoy ante la extorsión apenas retrasaría unos años la ruptura de España.

Sería pagar, y carísimamente, la prolongación de nuestra agonía. De hecho, así ha venido siendo hasta hoy: también se nos vendió durante la Transición que la fórmula autonómica colmaría definitivamente las ansias del nacionalismo. Y con ese mismo pretexto envolvieron todos los Gobiernos cada nueva transferencia y concesión que se le daba a Jordi Pujol. Y a Pasqual Maragall. Y fue ese también el canto entonado en 2006 para reformar el Estatuto de Cataluña. Y para seguir dándole más y más a Montilla. E incluso al propio Artur. Ahora vemos con qué resultados. Nunca nada será suficiente para ellos debido a una sencilla razón: porque sus objetivos no son otros que proclamar la secesión y anexionarse otros territorios («reunificación de la nación catalana»). Repitámoslo: no pararán hasta culminar su proyecto secesionista e imperialista. Hora es ya de que lo comprendamos.

Negociar con los sediciosos es, a todas luces, la más indigna, costosa, injusta... e ineficaz de todas las opciones posibles. Por eso es la que seguramente adoptarán, este presidente del Gobierno y el siguiente.

29 de enero de 2013

Decidiendo

Para comprender la mentalidad separatista, algo no logrado aún por ningún Gobierno de la nación, resulta imprescindible partir de la base de que es un movimiento profundamente cínico. De un cinismo inmenso, descomunal, sin parangón. Que ha encontrado en la mentira y en la manipulación sus armas preferidas.

Especialidad suya es vestir con palabras biensonantes cosas ilegales y antidemocráticas. Por ejemplo, a la imposición del catalán la denominan normalización lingüística ―quienes en Cataluña nos resistimos a dejar de hablar habitualmente en español debemos de ser, por tanto, “anormales”―; al soborno institucionalizado de la prensa lo bautizan con cada golpe de subvención como ayudas al catalán, o protección de una lengua minoritaria también; y tomar de la legalidad sólo aquello que les conviene mientras desacatan el resto recibe de boca de ellos el eufemístico nombre de soberanismo.


Entre la infantilidad y el golpismo, tapan el
retrato del Rey en la toma de posesión de
Artur Mas como presidente autonómico
el 24 de diciembre de 2012
Su más reciente timo en marcha, lo último con lo cual están retorciendo la semántica, es el tan cacareado dret a decidir (‘derecho a decidir’), un eslogan repleto de connotaciones positivas que hábilmente esgrimen para confundir a los incautos y acomplejar a los constitucionalistas. Porque ¿quién sería capaz de oponerse a que el pueblo resuelva sobre cualquier asunto en libertad, quién? ¿Un malvado, un incivilizado, un monstruo? ¿Alguien con profunda aversión hacia la democracia? ¿Quién? Pues, para empezar, ellos. Que con tan artero truco pretenden hurtarnos nuestra soberanía a todos los españoles en cuestiones fundamentales como un cambio en nuestro modelo de Estado, o la modificación de las fronteras de España asociada al desgajamiento de una parte. Además de aspirar a quedarse con infraestructuras pagadas por todos.

Con su concepción totalitaria y su nacionalismo exacerbado, serían precisamente los separatistas los primeros en impedir violentamente que cualquier pueblo, ciudad o comarca actual optase por segregarse de Cataluña. Es decir, que ni ellos mismos se creen esa patraña del derecho a decidir. Es el obsceno montaje de quienes se han anexionado virtualmente las Baleares, Valencia, parte de Murcia y la franja oriental aragonesa dentro del delirio imperialista de los Països Catalans sin escuchar la decisión de sus habitantes.

Pero la argucia funciona y, cuando no están llevándose el dinero a Suiza o Liechtenstein, andan envalentonados los del cártel reclamando a gritos un referéndum de autodeterminación bajo esa tramposa envoltura. Porque existe ya una mayoría social en Cataluña favorable a la secesión según algunas encuestas y cuentan con ganarlo. Decía el rey Balduino que bastan veinte segundos de guerra para destruir a un hombre, pero se necesita veinte largos años de paz para crearlo. Pues bien, han sido muchos más de treinta los años de adoctrinamiento nacionalista, en las escuelas y a través de los medios de comunicación controlados por la Generalidad ―prácticamente todos―, que han producido varias generaciones de hombres y mujeres fanatizados en el pensamiento único y dispuestos para la batalla. Ahora es el tiempo de los frutos.

Engaños aparte, la verdad es que la facultad decisoria existe desde muchísimo antes de que los separatistas la invocasen espuriamente mediante su perversión del lenguaje: Artur Mas está decidido a sublevarse, y todos los días decide recortar en sanidad y educación para seguir tirando dinero en su costosísimo andamiaje identitario; y los votantes, por su parte, han decidido poner al frente de la Autonomía a unos maleantes. Por eso ésta es una sociedad enferma.